Natalie Batlle, fundadora de Juno House: “Queremos ser un espacio para las mujeres que quieren comerse el mundo, pero quieren hacerlo ayudando a otros”

Las responsables del primer club para mujeres de Barcelona se plantean llevar el modelo a otras ciudades

Natalie Batlle.

Nacida en Chicago, Natalie Batlle ha vivido también en Nueva York y Londres, y lleva una década instalada en Barcelona. Allí entró en contacto con el pujante ecosistema emprendedor de la ciudad, que por entonces empezaba a despuntar. Trabajó en varias startups, hasta que en 2022 puso en marcha, junto con otras tres socias (Eva Vila-Massanas, Liana Grieg y Carla Crespo), su propio proyecto, Juno House, un club privado para mujeres que combina espacios para el ocio y para hacer negocios.  

Juno recuperó un emblemático edificio del centro de negocios de la ciudad y su nave anexa (en su momento un taller mecánico) y lo ha transformado en un oasis, cuidado hasta el mínimo detalle, con salas de reuniones, restaurante, espacios de fitness y belleza, servicio de guardería, etcétera.  Tras consolidarse en Barcelona (tienen, según sus cifras, más de 600 socias), las responsables de la compañía se plantean ahora su expansión a otras ciudades. Madrid podría ser una posibilidad. Juno está llevando a cabo esta semana su primera incursión en la capital, un evento de cuatro jornadas en el Hotel Thompson, que pretende trasladar a Madrid el espíritu de Juno, a caballo entre los negocios y el estilo de vida, y la filosofía de colaboración frente a rivalidad que defienden sus fundadoras.

Tú eres estadounidense. ¿Cómo llegaste a Barcelona?

Sí, nací en Chicago, pero mi padre es español, así que tengo los dos pasaportes. Yo hice el viaje contrario al que en su momento hizo mi padre, que con 25 años se fue a vivir a Estados Unidos para hacer carrera como médico. Con 25 años yo descubrí Barcelona y el lifestyle europeo, y decidí quedarme aquí. Antes había pasado por una empresa de comunicación y brand building, con base en San Francisco, con la que trabajé, por ejemplo, para la campaña de Obama. Una vez en Barcelona empecé en la agencia Edelman, que me abrió también las puertas a vivir en Londres y Nueva York durante unos años. Después volví a Barcelona a instalarme con mi familia.

“Pensé que ojalá hubiese aquí un sitio creado para nosotras, un espacio donde las mujeres con ambición pudiesen entrar y hubiera gente dispuesta a abrirles puertas. Y que, además, ofreciera servicios enfocados a lo inspiracional y la productividad”

¿Qué es lo que te gustó del estilo de vida europeo?

Lo que más me atrajo es la calidad de vida que se disfruta en España. La experiencia aquí ha sido muy positiva para nuestra familia y esto nos llevó a tomar la decisión de establecer nuestro hogar en este país. Sin embargo, Juno House es un proyecto con grandes aspiraciones y el objetivo de expandirse a otras ciudades, lo que nos hace pensar que, en el futuro, podría ser interesante vivir en otro lugar. Mi familia es muy diversa. Mi padre es español, mi madre proviene de una familia griega y mi marido es peruano. Creo firmemente en el multiculturalismo como un poderoso motor de crecimiento y enriquecimiento.

¿Cómo nació la idea de Juno House?

Hay distintos tipos de fundadores. Los hay que aprovechan las oportunidades, hay otros que son más analíticos y yo me considero una fundadora creativa. Soy una soñadora con muchas ideas que luego toca aterrizar. Dejé el mundo de la agencia porque tenía la sensación de que ya había vivido todo lo que me tocaba. En Nueva York había trabajado para clientes de todo tipo y en campañas con presupuestos enormes. Al volver a Barcelona no me veía en una agencia. Además, soy una persona inquieta. Quería probar otras cosas. En esa fase de transición me metí en el mundo startupero. Me interesaba entender cómo funciona ese ecosistema. Hablamos de 2016, y en Barcelona había bastante movimiento. Empecé a conocer a emprendedores y emprendedoras, me flipó lo valientes que eran y decidí que quería ayudarles a hacer crecer sus marcas. Es lo que hice durante cinco años en varias empresas: una que después fue comparada por Airbnb, otra que tuvo que cerrar, que es algo que también puede pasar en este tipo de proyectos, y otra más consolidada, donde viví una experiencia de scaling up. En esta última viví también mi primer embarazo y me empecé a cuestionar muchas cosas, cosas que quizá se plantean, sobre todo, quienes no tienen a su núcleo familiar cerca. Me sentía un poco sola. Tenía a mi marido y a mis amigas, pero echaba de menos ese feeling de tribu de gente de distintas culturas que se mezcla que existe en Londres o Nueva York. Pensé que ojalá hubiese aquí un sitio creado para nosotras, un espacio donde las mujeres con ambición pudiesen entrar y hubiera gente dispuesta a abrirles puertas. Y que, además, ofreciera servicios enfocados a lo inspiracional y la productividad. Empecé a dibujar el proyecto. Primero en mi cerebro, luego en Canva, después con una amiga diseñadora y, por último, con Liana Knight, otra de las cofundadoras. De dos fundadoras pasamos a cuatro, a 300 socias y aquí estamos ahora, con más de 600 mujeres que forman una comunidad plural, multicultural y muy generosa. Todas las fundadoras hemos vivido en otro país, creemos firmemente en la colaboración por encima de la competencia, y hemos creado una comunidad de mujeres que comparten esos valores.  Desde que abrimos hemos ido creciendo. El objetivo de este año es consolidar la primera casa y preparar el proyecto para la expansión.

¿Por qué elegisteis el formato de club privado?

Tenía el proyecto en la cabeza desde 2019, pero empezamos a trabajar más en serio, con un plan de negocios, durante la pandemia. De golpe nos encontramos con más tiempo libre y creíamos que el mundo iba a cambiar, como suele pasar después de una crisis. Yo sabía que después íbamos a querer volver a juntarnos, que no todo iba a ser digital.  Empezamos a crear ese espacio idílico en el que la mujer tendría todos los recursos que necesitaba para poder brillar. Siempre pensamos en un modelo de club privado, que en ese momento era una tendencia fuerte en ciudades como Nueva York o Londres. Quisimos ser las primeras en crear en Europa un club femenino para mujeres enfocado en negocios y estilo de vida. No somos solo un club de networking ni somos solo un club de ocio. Sabemos que la mujer es compleja y queremos acompañarla en esa complejidad. Nos gustaría convertirnos en un referente de ambición, pero también de amabilidad. Queremos ser un espacio para las mujeres que quieren comerse el mundo, pero quieren hacerlo ayudando a otros. 

Vuestra apertura coincidió con el cierre de The Wing, que fue el pionero de este modelo. ¿Qué habéis aprendido de su fracaso?

Conocí The Wing cuando vivía en Nueva York, justo cuando abrieron, y tenía varias amigas que eran socias. Tuve la oportunidad de visitar dos de sus espacios en Nueva York y uno en Chicago. Aunque su modelo de negocio era algo distinto al nuestro, creo que la fundadora hizo todo lo posible para que funcionara. Es importante recordar que en ese momento existían otros proyectos, como WeWork, que experimentaban crecimientos del 100% anual. Había mucho dinero disponible y el capital riesgo estaba dispuesto a asumir grandes riesgos, algo que, hoy en día, ya no ocurre de la misma manera. Sin embargo, con la llegada de la pandemia, se encontraron con lo que podríamos llamar la tormenta perfecta.

¿Qué perfiles tienen vuestras socias?

Nosotros medimos la diversidad con tres ejes. Primero, diversidad de profesiones. En Juno tenemos abogadas, directoras creativas, mujeres que trabajan en turismo, en finanzas, etcétera. También creemos que es importante ser intergeneracionales. Tenemos chicas de 25 años y mujeres de 50, y eso es muy bueno. Además, la multiculturalidad forma parte de nuestro ADN. Yo recibo muchas quejas, como cualquier empresaria, pero me hace muy feliz cuando la gente me cuenta que si no fuera por Juno no hubiera conocido a su socia o a mujeres que se han convertido en amigas.  Barcelona es una ciudad un poco cerrada y es difícil que la gente se mezcle.

“El mayor enemigo de la mayoría de mujeres, al menos de las que yo conozco, es el tiempo”

Juno mezcla servicios de bienestar y conciliación, como clases de yoga y guardería, con espacios para el networking y hacer negocios. ¿Qué parte tira más, qué es lo que más usan las socias?

La idea de Juno es que encuentres a tu tribu, pero también un oasis de servicios que te acompañen en el día a día. El mayor enemigo de la mayoría de mujeres, al menos de las que yo conozco, es el tiempo. No llegamos a nada. Yo ahora estoy intentando organizar mi cerebro, la casa y los niños porque sé que tengo por delante un mes en el que no voy a parar. Y no soy la única, el problema del burnout es muy real. Juno no es un club de ocio, pero también tenemos clases de barre, yoga o pilates, porque pensamos que nutrir tanto la parte física como la de business puede ayudar a la mujer cuando tiene un día muy ocupado.

“Me hace muy feliz cuando la gente me cuenta que si no fuera por Juno no hubiera conocido a su socia o a mujeres que se han convertido en amigas”

Además de tener socias, colaboráis con marcas. ¿Qué pesa más en el negocio?

En su día pensábamos que el membership, nuestro punto de partida, iba a ser la mayor parte del negocio. Y lo es, pero no tanto como esperábamos, porque la parte de B2B ha crecido muchísimo. Todo nuestro crecimiento ha sido orgánico. De momento no hemos hecho ningún tipo de targeting ni performance, se ha movido a través del boca-oreja y las redes sociales. Por supuesto, cuidamos mucho la marca y la parte visual. También hemos tenido la suerte, quizá porque es un tema interesante, de aparecer en prensa. Recuerdo que cinco meses después de empezar nos hicieron un reportaje de dos páginas en Forbes. Al día siguiente, Carla [Crespo], otra de las cofundadoras, me dijo que habíamos recibido una llamada de la directora institucional de Chanel. Empezamos a recibir llamadas del gran lujo, de empresas tecnológicas, etcétera. Marcas como Salesforce, Logitech, Loewe, Sisley o Shiseido vieron algo en Juno que en ese momento no entendíamos, porque ni siquiera habíamos creada ese departamento. Ahora sí tenemos un área de brand experience. Muchas marcas vienen a nosotras con una idea muy clara de lo quieren y otras no tanto. Se acercan porque han visto que nuestras socias molan. Es una forma de hacer influencer marketing, pero basado en mujeres reales. Si miras nuestros vídeos en Instagram, todas son mujeres reales. Es algo de lo que me siento muy orgullosa.

Has dicho que uno de vuestros objetivos es la expansión y estos días estáis organizado vuestro primer evento en Madrid. ¿Es el primer paso para abrir en esta ciudad?

Ya habíamos hecho en Madrid alguna comida, pero nada con tanta organización como este evento. Para que quede claro, no estamos anunciando una apertura de Madrid. Esto es solo un primer contacto. El objetivo es empezar a hacer llegar esa filosofía de colaboración versus competición de Juno a la capital. También hay una parte de investigación, de entender mejor a las mujeres que vengan, y de expandir nuestra agenda.  Todo lo que vamos a hacer en Madrid lo hacemos en Barcelona. Por ejemplo, habrá una sesión especial de Juno Thrive, unas charlas mensuales muy interesantes que hacemos enfocadas en geopolítica y economía. Yo vengo de la política, trabajé en la campaña de Obama, y creo que ahora están pasando muchas cosas en mundo y que es que importante que las mujeres tengan esa información. También habrá charlas sobre bienestar, conciliación, liderazgo…

¿Te preocupa el retroceso en materia de diversidad que está habiendo en tu país, Estados Unidos, y en otros lugares?

Definitivamente, proyectos como Juno, que tienen el propósito claro de abrir puertas y ayudarnos a salir de nuestras burbujas, son más necesarios que nunca. Como mujer y emprendedora, creo profundamente en el poder transformador de la diversidad, tal como la entendemos en Juno, que abarca la intergeneracionalidad, la multiculturalidad y la integración de diversas industrias. En este sentido, cualquier mujer que comparta estos valores será siempre bienvenida.

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