Carolina Carabajal (MENOStrash): “Para cambiar la industria de la moda hay que hacerlo desde dentro”
Esta joven emprendedora ha creado una ‘startup’ que plantea una alternativa al actual modelo de reciclaje de ropa
No es ningún secreto que la moda es una industria tremendamente contaminante. Solo en nuestro país desechamos unas 990 toneladas de ropa cada año. Y aunque cada vez hay más programas para la recuperación de prendas, las tasas de reciclaje de textil son todavía muy bajas. Aquí es donde entra MENOStrash, una startup creada por una joven emprendedora, Carolina Carabajal, que busca dar una segunda vida a desechos textiles que, de otro modo, acabarían en vertederos. La iniciativa ha sido una de las ganadoras este año en El Desafío Ashoka Changemakers, un programa de emprendimiento social que apoya ideas de negocio con un impacto social y ambiental positivo. “En estos años he hecho muchos programas de aceleración, pero con ellos ha sido otro nivel. Está muy bien estructurado, se nota que tienen un camino andado y mucha experiencia conduciendo a emprendedores con impacto”.
Carabajal nació en 1991 en Tierra del Fuego (Argentina), muy cerca de la Antártida, y estudió Diseño de Moda en Buenos Aires. Convencida de que el futuro estaba en la innovación tecnológica, hizo un máster en innovación textil en Madrid, y luego pasó por empresas como Sepiia y Ecoalf. Justo después hizo un voluntariado de un año en Malta. Allí impartía un taller sobre el arte de reciclar. “Trabajábamos con chicos de Malta, pero también de muchos países de África”, explica. “Fue entonces cuando empecé a indagar sobre lo que sucedía con la ropa usada que salía de las fronteras europeas, y me di cuenta de que se había convertido en un negocio”.
El origen del problema está en que reciclar ropa no es tan fácil como reciclar otros materiales como el papel o el vidrio. “El textil solo se recicla si está fabricado al 100% con un solo material; por ejemplo, algodón o lino. Pero en la industria de la moda se mezcla casi todo, porque eso hace que la ropa sea más usable, cómoda, funcional y barata”, apunta Carabajal. Efectivamente, la mayoría de los tejidos con los que están fabricadas las prendas que vestimos son una combinación de fibras naturales, fibras artificiales, plásticos y metales, y la tecnología actual de reciclaje no puede procesar esas combinaciones. Incluso en el caso de las fibras naturales, como la lana o el algodón 100%, que sí se pueden reciclar de manera mecánica, el resultado es una tela de menor calidad. “Cada vez hay más iniciativas para reciclar ropa, pero siempre queda un remanente de textil que acaba en vertederos o se va a otros países”.
La solución que propone MENOStrash es transformar estos residuos en algo diferente. “Trabajamos directamente con empresas que nos dan sus desechos textiles. Nosotros los procesamos y los convertimos en otros objetos como portalápices o fundas para el portátil. Nuestra idea es reintroducir luego ese objeto en la misma empresa que lo genera. Es bonito porque se genera una circularidad”.
En la actualidad la empresa trabaja en un proyecto centrado en la producción de perchas. En realidad, esa fue la primera idea que Carolina Carabajal tuvo estando en Malta. “Pensé que, dado que son muchísimas las perchas que la industria de la moda consume, sería genial ser capaces de hacer perchas a partir de desechos textiles. En la actualidad tenemos capacidad para cubrir casi el 15% de la cuota de perchas que se utilizan en España. Pero es un proyecto que está generando mucho interés también fuera de este país. De hecho, no podemos recibir la cantidad de ropa que nos intentan dar todos los días, por eso hemos adoptado la fórmula de lo que entra por lo que sale. Hay demasiado desecho textil. Nadie sabe qué hacer con él”.
Según Carabajal, MENOStrash representa una alternativa más sostenible que los actuales programas de recuperación de ropa, un negocio detrás del que, asegura, hay muchos intereses, pero, sobre todo, un sistema anticuado y poco eficiente. “Cuando echamos la ropa en un contenedor, la empresa que posee el contenedor se convierte en dueña de esa ropa. Lo primero que hacen es ver si tiene cabida en Europa, lo que no pasa mucho, apenas es un 1% o 2% de las prendas que echamos a reciclar. El resto se envía otros países, y ahí empieza el problema. Imagina que tienes una camiseta que usas un montón. Pongamos, diez años. Después la echas en un contenedor y se envía a otro país de Europa, donde otra persona la usa por otros diez años. Después esa persona la pone en un contenedor, se manda a otro país y allí una tercera persona la usa diez años más. Pero al final la camiseta acaba en la basura. En algún momento, toda la ropa termina siendo basura. Es un sistema guilty free que nos permite sentirnos libres de la culpa que nos genera contaminar o decir abiertamente que estamos mandando basura a otros sitios”.
Cada vez son más los ciudadanos y las empresas conscientes de la importancia de la sostenibilidad, pero en opinión de la fundadora de MENOStrash, el gran cambio está por llegar. “A menudo se dice que es el consumidor el que tiene que cambiar su forma de consumir, pero yo creo que para cambiar la industria de la moda hay que hacerlo desde dentro. También es necesario que las leyes acompañen. Y sería bueno que el consumidor no tuviera que elegir entre algo muy barato con un gran impacto y otra cosa más sostenible pero mucho más cara. A veces es difícil para la gente entender la conexión que existe entre un producto y el sufrimiento que puede estar generando al otro lado del mundo”.