Del tabú a la estrategia: la salud femenina como palanca de innovación y talento en la empresa
La consultora Citrus x Limetta busca convertir la salud y el bienestar femeninos en una ventaja estratégica para las empresas

Tras más de una década dedicada a la salud femenina, Nuria Liébana llegó a dos conclusiones. Primero, que el estrés, los desajustes hormonales o los problemas de microbiota influyen en los niveles de energía, la motivación y el desempeño profesional. Y segundo, que el mundo corporativo ha sido diseñado en función de los patrones masculino de rendimiento y obvia completamente la biología y los ciclos de las mujeres. Por eso decidió fundar Citrus x Limetta, una consultora que busca ayudar a otras organizaciones a transformar la salud femenina en una estrategia de liderazgo y rendimiento sostenible. Su metodología combina healthcoaching corporativo, fisioterapia especializada, salud hormonal, nutrigenómica y técnicas de biohacking para mejorar la salud laboral, el bienestar emocional y el rendimiento profesional de las mujeres.
¿Cuál fue el detonante que te hizo ver que la salud femenina podía ser un factor de rendimiento empresarial?
Después de más de quince años acompañando en consulta a mujeres brillantes (directivas, emprendedoras, líderes natas) vi un patrón que no podía seguir ignorando. Llegaban agotadas, sin energía, con niebla mental, insomnio o libido baja, además de patologías como dolor, incontinencia, inflamación, etcétera. Lo más llamativo no era el síntoma, sino el relato, todas describían su cuerpo como un obstáculo que había que sobrepasar para mantener su nivel de exigencia. Cuando empezábamos a analizar de verdad su salud, aparecía la raíz: desajustes hormonales, una microbiota alterada, estrés crónico, desconexión íntima, y las mismas consecuencias recogidas en sus entornos profesionales: falta de claridad, menor capacidad de decisión, creatividad apagada, motivación irregular. Y ahí ocurría algo casi revelador: cuando les explicaba cómo sus hormonas influyen en la comunicación, cómo la microbiota afecta a la energía y la concentración, o cómo la relación con el placer impacta en la seguridad, la innovación y la ambición, su mirada cambiaba.
¿Qué mitos o malentendidos sobre salud femenina y rendimiento profesional siguen más vivos en las empresas?
Muchos, pero hay tres especialmente resistentes que siguen condicionando el liderazgo femenino. Primero, que cuidar la salud resta ambición. Este es quizá el más dañino. Se ha instalado la idea de que detenerse, regular el cuerpo o reconocer el agotamiento es falta de compromiso. Hablar de ciclo menstrual, sofocos o deseo es poco profesional.
La cultura empresarial aún cree que lo que ocurre en el cuerpo femenino es íntimo, casi inapropiado para un entorno de alta dirección. Y tercero, que las mujeres rinden menos en ciertas etapas como el posparto o la menopausia. Este mito nace de la falta de conocimiento y de la lectura patriarcal del cuerpo femenino.
¿Qué le dirías a quienes aún piensan que este tema es ‘personal’ y no corporativo?
Les diría que la salud femenina tiene impacto directo en los KPIs más sensibles de una empresa, como el presentismo silencioso, la rotación y retención del talento senior, la promoción femenina al liderazgo o el engagement. Una mujer con síndrome premenstrual invalidante, con desajustes hormonales propios de la perimenopausia que afectan a su sueño, claridad mental o energía o incluso mujeres desconectadas de su propio placer no puede desplegar todo su potencial, y eso afecta directamente a su rendimiento y productividad. El 67 % de las líderes afirma que su cuerpo “no acompaña” su nivel de responsabilidad. Las compañías que integran esta mirada no solo cuidan a sus equipos, ganan innovación, sostenibilidad y liderazgo real. No es una cuestión de empatía, es una cuestión de estrategia.
¿Por qué os centráis específicamente en las mujeres? ¿Te preocupa que el hacer hincapié en que la biología tiene un peso sobre el desempeño profesional de las mujeres pueda ser leído como un signo de debilidad?
Todo lo contrario. No trabajamos con mujeres porque sean más ‘vulnerables’. Trabajamos con mujeres porque han liderado ignorando su cuerpo durante décadas. La debilidad no está en reconocer el cuerpo, la debilidad está en fingir que no influye en cómo pensamos, decidimos y lideramos. Negarlo es perpetuar un modelo obsoleto. El mundo corporativo fue diseñado sobre un patrón masculino de rendimiento lineal, el cuerpo femenino, en cambio, funciona en ritmos cíclicos, con fortalezas distintas en cada fase. Esto no va de excluir a los hombres. En cada The Garden ellos participan, aprenden y agradecen comprender un lenguaje que nunca les enseñaron. Los hombres también quieren formar parte del cambio.
¿Qué tipo de intervenciones realizáis en las empresas?
Diseñamos intervenciones que combinan ciencia, estrategia y transformación real. No hacemos talleres de ‘bienestar’. Creamos experiencias corporativas de alto impacto llamadas The Garden que integran la salud femenina en el corazón del liderazgo y el rendimiento. Partimos de una metodología dual (bottom-up y top-down), medimos lo que está pasando en el cuerpo y lo cruzamos con las dinámicas reales del equipo: liderazgo, comunicación, toma de decisiones, creatividad y gestión de la presión. Cada equipo y cada empresa tiene una historia distinta, por ello planteamos diferentes opciones. Por un lado, el plan intensivo, donde acompañamos a mujeres líderes durante varios meses y analizamos su perfil biológico para transformar su energía, su claridad mental y su manera de tomar decisiones desde la biología. Después están los workshops corporativos, experiencias de alto impacto sobre salud hormonal y productividad, menopausia y salud íntima y alto rendimiento. Y, para quienes necesitan un espacio más íntimo, ofrecemos acompañamiento individualizado para abordar de forma personalizada sueño, estrés, ciclo, placer y liderazgo. Son tres vías diferentes con un objetivo común: convertir la biología femenina en una herramienta estratégica para liderar mejor.
¿Qué barreras encuentras cuando introduces este tema en comités de dirección? ¿Hay más desconocimiento o incomodidad?
Las dos y una tercera: miedo a abrir algo que no saben gestionar. Por un lado, está el desconocimiento. Durante décadas, la salud femenina ha estado ausente de la educación médica y empresarial. Por otro, la incomodidad. Sigue existiendo la sensación de que hablar de ciclo menstrual, libido o perimenopausia no es ‘profesional’. Pero la intimidad es solo un prejuicio cultural. Y luego encontramos el miedo a meterse en un ‘jardín’ del que no sepan salir. Por eso creamos The Garden: un espacio seguro, elegante y científico donde este conocimiento se vuelve accesible, práctico y corporativo. Cuando comprenden que esto impacta en rendimiento, retención y claridad mental, la resistencia desaparece. Los datos desactivan el tabú, y ahí es donde empieza el verdadero cambio cultural.
¿En qué ha cambiado tu propia forma de trabajar o liderar desde que has entendido la salud femenina como una variable empresarial estratégica?
Lo ha cambiado todo. Entender la salud femenina como una variable estratégica fue un antes y un después. Antes medía mi valor por la productividad, forzaba mi cuerpo al máximo, restaba tiempo de sueño y de cuidado personal pensando que eso era dar ejemplo como buena líder, sin darme cuenta de que lo único que conseguía era enfermar y desconectarme de mi propio placer y bienestar. Hoy trabajo de otra manera. Al priorizar mi salud y conocer mi biología, mis decisiones son más rápidas y más claras, mi creatividad más profunda, mi energía dura más y mi liderazgo es más humano. He aprendido a decir que no sin culpa, a respetar mis fases, a elegir desde la coherencia.



