Un equipo que quiere dejar huella en París 2024
A finales de julio comienzan los Juegos Olímpicos, una cita a la que no faltará el equipo de gimnasia rítmica, tanto en la modalidad de conjunto como en individual

Entrar en un Centro de Alto Rendimiento (CAR) impone. La disciplina se respira. En el de Madrid, ubicado en la Ciudad Universitaria, trabaja el equipo de gimnasia rítmica junto con los de otros deportes como la artística y la lucha libre. Bajamos las escaleras y dejamos la piscina a un lado, para llegar a la sala más alta de todo el edificio, con 21 metros de altura, una característica necesaria para asegurar que los lanzamientos de los aparatos no dan en el techo. Al pasar a la sala nos tenemos que quitar los zapatos para no manchar los tapices sobre los que ya están las dos gimnastas individuales que nos representarán en París, Polina Berezina y Alba Bautista. Mientras, en la barra de ballet, Dagmara Brown da clase a otras dos individuales del equipo sénior. Las componentes del conjunto, en total son once, irán llegando después. De ellas, solo cinco serán las elegidas para ir a los Juegos Olímpicos. Antes de ese momento, el conjunto habrá competido en varias copas del mundo y en el europeo con los dos ejercicios a los que obliga el reglamento: el de cinco aros y el mixto (tres cintas y dos pelotas).
La seleccionadora, Alejandra Quereda, dirige el entrenamiento. Ella sabe perfectamente el esfuerzo que supone este deporte, ya que no solo fue gimnasta de élite, sino también una de las componentes del llamado ‘Equipaso’, que logró la plata en Río 2016. “El dolor es temporal, la satisfacción es para siempre”, decía su lema. Tras una reflexión con las gimnastas actuales, se llegó al mantra que hoy se gritan para animarse antes de salir a competir: “Todas a una. En equipo, todo suma”.
“Siempre insistimos en que disfruten del camino y de cada salida al tapiz, porque es una menos para la gran cita. En pocas semanas termina el ciclo olímpico. Intentamos que sientan esa responsabilidad como algo positivo, que sean conscientes de que tienen nivel para lograr algo grande y de que deben trabajar para poder decir que, al menos por nuestra parte, lo hemos dado todo”, explica Quereda.
Durante los pasados Juegos de Tokio, la gimnasta estadounidense Simone Biles puso sobre la mesa la cuestión de la salud mental en el deporte de élite.
Sobre su rutina en este año olímpico, reconoce que ha cambiado poco con respecto a lo que es una temporada normal, porque “al fin y al cabo, preparar unos Juegos Olímpicos no se hace de un día para otro. Son años de trabajo, de exigencia, de compromiso, de muchísima renuncia y mucho esfuerzo por parte tanto de las gimnastas como del equipo técnico”. Para Quereda, la clave del éxito es ser “un equipo multidisciplinar”. Además de con Alejandra Quereda, seleccionadora nacional y exgimnasta (medalla de plata en Río de 2016), España cuenta con una entrenadora principal para las gimnastas individuales, Marta Linares, y otra para el conjunto, Ana María Pelaz. Este año también hay otra entrenadora en la sala, María García, que trabaja con ambas modalidades. Luego tienen un preparador físico (Aitor Centeno), una profesora de ballet (Dagmara Brown), fisioterapeutas, nutricionistas, psicólogos, etcétera.

Durante los pasados Juegos de Tokio, la gimnasta estadounidense Simone Biles puso sobre la mesa una cuestión de la que poco se había hablado hasta entonces: la salud mental en el deporte de élite. Según Quereda, hace tiempo que son muchos los deportistas que trabajaban con psicólogos deportivos. “Es una pieza fundamental de la preparación, lo que pasa es que hoy se habla más de ello. Parece que antes no podías decir que ibas al psicólogo. No necesariamente hay que estar mal para hacer terapia. De hecho, cuando más funciona es cuando forma parte de tu rutina habitual. Las gimnastas están sometidas a una disciplina de muchísima exigencia, tanto física como mental, y tienen que saber llevar no solo el momento de la competición, sino también el día a día, que quizá es lo más duro”.
Como seleccionadora, Quereda se encarga de coordinar todas las áreas y a los profesionales que trabajan para el equipo de rítmica. “Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos pensando en cómo mejorar, en qué podemos hacer para que todo salga rodado el día de la competición. Son muchísimos detalles: elegir y cortar las músicas, los diseños de los maillots, coreografiar los ejercicios, etcétera. Después, en el trabajo del día a día, hay que cuidar al máximo cada detalle, repetir y repetir para que en la competición el ejercicio salga fluido. Al principio es trabajo de pico y pala, miles de repeticiones de cada trocito. Después, incorporamos la música y vamos ampliando el fragmento con el que trabajamos, hasta hacer mitades y enteros. Es un proceso de muchos meses. A veces, ni siquiera un año entero es suficiente para llegar a dominar un ejercicio”.
Al haber conseguido la plaza olímpica tan pronto (en el Mundial de 2022), el conjunto ha tenido tiempo para estrenar dos ejercicios en este 2024, algo que no todos los países han podido hacer. “Hemos decidido apostar por innovar y cambiar el estilo y el registro musical en cada uno de ellos. Teníamos claro que a los Juegos Olímpicos queríamos llevar algo distintivo. Para el ejercicio de cinco aros utilizamos una música española con un toque moderno. En el mixto hemos usado una idea que teníamos en la cabeza desde hace ya años: transmitir un mensaje de paz”. En la pose inicial de este ejercicio, las cinco gimnastas forman el símbolo universal de la paz ayudadas de sus cintas y una de las músicas que suenan en el ejercicio es Imagine.
En gimnasia rítmica llaman entero cero a clavar el ejercicio sin fallos. Para ello es imprescindible hacer miles de repeticiones por partes, mitades y enteros.
El de cinco aros con la música de Romeo y Julieta de las dos pasadas temporadas gustó mucho a la afición española. “Espero que nuestro ejercicio mixto de este año con ese mensaje de paz llegue a transmitir, como mínimo, lo mismo, y que el de aros sorprenda por su dinamismo”.

En la rítmica, los jueces no solo puntúan la ejecución sino también el aspecto artístico, una cuestión que puede considerarse bastante subjetiva, pero que tiene que ver con la expresión, algo que la seleccionadora destaca tanto en el caso de las componentes del conjunto como de las individuales. “España se caracteriza por tener gimnastas con mucho carácter, mucha garra y capacidad de contar una historia a través del ejercicio. Queremos no solo gustar, sino también llegar al corazón de los jueces y los espectadores”.
Estrategia con alta dificultad
Como en otros deportes de la misma naturaleza (natación artística, patinaje sobre hielo o gimnasia artística), las matemáticas y la estrategia juegan aquí un gran papel. El cuerpo técnico tiene que elegir entre arriesgar con vistas a alcanzar el pódium y montar ejercicios con muchas dificultades, o salir con ejercicios más sencillos y buscar objetivos más modestos. España apuesta por el primer modelo, tras los buenos resultados del pasado Mundial (bronce en la clasificación general y plata en el ejercicio de cinco aros) y el reciente Europeo (donde logramos un oro, una plata y un bronce).
“Llevamos dos ejercicios con muchísima nota de dificultad de partida, con elementos muy difíciles y, al mismo tiempo, innovadores. Hay que buscar la dificultad, pero con una ejecución lo más limpia posible. Empezaremos la temporada arriesgando al máximo, porque para quitar dificultad siempre estamos a tiempo”.

Quereda también estudia de cerca a sus rivales. Sin Rusia, país que domina este deporte desde sus inicios y en la actualidad vetado por la Federación Internacional de Gimnasia a causa la guerra de Ucrania, los grandes aspirantes para subir al pódium en París son, además de España, Bulgaria, Italia, China e Israel. “De otros equipos intento coger lo que me gusta o lo que creo que nos puede servir para mejorar. Seguirlos también es un golpe de realidad y nos ofrece la posibilidad de ver dónde estamos en cada momento”.
España puede presumir de ser un país pionero y ejemplo de igualdad en la gimnasia rítmica, un deporte vinculado al género femenino y que hoy en día practican también niños y hombres.
Ambiciosa, la seleccionadora asegura que “hay que aspirar a lo máximo sabiendo cuál es nuestro punto de partida. Tenemos un equipo con nivel, somos uno de los mejores conjuntos del mundo en este momento, pero hay muchos rivales muy fuertes. No podemos menospreciar a ninguno porque hay seis equipos muy igualados y va a depender de lo que hagamos el día de la competición. Nuestro objetivo es salir con ejercicios competitivos para depender solo de nosotras mismas y no de los demás”.
Visibilidad e igualdad
La gimnasia es un deporte popular. Muchos colegios la ofrecen como extraescolar, hay más de mil de clubes de competición y las licencias de federados nacionales casi alcanzan los 10.000, según la Real Federación Española de Gimnasia Rítmica, a lo que habría que sumar las cifras de las federaciones autonómicas. Sin embargo, según Quereda, todavía le “falta visibilidad”. “Es un deporte muy practicado y con muchísimos aficionados. Cuando hacemos cualquier competición en casa [el pasado Mundial celebrado en Valencia agotó las entradas rápidamente] se llenan los pabellones. Nos gustaría tener más visibilidad en televisión, porque eso serviría para conseguir más patrocinadores y que más gente que se sumara a un deporte que es un ejemplo de compromiso, de disciplina y de trabajo en equipo. Tenemos un equipo medallista mundial, medallista europeo, medallista en Copas del Mundo, pero la repercusión mediática no se corresponde con los éxitos que han aportado al deporte español”, reivindica.

España puede presumir también de ser un país pionero y ejemplo de igualdad en un deporte tradicionalmente vinculado al género femenino y que hoy en día practican también niños y hombres. Para ellos, la RFEG ha abierto categoría masculina e incluso permite los conjuntos mixtos.“La introducción de conjuntos mixtos es algo novedoso y fuera de España llama mucho la atención. De cara al futuro, entiendo que la Federación Española seguirá dando pasos para conseguir una cada vez mayor participación masculina en nuestro deporte y que todas las personas tengan las mismas oportunidades de practicarlo”, apunta la seleccionadora.
Un deporte con reglas nuevas cada cuatro años
A principios de 2024 salió el borrador del nuevo código de la rítmica. Con cada ciclo olímpico, las reglas por las que se rige la gimnasia cambian, algo que no sucede en otros deportes. “Veníamos de un código previo con el que prácticamente teníamos que ser malabaristas o artistas de circo en lugar de gimnastas, pero se están dando pasos en la dirección de dar más importancia a la parte artística, que es la esencia de la rítmica y últimamente se había perdido. La gimnasia de ahora me gusta más que la de hace cuatro años y la del próximo código nos va a gustar todavía más, porque para las gimnastas va a ser mucho más fácil expresarse y pensar en la parte artística. También se va reducir la exigencia física para salvaguardar la salud del deportista. A nivel de riesgos, no perderemos esos momentos efectivos que llaman la atención”.
Parece que la gimnasia actual va a mil revoluciones por hora en comparación con los años en las que los maillots no llevaban piedras y las músicas eran todas instrumentales. “Empezó siendo un deporte muy artístico, muy estético, pero se fue convirtiendo en algo más físico y la flexibilidad cobró muchísima importancia”, recuerda Quereda. Uno de los mejores exponentes de este tipo de gimnasta fue la rusa Alina Kabaeva, una de las más laureadas de la historia.

Después el código cambió, dando más peso a la utilización del aparato, hasta que llegó un momento (el ciclo de Tokio) en el que no paraba de ser lanzado. “La posibilidad de hacer enteros sin errores en la competición era muy baja, porque lanzar continuamente aparatos coordinados con los movimientos del cuerpo es muy complejo. Gimnastas que cometían errores evidentes, con caídas de aparato incluidas, podían llegar a convertirse en campeonas del mundo, y eso el público no lo entiende. A día de hoy se está buscando premiar a la gimnasta o el equipo que es regular, que compite sin errores evidentes y sin caídas de aparato. Se siguen dando pasos para hacer de este deporte algo más justo y fácilmente comprensible para todos aquellos a los que les gusta la disciplina. Se está intentando volver a un equilibrio de trabajo corporal y buena técnica de aparato, y también de la parte artística y una buena ejecución en competición”, añade Quereda.
Debido a la guerra de Ucrania, ni Rusia ni Bielorrusia han podido competir internacionalmente, por lo que en los últimos años ha habido cada vez más rotación en el pódium, históricamente ‘reservado’ para las rusas. “Esto está animando mucho las cosas. Quiero pensar que esta situación servirá para normalizar que cuando empiece la competición no tengamos ya claro quién va a ser el campeón del mundo”.
Este reportaje se publicó primero en la edición número 19 de Mujeres a Seguir en papel.