¿Quién cuida a las madres? Según ellas mismas, parece que nadie
El 85% de la madres admiten sentirse solas por la falta de apoyos

El pasado domingo celebramos el Día de la Madre; una ocasión para homenajear a las mujeres que nos dieron la vida y nos criaron, un trabajo que no está ni pagado ni reconocido, implica infinidad de sacrificios y sigue recayendo, con todas sus consecuencias, sobre sus hombros. “Nos regalan flores, aunque lo que nos gustaría son leyes”, ha indicado Laura Baena, presidenta de la Asociación Yo No Renuncio y fundadora del Club de Malasmadres, durante la presentación de la última edición de la encuesta anual de la asociación sobre la maternidad, centrada, en esta ocasión, en las redes de apoyo. O, a tenor de los resultados, más bien en su ausencia, y es que el 85% de las madres reconocen sentirse solas en esta etapa de su vida.
Según la encuesta, en la mayoría de los casos esa red de apoyo consiste básicamente en las abuelas y abuelos: siete de cada diez mujeres recurren a ellos cuando no pueden atender los cuidados de los hijos. Al ser preguntadas por las ayudas más allá del ámbito familiar, seis de cada diez dijeron desconocer si hay servicios públicos de cuidado en su municipio o barrio y solo el 17% ha accedido a ellos en alguna ocasión.
Parece que las empresas tampoco ayudan mucho en este sentido. Seis de cada diez mujeres trabajan para compañías que no ofrecen ninguna medida para facilitar la conciliación y solo el 19% declara contar con flexibilidad horaria. Esa falta de acompañamiento no se traduce solo en una sensación desamparo, también lleva a muchas mujeres a descuidar su carrera. El 87% de las madres dicen haber renunciado a algún aspecto de su trayectoria laboral tras convertirse en madre, ya sea por haber reducido jornada y salario, haber rechazado puestos de responsabilidad o haberse visto forzada a cambiar de empleo.
Andrea Ros: “Ser cuidado es un derecho, pero poder cuidar también”
“Los datos nos interpelan, nos sacuden, nos hacen ver que tenemos mucha tarea por delante. La conciliación sin corresponsabilidad no es posible, y sin conciliación y corresponsabilidad no hay igualdad”, aseguró Aina Calvo, secretaria de Estado de Igualdad, durante el debate que siguió a la presentación del estudio. “Las mujeres y los hombres de este país son iguales ante la ley, pero la igualdad no es efectiva”, reconoció. Por eso, Calvo insitió en la importancia de seguir avanzando en materia legislativa, pero también en la necesidad de impulsar otro tipo de medidas que favorezcan la conciliación a través de alianzas público-privadas. “Es fundamental estimular a las empresas para que no vean esta realidad como una carga, sino como un incentivo, porque cuando la mujer deja de estar, perdemos talento”.
A juicio de Andrea Ros, actriz y divulgadora perinatal, “el problema de base es que hemos perdido la vida en comunidad”, y en consecuencia, “las redes de apoyo se han convertido en servicios”. Sin embargo, dos de cada cinco mujeres admiten no poder asumir el coste que suponen los cuidados puntuales y no les compensa pagar una escuela infantil o a una persona que las ayude en esta tarea, de ahí que muchas acaben renunciando.
Pero el coste de esa falta de apoyos a la maternidad no es solo económico o profesional. “Detrás de estos números hay mucho dolor y problemas graves”, aseguró Ros. “Sabemos que entre un 20% y un 25% de las madres tienen problemas de salud mental diagnosticados y esto tiene un impacto también el desarrollo de nuestros hijos”. Según la periodista y escritora Nuria Labari esos problemas tienen que ver, entre otras cosas, con la exagerada presión a la que se ven sometidas las madres a consecuencia del “modelado psíquico”, el proceso de aprendizaje social por el que desde la infancia aprendemos, imitando la conducta de otros, comportamientos, actitudes o habilidades. En el caso de las mujeres, aseguró ese modelado psíquico es especialmente eficaz y nos enseña “lo que es una buena madre”. Si una mujer no encaja en ese patrón o siente que no es capaz de cumplir las expectativas aparece la desazón.
Ana de Miguel: “Por primera vez en la historia, las mujeres temenos la capacidad de sentarnos a decidir cómo queremos vivir nuestra vida. Que estén decidiendo no tener hijos, tener pocos o retrasar la maternidad tendría que hablarnos a gritos”
Con este panorama, no es de extrañar la notable caída de la natalidad que desde hace años se viene registrando en los países de desarrollados. “Por primera vez en la historia, las mujeres temenos la capacidad de sentarnos a decidir cómo queremos vivir nuestra vida. Que estén decidiendo no tener hijos, tener pocos o retrasar la maternidad tendría que hablarnos a gritos”, reflexionó la filósofa Ana de Miguel. “Es como si las mujeres hubieran dicho que a este mundo no merece la pena traer hijos, y esto es muy fuerte”.
Un derecho y no un privilegio
La Asociación Yo Renuncio ha puesto en marcha una campaña de recogida de firmas para convertir trece medidas de apoyo a la maternidad en leyes, entre ellas, la ampliación de los permisos de nacimiento a un mínimo de veinticuatro semanas. El objetivo, concluyó Laura Baena, “conseguir que la conciliación no sea un privilegio pagado, porque todos temenos que poder conciliar y disfrutar de la maternidad, y no solo sobrevivir a ella”. Y es que, como recordó Andrea Ros, “ser cuidado es un derecho, pero poder cuidar también”.