Haz lo que digo, no lo que hago: la incongruencia entre el discurso por la igualdad de la ONU y lo que pasa en sus órganos de gobierno
La presencia de mujeres al frente de instituciones internacionales sigue siendo escasa
A mediados del siglo pasado, tras el horror de las dos guerras mundiales, surgió la esperanza del multilateralismo como vía para resolver de manera pacífica los conflictos entre países. La ONU es, seguramente, la organización que mejor ejemplifica este espíritu. Desde su creación en octubre de 1945 ha desempeñado un importante papel en la promoción de la paz y los derechos humanos. En los últimos años, la ONU se ha situado también en la primera línea del esfuerzo global por fomentar la igualdad de género y el empoderamiento femenino.
Sin embargo, parece que Naciones Unidas no ha sido tan diligente a la hora de aplicar el principio de la paridad a sus órganos de decisión. Por ejemplo, ninguna mujer en estas casi ocho décadas ha ostentado nunca el puesto de secretaria general. En la asamblea, el órgano de gobierno de la institución, las mujeres son solo el 27% de los representantes permanentes. Y solo cuatro mujeres (Vijaya Lakshmi Pandit, Angie Brooks, Haya Rashed Al Khalifa y María Fernanda Espinosa Garcés) frente a 74 hombres han ostentado la presidencia de la asamblea general, cargo elegido anualmente por los estados miembros.
GWL Voices, una organización integrada por mujeres líderes que han ocupado altos cargos en gobiernos o en la ONU que aboga por una mayor presencia de mujeres en posiciones de poder, puso el año pasado en marcha una campaña para pedir la alternancia de género al frente de la ONU. Esto garantizaría que, cada dos años a partir de 2025, la presidencia de la asamblea general de la ONU recayera en una mujer. España es uno de los países que ha respaldado esta propuesta.
“La discordancia entre lo que predica la ONU en términos de género y lo que pone en práctica en sus altos cargos directivos es extremadamente dañino, ya que las Naciones Unidas no son una organización internacional más”, indica el informe ‘Las mujeres en el multilateralismo 2024’, presentado durante la reunión que GWL Voices ha celebrado recientemente en Madrid. “Ningún otro organismo internacional iguala el carácter global de la labor de las Naciones Unidas, su compromiso a la hora de abordar una serie de problemas mundiales ni su plataforma para que los países miembros participen en la diplomacia y la cooperación a escala mundial. La composición universal de la ONU y su condición de principal organización internacional la convierten en un barómetro de cómo actúan otras instituciones mundiales en cuanto a liderazgo”.
Los datos del citado informe confirman que la presencia de mujeres al frente de organismos internacionales sigue siendo escasa. Desde 1945, solo el 13% de los cargos electos en instituciones multilaterales han sido ocupados por mujeres y todavía hoy ellas son franca minoría en sus órganos de gobierno. La cuestión no es baladí, porque es en estos órganos donde, en la ONU, la OMS, el FMI, Unicef, Acnur, etcétera, se toman decisiones sobre políticas o presupuestos.
La buena noticia es que, tras décadas de estancamiento, parece que las cosas empiezan a cambiar. “En los dos últimos años, ocho mujeres han sido nombradas para ocupar cargos directivos en un total de 23 organizaciones que han elegido nuevos/as líderes. Siete de estas mujeres se eligieron o nombraron en 2023”. Algunas de estas organizaciones, señala el análisis, han hecho historia al elegir por primera vez a una mujer para ocupar un cargo directivo. Es el caso de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (Doreen Bogdan-Martin es su nueva secretaria general), la Organización Internacional para las Migraciones (Amy Pope), la Organización Meteorológica Mundial (Celeste Saulo), el Banco Centroamericano de Integración Económica (Gisela Sánchez) y el Banco Europeo de Inversiones (Nadia Calviño). Pese a todo son muchas (en concreto, 21) las organizaciones en las que nunca se ha elegido a una mujer para ocupar un cargo directivo.
Las cosas son diferentes si nos fijamos en las estructuras directivos de los organismos multilaterales, donde la media de mujeres es ya del 42%. El logro, indican desde GWL Voices, no es casual: “A diferencia de las personas que conforman los órganos de gobierno, que, en muchos casos, son elegidas por los gobiernos, los altos cargos de estas organizaciones suelen ser elegidos a través de procesos de selección competitivos. En los últimos años, muchas organizaciones han adoptado políticas que fomentan la paridad en estos procedimientos. Algunas incluso se han marcado objetivos y plazos específicos para alcanzarla. En conjunto, estas políticas han dado resultado rápidamente”, concluyen.