Ana Bella Estévez (Fundación Ana Bella): “Las mujeres que hemos sufrido violencia machista no somos el problema, somos parte de la solución”
La fundadora de la Fundación Ana Bella ha recogido el Premio MAS Comunidad 2023

Desde 2006, la Fundación Ana Bella ha ayudado a más de 45.000 mujeres a dar el paso de víctima de la violencia machista a superviviente, una labor por la que la semana pasada fue reconocida, en los X Premios Mujeres a Seguir, con el Premio MAS Comunidad, otorgado, en colaboración con la Comunidad de Madrid, para distinguir a un colectivo que trabaje por el progreso de la mujer. Recogió el galardón su fundadora, Ana Bella Estévez, superviviente ella misma de la violencia machista que ha logrado crear una red mundial que involucra a miles de mujeres, medios de comunicación y empresas para actuar como agentes de cambio social. En la actualidad la red está formada por 30.000 mujeres y tiene presencia en 88 países. “Hemos transformado el sufrimiento que experimentamos al haber estado expuestas a situaciones de violencia en empatía para ayudar a otras mujeres a romper el silencio, lograr un trabajo digno, si no lo tienen ya, y volver a ser felices. No como víctimas dependientes de subsidios, sino como mujeres empoderadas capaces de conquistar sus sueños y actuar como agentes de cambio. Las mujeres que hemos sufrido violencia machista no somos el problema, somos parte de la solución”, asegura.
¿De dónde nace la idea de crear una red de supervivientes?
Durante once años mi marido me maltrató. Él decía que me pegaba porque me quería. De no creerlo, yo le hubiera dejado antes. Durante esos once años, nadie me ayudó. Nadie se dio cuenta de lo que me estaba pasando. Ni siquiera yo misma. Recuerdo ver en la televisión noticias de mujeres asesinadas y preguntarme: ¿y por qué no se han ido antes de su casa? A lo mejor esa noche él me había pegado con la correa, pero no me daba cuenta de que yo era una de ellas. Tenía un negocio millonario en Puerto Banús, gente trabajando para mí y había sacado buenas notas en mis estudios. No me reconocía en las mujeres asesinadas, ni en las que veía con el ojo morado en los carteles, ni en las que salían con la cara oculta y la voz distorsionada en televisión. Nada de eso me hizo reaccionar. Cuando finalmente le dejé y salí de la casa de acogida, no podía dormir pensando en tantas mujeres que estarían viviendo el mismo terror silencioso, invisible y solitario que yo viví durante once años. Para ayudarlas, en 2002 decidí salir en Canal Sur contando mi historia, y lo hice a cara descubierta. Fui la primera desde Ana Orantes. Después de su asesinato, a las mujeres maltratadas se les cubría la cara y se les distorsionaba la voz para protegerlas. Pero yo quise aparecer con una sonrisa explicando a las mujeres que había otra alternativa a lo que se veía en los medios, que era ser asesinada, y es la opción de ser feliz. Porque si yo pude salir adelante con cuatro hijos, ellas también podían. Después de eso, más de mil mujeres me llamaron. Tardé un año entero en devolver todas esas llamadas. La primera mujer a la que ayudé se quedó en mi casa. Después ella ayudó a otra, esa a otra y así fue como, en 2006, creamos la Fundación Ana Bella.
Desde la Fundación hacéis hincapié en que la terrible experiencia por la que han pasado esas mujeres las convierte en activos valiosos para la sociedad y las empresas. ¿Qué hace de las supervivientes trabajadoras o agentes del cambio tan eficaces?
Porque no solo hemos estado expuestas a situaciones de maltrato, también las hemos superado. No somos víctimas para siempre. Somos personas fuertes, estamos acostumbradas a trabajar bajo presión, nos reponemos rápidamente a los fracasos, toleramos la frustración y nos reinventamos cada día para seguir adelante. Si enfocamos esa perseverancia y todas las herramientas que no han hecho superar el maltrato en el mundo laboral, podemos contribuir mucho al desarrollo económico y social de las empresas.
"Muchísimas mujeres maltratadas son grandes profesionales con doctorados y carreras de éxito. De hecho, las mujeres sin estudios tardan, de media, ocho años en pedir ayuda. Las que tienen estudios tardan trece años. Son las víctimas más invisibles".
Por tu experiencia, ¿qué papel tiene la inserción laboral en la recuperación de la violencia machista?
Muchísimas mujeres maltratadas son grandes profesionales con doctorados y carreras de éxito. De hecho, las mujeres sin estudios tardan, de media, ocho años en pedir ayuda. Las que tienen estudios tardan trece años. Son las víctimas más invisibles. Muchas veces la sociedad las cuestiona más: si eres notaria, periodista, abogada o policía, ¿cómo te has dejado maltratar? Es una de las ideas que queremos cambiar cuando hacemos formación en empresas, para que la gente vea que cualquier mujer puede estar en una relación de abuso y que cualquier hombre, da igual su profesión, puede ejercer la violencia contra su pareja. Pero es verdad que la mayoría de los maltratadores quieren aislarte, y una forma de conseguirlo es impedirte estudiar, trabajar o promocionar. Por eso muchas mujeres, cuando salen de las casas de acogidas, lo hacen sin trabajo y sin una carrera profesional. Es una barrera más que tienen que superar para reestablecer sus vidas. El trabajo significa dignidad. Te ayuda, en primer lugar, a sentirte independiente, a sentir que vales. Pero nosotras queremos reivindicar que no nos sirve cualquier trabajo. Parece que, si has sido maltratada, la única vía de inserción laboral posible es el trabajo invisible, poco remunerado, sin prestigio social, como limpiadora o cuidadora de mayores. Ojo, son trabajos dignos y a muchas mujeres les encantan, pero no deberían ser la única opción. La Fundación Ana Bella colabora con el programa Incorpora de La Caixa para trabajar con las mujeres su propio empoderamiento personal. Muchas de las que hemos sido maltratadas no tenemos sueños, ni siquiera sabemos lo que queremos hacer. Nosotras las ayudamos a volver a soñar y mediamos con las empresas para que se inserten en trabajos acordes con su proyecto de vida.
¿Qué nota le pondrías a las empresas españolas en lo que se refiere a su implicación en la lucha contra la violencia machista?
Hemos visto un gran cambio en estos veinte años. Antes era muy difícil entrar en una empresa para hablar de violencia de género; ahora no damos abasto. Desde la Fundación formamos a las plantillas, les explicamos qué es la violencia género, cómo se ejerce y cuáles son las señales que pueden alertar de que un familiar o una compañera está siendo maltratada. Las empresas deberían ofrecer formación en prevención de violencia de género, igual que hacen prevención de riesgos laborales. También ponemos en marcha protocolos de detección, para hacer de las empresas entornos seguros y de confianza. Algunas ya están haciendo mucho más de lo que les obliga la ley. En España tenemos las mejores leyes del mundo contra la violencia de género, somos referente mundial en este campo. ¿Qué falla entonces? Para empezar, que los hombres que siguen maltratando a sus parejas no se van a denunciar ellos mismos. Solamente el 20% de las mujeres que sufrimos violencia de género denunciamos o pedimos ayuda. A veces no te das cuenta, o crees que puedes manejar la situación, o te da miedo el estigma social. También hay otras barreras: si dependes económicamente de él, si tienes hijos, si estás en una zona rural, si eres inmigrante, si tienes una discapacidad… Es muy difícil que una mujer denuncie, por eso la gente de alrededor tiene que ayudarla. En España, solamente el 1,86% de las denuncias son interpuestas por allegados de la víctima, y eso es lo que pretendemos cambiar. El culpable es siempre el hombre que ejerce la violencia de género, pero los que estamos alrededor, sospechamos y callamos, somos cómplices.
"El culpable es siempre el hombre que ejerce la violencia de género, pero los que estamos alrededor, sospechamos y callamos, somos cómplices".
En la Fundación trabajáis, además, para implicar a los medios de comunicación. ¿También habéis notado un avance en el tratamiento que hacen de la violencia machista?
Sí, aunque todavía queda mucho por mejorar. Las estadísticas, por ejemplo, se dan siempre en base a las víctimas. Llega el 25 de noviembre y se habla de las mujeres asesinadas, las que sufren violencia, la que han denunciado… Parece que existe violencia de género porque hay víctimas. La noticia tendría que centrarse en los responsables, los que ejercen la violencia. Nunca se dice: en lo que va de año, tantos hombres han asesinado a sus parejas o tantos otros han sido condenados por maltrato. Es como si la violencia de género quedara impune, no se habla de las consecuencias que tiene para ellos. Los medios también tendrían que poner el foco en las supervivientes y no solo en los asesinatos, porque la mayoría salimos adelante. Los testimonios positivos que ofrecemos desde la Fundación Ana Bella a través de medios y redes sociales hacen que muchas mujeres nos llamen. El último vídeo que hice en Facebook tuvo 98 millones de visualizaciones en dos semanas y más de 100.000 comentarios de mujeres pidiendo ayuda.