La emprendedora que está introduciendo la cosmética africana en España
Katia Simone es la fundadora de AOKlabs, una firma cosmética que desde Sevilla colabora en el empoderamiento de las mujeres africanas

Oyéndola hablar, cualquier diría que la fundadora de AOKlabs, Katia Simone, es sevillana. “No llevaba aquí un mes y ya hablaba con acento andaluz”, asegura. Sus orígenes, sin embargo, son bastante más variopintos. Las ramas de su árbol genealógico se extienden en realidad por tres continentes. “Yo nací en Cuba, pero mis padres son de Guinea-Bisáu. Tengo un abuelo portugués, familia en Cabo Verde, en Inglaterra… Crecí entre culturas totalmente diferentes”. Simone no llegó aquí hasta 2007. “A mí España me ha llamado siempre. Yo era la única niña negra en Cuba que bailaba flamenco y ya entonces decía que me quería venir”. También tenía claro que su destino no sería Madrid o Barcelona, sino Sevilla. Llegó a la capital andaluza en 2007, en autobús y con 1.000 euros en el bolsillo. En ese momento tenía 19 años. “Vine a buscarme la vida, a ver qué me encontraba, y lo que encontré, por casualidades de la vida, fue el amor, cuando conocí a quien se ha convertido en padre de mis hijos y socio”.
Trabajó como camarera, como administrativa y, finalmente, en la empresa de calzado XTI. “Me gustaba porque era atención al cliente: tienes un problema y te doy una solución. Pero no era lo que realmente estaba buscando, yo quería hacer otra cosa”. En 2016, Katia Simone tuvo a su hijo mayor, Piero, y con él llegó también la idea de AOKlabs. “Mi hijo nació con alergia a la proteína de la leche de la vaca. Los niños que tienen esa afección no pueden utilizar ningún producto que en su composición utilice leche o sus derivados. Yo desde niña he utilizado la manteca de karité y empecé a utilizarla también con Piero. Los resultados fueron increíbles”, explica. Tan bien le funcionaba para aliviar las rojeces que le provocaban los pañales a su hijo, que empezó a recomendarla en su entorno. “Compartí mi experiencia con las madres de los grupos de apoyo a la lactancia de los que formaba parte y también a ellas les funcionó de maravilla”.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que esa materia prima que las mujeres africanas llevan siglos utilizando para hidratar y cuidar su piel podía ser la base de ese negocio con propósito que buscaba. La manteca de karité es un producto natural, derivado de las nueces del árbol de karité, rico en ácidos grasos (karité significa ‘árbol de mantequilla’), vitaminas y minerales. El árbol crece especialmente en África Occidental y Central, en países como Burkina Faso, Costa de Marfil, Malí, Ghana y Sudán. Sus nueces se recogen, se secan al sol o en hornos, se trituran para romper la cáscara y extraer las semillas o almendras, se muelen hasta obtener una pasta espesa y luego se extrae su grasa, bien de forma tradicional (batiendo la pasta con agua caliente hasta que se separa) o mediante métodos mecánicos como la presión en frío. La grasa resultante se utiliza ampliamente en la cocina africana y como emoliente en cosméticos.
El primer lanzamiento de AOKlabs, Oro Africano, es básicamente eso: una manteca de karité 100% pura, sin aditivos y con certificación de origen. “Lo puede usar cualquiera, pero lo utilizan especialmente las personas que tienen piel sensible o que sufren sequedad extrema, dermatitis atópica, dermatitis seborreica, rosácea, acné, etcétera. También para tratar las manchas o atenuar las líneas de expresión”. En los cinco años que han pasado desde su lanzamiento se han vendido más de 1,5 millones de unidades de este cosmético multiusos. “No hemos inventado nada nuevo”, reconoce Simone, “lo que intentamos es ofrecer esa materia prima con todos sus beneficios y propiedades intactas”. La fundadora de AOKlabs explica que en el proceso de refinado de la manteca de karité, que es la forma en la que, por lo general, se utiliza en la industria cosmética, esta “pierde parte de su olor, color y propiedades. Nosotros decidimos trabajar directamente con cooperativas de mujeres africanas que realizan todo el proceso, desde la recogida de la nuez de karité hasta la extracción de la grasa, de forma artesanal. Adquirimos la materia prima en el lugar de origen y la envasamos sin adulterar absolutamente nada”.
En África Occidental es frecuente que la manteca de karité sea producida por cooperativas de mujeres. Esas organizaciones juegan un papel crucial en el empoderamiento económico y social de las mujeres y de las comunidades rurales. Simone sabía de su existencia desde hacía tiempo. “En un viaje a Guinea-Bisáu, el país de mis padres, habíamos conocido las cooperativas que trabajaban la manteca de karité. Me llamó mucho la atención, porque es un producto que conozco desde pequeña, pero nunca había tenido la oportunidad de ver cómo se hacía. Se me quedó grabado en la cabeza y cuando surgió la idea de AOKlabs me acordé. Hablé con mi padre, que estaba en África, y él se puso en contacto con distintas cooperativas, hasta que dimos con una en Ghana que trabajaba la manteca de karité de una forma muy organizada y con certificación ecológica. Empezamos comercializando una tonelada y hoy les compramos más de 40 toneladas al año”. En consecuencia, han pasado de dar a empleo a 65 mujeres a trabajar con 270.
Pero su relación con esas comunidades va más allá. “La cosmética africana es un concepto que hemos traído a España y que tiene mucho que ver con una cuestión de valores. No solo traemos nuestras materias primas de África, queremos darle al continente el valor que tiene. Hay marcas que trabajan con manteca de karité o baobab, pero se definen como cosmética de París, Madrid o de donde sea. Además, generamos economía circular. Parte de nuestros beneficios revierten en las comunidades locales. Ese compromiso forma parte de nuestro ADN. Como afrodescendiente, era para mí importante. El año pasado construimos allí un pozo de agua y ahora estamos trabajando en un proyecto para reacondicionar un colegio”.

El pozo que construyeron en Nakunga (uno de los dos pueblos en los que están las dos cooperativas con las que trabaja AOKlabs) ha permitido que sus 3.000 habitantes tuvieran acceso a agua potable. De las mejoras en el colegio se espera que se beneficien 1.200 niños. En España tienen un acuerdo con AMAMA, la Asociación de Mujeres con Cáncer de Mama de Sevilla, que vende su Oro Africano para obtener fondos para la investigación del cáncer. Para canalizar toda esa actividad, la empresaria puso en marcha hace un par de años la Fundación Katia Simone.

A partir de ese primer producto, la compañía ha ido creciendo y diversificándose. Desde su laboratorio en Dos Hermanas ha desarrollado 38 formulaciones dermocosméticas (tres de ellas pertenecientes a su nueva línea pediátrica), que combinan ingredientes naturales de origen africano (karité, pero también aceite de baobab, moringa, argán o kigelia) y otros más innovadores (bakuchiol, revinage, ácido salicílico, vitamina K, ácido hialurónico, etcétera).
La marca está hoy presente en más de 3.500 farmacias en España. “Estar en farmacias supone un aval. Primero, porque los farmacéuticos conocen bien los ingredientes y los principios activos que se utilizan en las formulaciones. Y, en segundo lugar, porque aconsejan, y esto es algo que el público agradece”. AOKlabs también se vende online y en marzo abrió su primera tienda en Sevilla. Este mes de agosto abrirá la segunda en un centro comercial de la capital andaluza y, a corto plazo, Simone espera llegar a más plazas. “Tenemos la vista puesta en Madrid y Barcelona. Estar a pie de calle te da presencia y notoriedad de marca, y en la tienda el consumidor final tiene la oportunidad de conocer todos y cada uno de nuestros productos”.

Además, la firma vende online en Alemania, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia, UK, Mozambique, Cabo Verde, Hong Kong y Portugal (en este último país también tiene presencia física). Y ahora prepara su desembarco en Estados Unidos. “Queremos entrar primero online, a través de marketplace, y después también de forma física. Estamos analizando distintas oportunidades y negociando con los partners para hacerlo bien”.
Todo este desarrollo ha sorprendido incluso a la fundadora de la empresa. “Cuando empezamos, tenía un plan a diez años, y en cinco hemos superado los objetivos que me había marcado”. De cara a futuro, sus objetivos pasan por seguir con la expansión nacional e internacional y, sobre todo, por continuar difundiendo el concepto de cosmética africana. “No se trata solamente de cuidar la piel, sino de utilizar productos con conciencia, que te haga sentir bien y aceptarte tal y como eres, porque defendemos la belleza real. También es una forma de conectar con nuestros ancestros y de colaborar con el empoderamiento de la mujer africana”.

