“En esta sociedad hay exceso de testosterona”

Javier Vega de Seoane, presidente del Círculo de Empresarios

Fotos: Santiago Ojeda

Busco una foto. La de Adolfo Suárez votando en las primeras elecciones democráticas, en 1977, que dieron la victoria a su formación política, la UCD. La busco, porque el presidente de la mesa en la que votó es hoy presidente del Círculo de Empresarios, Javier Vega de Seoane. Podríamos afirmar que tuvo su minuto de gloria mediática. Pero sería más adecuado decir 1) que se le ha aclarado el pelo pero no la mirada, que sigue siendo tan asertiva y transparente como era y 2) que no sabía el futuro presidente (de la nación) con quién estaba tratando cuando introducía su papeleta de voto en la urna.

Porque aquel Vega de Seoane de treinta años ya había tenido bastantes minutos de gloria en su vida. Este ingeniero de minas, diplomado en Business Management en la Glasgow Business School, ya había echado los dientes en una empresa familiar de fundición de acero, había sido director financiero y comercial en empresas como Leyland Ibérica y Tecnauto y en ese momento era director de marketing y ventas de SKF, compañía en la que llegó a ser presidente, cargo que ostentaba cuando en 1984 fue nombrado director general del Instituto Nacional de Industria (INI); la gran empresa de empresas del país, que suponía un 12% del PIB y daba trabajo a 600.000 personas, en manos de un joven de 37 años. Tres años después la dejó, se asoció con un grupo suizo de caza talentos y montó su empresa Gestlink, que sigue presidiendo y que solo abandonó para dedicar tres años, entre 1988 y 1991, a la presidencia de Explosivos Río Tinto.

Aquel mismo año en que Suárez y Vega de Seoane coincidieron en la foto, se creaba el Círculo de Empresarios de España (él se incorporó en el 89), con la idea de aportar valor a la sociedad civil, como el propio Vega de Seoane dice “profundizando en los estudios que hacemos frente a una sociedad que tiene tendencia a la frivolidad y con una visión a largo plazo frente a una sociedad que en general es cortoplacista. Una especie de ‘think tank’, un laboratorio de ideas, pero con la idea de servir a la sociedad, porque más allá del empresario, defendemos el interés general”.

Antes de realizar esta entrevista, y aparte de haber coincidido con él en diversos actos, he tenido la oportunidad de escucharle en dos ocasiones. Una, en gran comité, en una comida con (básicamente) mujeres, organizada por Nuria Vilanova, presidenta del grupo de comunicación Atrevia, dentro de sus encuentros Mirada plural. Otra, en petit comité, durante el almuerzo servido con motivo de la entrega de los premios Princesa de Asturias, en Oviedo, su ciudad de pacimiento, como él mismo dice, pues nació en San Sebastián y “pació” en la capital asturiana. En ambas le he visto actuar con la misma pasión y con el anzuelo puesto en las dos necesidades que tiene hoy por hoy el Círculo de Empresarios: mujeres y jóvenes. Le pido permiso para usar una frase que anoté en aquel almuerzo con mujeres. Y me lo da. Ahí va: “En esta sociedad hay exceso de testosterona”. Así que abre los ojos vivamente cuando yo empiezo a hablarle de mujeres, a preguntarle por cuántas empresas de moda (como le digo, es mi otra gran pasión y dedicación) están asociadas al Círculo —que ya me dice que solo Inditex—, como si mis palabras pudieran ser portadoras no de buenas voluntades sino de nuevas voluntades. De los 220 socios con que cuentan, solo 22 son mujeres y los jóvenes van incorporándose poco a poco gracias a cuotas más asequibles.

El Círculo, que en 2016 tiene un presupuesto de 1,7 millones y que se financia con las cuotas de los socios (“El presidente trabaja pro-bono, gana cero, su retribución es emocional”, aclara), se precia de ser independiente, con vocación de influencia política y social. Continuamente publica estudios de hondo calado y concretamente el presidente fue impulsor de una de sus publicaciones más preciadas, el barómetro, “un elemento de síntesis que bebe de todos los grupos de trabajo. Como es holístico, lo que hace es analizar España como plataforma competitiva”, explica.

¿Por qué nuestro país no llega a ser competitivo?

A España, en el contexto internacional, se nos pone en torno al puesto 34 en el ranking de competitividad, tampoco estamos tan mal entre 300 países. Pero como potencia económica somos el número 14. Nosotros proponemos una hoja de ruta viendo con las reformas que tendríamos que hacer para estar en los próximos diez años entre las 20 potencias más competitivas del mundo. Solamente podremos superar los problemas económicos y sociales que tiene España si crecemos. Si no, ni generaremos empleo, ni podremos pagar la deuda, ni tener un estado de bienestar que cada vez es más caro porque cada vez somos mayores, y los mayores costamos más. De manera que hay que crecer, y para crecer hay que ser competitivo. El mercado mundial crece de forma continua, y si estás en un mercado que crece, solo puedes crecer siempre y cuando seas competitivo, pero para serlo hay que hacer los deberes.

El deber más importante ¿cuál sería?

La educación. Tenemos un sistema educativo mediocre desconectado del mercado. Si miras el ranking de Shanghai, que analiza la calidad del sistema universitario de los países, tenemos solo una universidad entre las 200 mejores del mundo. Solo una, la de Barcelona. Coges los informes de Pisa y estamos en la cola. Estamos produciendo chicos con una formación que no es la demandada por el mercado actual y mucho menos por el que viene. Hace poco hicimos un análisis muy interesante sobre la situación de nuestros jóvenes entre 24 y 35 años. El 50% tiene el bachillerato o una formación inferior, el 20%, formación profesional y el 30% son universitarios, con independencia de que esos  universitarios no encajen con las demandas del mercado. Si coges el ejemplo de Alemania, donde nosotros tenemos el 50% de chicos con bachillerato o menos, ellos tienen el 15%; donde nosotros tenemos el 20% de formación profesional, ellos tienen el 60%, y la mayoría con profesional dual, es decir, que combinan lo teórico con lo práctico en las empresas. Hay una vertebración entre el sistema educativo y las empresas, lo que es fundamental.

¿Y el deber más urgente?

Las pensiones. En la dinámica actual se jubilan 600.000 personas al año y solamente entran en el mercado laboral 400.000 o 500.000, si las cosas van bien. Los nuevos que entran en el sistema de pensiones, las tienen cada vez más alta…, así que este año tenemos un déficit de 17.000 millones de euros. O subimos los impuestos para financiar eso –pero si suben los impuestos pierdes posición competitiva– o bajamos las pensiones, y dile eso a los pensionistas, que han creído que el sistema iba a funcionar porque los políticos se han cansado de repetir “no se preocupe porque las pensiones están garantizadas”. Pero ¿qué importe está garantizado? Ese tema hay que abordarlo con seriedad. Otro tema muy urgente es el mercado laboral, porque el problema más grave que tiene España, y el que genera mayores desigualdades, es el desempleo.  Aquí vas a buscar un empleo y no lo encuentras. Y al revés. Nosotros vamos a buscar un profesional y no lo encontramos, a pesar del desempleo que hay. Algo está funcionando mal. Por tanto, vamos a estudiar qué tenemos que hacer para que el mercado laboral funcione mejor, de verdad, sin demagogia. Entre otras cosas nosotros estamos ahora predicando políticas activas de empleo; es decir, a esos chicos que tienen bachiller, llevan varios años en el paro y no son empleables porque no tienen formación ni experiencia, tenemos que reconvertirlos entre la administración y la empresa para aumentar su empleabilidad, darles más capacidad para que sean contratables  o incluso para que puedan montar su propio negocio.

Si hablamos de competitividad, ¿qué papel tienen las mujeres?

Creo que en la sociedad hay conciencia de que necesitamos incorporar más mujeres. Lo que pasa es que eso es algo que va a tardar mucho tiempo. No es que la sociedad sea machista, que yo creo que lo va siendo cada vez más menos. En la universidad quizá hay más mujeres que hombres y son más brillantes, tienen mejores expedientes, pero luego se casan, vienen los hijos y muchas abandonan.

Tendría que hacer algo esta sociedad, ¿no?

Absolutamente. Es un problema cultural y de la propia estructura social, por los problemas que las mujeres encuentran para compatibilizar su vida familiar y laboral, y es un poco absurdo. Al margen del parto, porque son ellas las que tiene que dar a luz a sus hijos, lo demás tendría que ser compartido: el cuidado de los niños, el cuidado de la casa, etcétera. Todo eso se debería compartir de verdad.

¿Debería haber permisos de paternidad obligatorios?

Creo que tiene que haber igualdad y el sistema tendría que favorecer comportamientos de igualdad en los matrimonios. Deberíamos tener una red de guarderías mucho más amplia y gratuita. El sistema debe favorecer que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres, porque, con independencia de lo ideológico, bajo el punto de vista estrictamente práctico, perdemos ahí gran cantidad de talento.

Asegura que somos más pactistas y más pragmáticas. En su casa, donde hay dos hijos, una hija y ¡diez nietos!, observa la evolución hacia la igualdad. Entre otras cosas, “cocinan los hombres”. Pero no puede negar que “de facto, cuando vas a elegir a un primer ejecutivo, la gente que está por debajo son predominantemente hombres. Igual que cuando buscas una persona para un consejo de administración, si se lo encargas a un head hunter sin decirle que quieres una mujer, te trae un grupo en el que la mayor parte son hombres”. E

introduce otro tema estrella al que España está dando la espalda, la natalidad, que en nuestro país está en 1,3 hijos, cuando para un recambio generacional se necesitarían 2,2, con el consecuente envejecimiento de la población. “Tendríamos que facilitar, con mejores infraestructuras y con más incentivos fiscales y apoyos que la mujer tenga más hijos y que pueda hacer su carrera profesional en igualdad de condiciones. Nosotros, en DKV (es el presidente de esta compañía de seguros y también de Fujitsu España) tenemos una pequeña guardería, por ejemplo, y una serie de ventajas que nos han hecho valedores del certificado de empresa familiarmente responsable”.

¿Qué te parece el sistema de cuotas?

Un artificio y un poco denigrante. Es verdad que para revertir la situación tienes que empujar un poco en esa dirección, pero sin llegar a las cuotas. Si aplicas ese sistema, lo que puede ocurrir es que digan que estás aquí no porque seas muy lista, sino porque eres mujer, y eso no me parece razonable. Pero creo muy sinceramente que un mayor componente femenino en la dirección de las empresas mejora la calidad de la gestión. La vida me ha enseñado que las mujeres en general tienen mayor intuición, sensibilidad y empatía, y efectivamente aportan pequeños matices distintos. Los matices son muy importantes en la vida de las personas y de las empresas. Marcan la diferencia. La calidad está en los pequeños matices

Por cierto, ¿qué dice el barómetro sobre las mujeres?

Es mucho más macro, más general. Pero creo que es un fallo que no haya más mujeres en las direcciones de las empresas. Puede ser una de las razones de la pérdida de competitividad de un sistema. Así lo creo.

Hay muchas empresarias y pequeñas empresarias.

En proporción, hay pocas; en España tenemos 3.200.000 empresas y la mayor parte son de hombres.

Desde la educación debería trabajarse la vocación empresarial en los niños…

Absolutamente. Hay que hacer mucho trabajo, no solo para que haya empresarios, sino para que haya espíritu emprendedor, innovador, que se acepte el riesgo, que el fracaso se comprenda como parte del aprendizaje, que no sea un estigma. Hay una fundación que se llama Créate, de la que somos patronos, que está desarrollando sistemas para que los profesores fomenten en los chicos el espíritu emprendedor. Nos parece muy importante, porque con más emprendedores vamos a tener más capacidad de generar una dinámica social que se adapte a estos tiempos nuevos, que haya más empresas y se genere más empleo.

 

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