Y se hizo la luz sobre la menopausia
La conversación sobre el climaterio ha entrado en una nueva etapa, abriendo, de paso, una gigantesca oportunidad de negocio

En estos momentos, unos 1.000 millones de mujeres en todo el mundo atraviesan la menopausia. Afortunadamente, lo hacen menos solas de lo que lo hicieron sus madres o sus abuelas. Aunque el estigma no ha desaparecido del todo, los tabús y estereotipos relacionados con esta etapa empiezan a caer. Definitivamente, la conversación sobre la menopausia ha entrado en una nueva era, abriendo, de paso, una gigantesca oportunidad de negocio.
El pasado mes de febrero, el Congreso aprobó una proposición no de ley para mejorar la investigación, la atención y la información sobre la menopausia. Que sus señorías dedicaran tiempo a debatir sobre las implicaciones del climaterio habría sido, hasta hace no mucho, impensable. A pesar de ser un proceso natural, una etapa más de la vida que (con suerte) nos llegará a todas, la menopausia ha sido durante demasiado tiempo un gran tabú, un asunto incómodo y vergonzoso del que las mujeres no hablaban ni siquiera entre ellas. Se vinculaba con la vejez, la pérdida del atractivo y un montón de síntomas poco agradables: sofocos, insomnio, aumento de peso, osteoporosis, depresión… La menopausia era una desgracia, cuando no un insulto o motivo de bromas. No es de extrañar que se llevara en secreto.
De hecho, hasta hace no tanto no había siquiera un nombre para referirse a lo que les pasa a las mujeres en esta etapa. Rastreando en la literatura médica es posible encontrar alguna referencia al cese de la menstruación en los escritos de Galeno, Hipócrates e incluso Aristóteles, pero no fue hasta el año 1821 cuando un médico francés, Charles de Gardanne, acuñó el término ‘menopausia’ para denominar a lo que hasta entonces se aludía con expresiones como la ‘edad crítica’, ‘la muerte del sexo’ o ‘el infierno de las mujeres’. Todo muy alentador.
En los últimos años, sin embargo, esta etapa ha comenzado a verse bajo una nueva luz. El estigma no ha desaparecido del todo, pero empieza a haber cierta normalización: los medios dedican espacio al tema, mujeres de alto perfil hablan públicamente sobre su experiencia con los sofocos o los cambios hormonales y los políticos debaten sobre su impacto social.
El tono también es otro. Tradicionalmente, cuando se hablaba de menopausia, la conversación solía centrarse en sus aspectos negativos, que, obviamente, son una realidad. Pero ni todas las mujeres van a sufrirlos ni esa cara menos amable de la menopausia es la única. En estos tiempos que corren, el final de la fertilidad ya no representa necesariamente una desgracia. Antes al contrario, para algunas mujeres, deshacerse de las ataduras del imperativo biológico y la crianza puede resultar incluso un alivio. “Cada mujer vive una menopausia distinta. Para las que tuvieron reglas dolorosas o abundantes es una liberación. Para las demás, es una nueva etapa para tomar conciencia del autocuidado, el momento de priorizarse”, señala Mercedes Herrero, ginecóloga y colabora de la marca de productos de higiene femenina Intimina.
Muchas mujeres entran hoy en su quinta, su sexta y su séptima década de vida con más energía y planes vitales que nunca. Lo que antes se veía como el inicio del declive se ha convertido en el principio de una nueva fase, que, con el aumento de la esperanza de vida, es cada vez más larga. La edad media del cese definitivo de la menstruación se sitúa en torno a los 51 años. Esto quiere decir que la mayoría de las mujeres pasan un tercio de su vida sin regla. Si hablamos de climaterio, la etapa que marca la transición paulatina de la vida fértil a la no fértil e incluye también la perimenopausia y la posmenopausia, ese periodo es todavía más amplio: desde los 45 a los 65 años.
Mireia Roca: “Aunque no todas las mujeres van a ser madres, hay un montón de contenido sobre la maternidad. Todas vamos a pasar por la menopausia, así que también deberíamos darle la importancia y el espacio que merece”
Solo en España hay 8 millones de mujeres (el 17% de la población) en algún punto de esa transición. Se trata, por tanto, de un grupo importante y hasta ahora bastante ignorado, incluso por parte de la comunidad médica. Porque si las mujeres hablaban poco de la menopausia con su entorno, lo hacían todavía menos con su médico. Y en caso de hacerlo, era probable que la respuesta no fuera muy favorable. “Hasta hace relativamente poco, no era infrecuente que, si una paciente comentaba su sintomatología, el profesional sanitario no se hiciera cargo, no fuera empático o no le dieran las herramientas preventivas o terapéutica adecuadas. Existía lo que algunos llaman el ‘pacto de doble silencio’, por el que ellas no contaban y los profesionales sanitarios no preguntaban”, reconoce la doctora Silvia P. González, ginecóloga y presidenta de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM). Ese muro de silencio empieza a resquebrajarse, aunque aún no haya desaparecido del todo: todavía hay médicos que normalizan los síntomas que restan calidad de vida a sus pacientes en lugar de buscar soluciones.
Aunque no es una enfermedad (la OMS la sacó en 1996 de la clasificación internacional de enfermedades), el fin de la etapa reproductiva puede llegar acompañado de síntomas incómodos. “Las mujeres temen que los cambios les afecten física y emocionalmente: engordar, el insomnio, los sofocos, la falta de energía y la merma del deseo sexual o las relaciones no placenteras”, explica Herrero. “La última vez que consulté el listado de potenciales síntomas que pueden aparecer o exacerbarse con la menopausia iba por 270”, apunta, por su parte, la presidenta de la AEEM. “Por supuesto, no todas las mujeres van a sufrirlos ni todo lo que les pase va a ser por su causa, pero no podemos olvidar que aproximadamente un 85% de las mujeres van a tener síntomas durante el climaterio y una cuarta parte de ellas van a ver muy deteriorada su calidad de vida”.
A pesar de ello, la menopausia se encuentra entre las afecciones de salud femenina menos atendidas. El potencial de crecimiento de productos y tratamientos en este campo es, por tanto, enorme. Se espera que, para 2030, el mercado mundial de la menopausia alcance los 24.400 millones de dólares, según datos de la consultora Grand View Research. Suplementos nutricionales, terapias hormonales, productos de belleza, dietas, retiros… Bienvenidos a lo que The New York Times ha definido como “la fiebre del oro de la menopausia”.

El bienestar de las mujeres mayores de 45 años se ha convertido en un filón, y las actrices de Hollywood han sido de las primeras en detectarlo. Gwyneth Paltrow, Halle Berry o Naomi Watts son algunas de las que llevan tiempo contándonos cómo vivir mejor en esta etapa, y haciendo, de paso, caja con ello. Además de fundadora del imperio de estilo de vida Goop, Paltrow es una de las inversoras, junto a sus colegas Drew Barrymore, Cameron Diaz y Demi Moore, de Evernow, una plataforma que ofrece planes de atención personalizados para las mujeres que viven la menopausia. Esta startup con base en San Francisco también ha recibido el apoyo de personalidades como Gwynne Shotwell, presidenta de SpaceX, y de las firmas de capital riesgo NEA, 8VC, Refactor Capital y Coelius Capital.
Respin es el nombre de la plataforma centrada en la salud y el bienestar de las mujeres de mediana edad creada por Halle Berry. Hace unos meses, la actriz compartió, en una conversación que mantuvo en un evento con la entonces primera dama, Jill Biden, que se lanzó a emprender después de pasar por un via crucis que arrancó cuando empezó a sentir molestias al mantener relaciones sexuales. Al principio, los médicos le diagnosticaron un herpes. Después de dar muchas vueltas descubrió que en realidad era una señal de la perimenopausia.
Otra compañera de profesión que se ha subido a este carro es Naomi Watts. En 2022, Watts lanzó Stripes Beauty, una marca cosmética dirigida a mujeres que atraviesan cambios hormonales relacionados con la edad. La firma, que vende principalmente a través de su plataforma online y de Amazon, ofrece productos de belleza y cuidado personal en las categorías de suplementos nutricionales, cuidado de la piel, cuidado del cabello y bienestar vaginal. Stripes fue adquirida el pasado verano por L Catterton, el fondo de inversión de LVMH. Con esa inyección de capital, la empresa planea impulsar su inversión en marketing, reforzar el equipo, la atención al cliente y desarrollar una línea de innovación.
El capital riesgo, es evidente, ha empezado a interesarse por un mercado en plena expansión. Si hace unos años, el universo femtech estaba en pleno crecimiento con empresas relacionadas con la regla y la fertilidad, entre otras cosas, porque las fundadoras estaban en esa etapa de la vida y buscaban soluciones para ellas mismas, con el paso del tiempo esas emprendedoras se han ido encontrando con otras problemáticas. Es lo que les pasó a Cristina Martínez y Mireia Roca, las fundadoras de la firma barcelonesa Domma. Las dos se habían conocido trabajando en otra startup y tenían, desde hacía tiempo, la idea de montar juntas algo relacionado con la salud de la mujer. En ese impás, Cristina notó que su cuerpo empezaba a “hacer cosas raras”. Entonces, cuenta, se pusieron a investigar y descubrieron que había una etapa llamada perimenopausia en la que las mujeres pueden experimentar cambios. “Afecta a la regla, pero también puede haber cambios de peso o de humor. Fue cuando nos dimos cuenta de la desinformación que había sobre algo por lo que todas vamos a pasar”.
Domma ofrece productos (complementos alimenticios, sérums, infusiones, aceites esenciales y afrodisíacos), formulados sin hormonas, para combatir la sintomatología física y emocional fruto del desajuste hormonal. Aunque se pueden comprar de forma puntual, la marca funciona, principalmente, con un modelo de suscripción. Domma tiene, según sus datos, más de 10.000 suscriptoras, a las que también ofrecen acompañamiento sobre bienestar en la madurez a cargo de una coach especializada. La marca está, además, haciendo una labor de divulgación, a través de redes sociales y sus plataformas digitales, para paliar esa falta de información que sus fundadoras detectaron. Con este objetivo colaboran con nutricionistas, ginecólogos, psicólogos, expertos en sexualidad, etcétera. “Aunque no todas las mujeres van a ser madres, hay un montón de contenido sobre la maternidad. Todas vamos a pasar por la menopausia, así que también deberíamos darle la importancia y el espacio que merece”, indica Mireia Roca.
Mercedes Herrero: “Cada mujer vive una menopausia distinta. Para las que tenemos reglas dolorosas o abundantes es una liberación. Para las demás, es una nueva etapa para tomar conciencia del autocuidado, el momento de priorizarse”
La compañía superó el millón de euros de facturación en 2024 (el doble de 2023) y prevé llegar a los 3 millones de euros este año. Y no es la única con buenas perspectivas. El mercado de las soluciones para la menopausia está viviendo un auténtico boom. Las estrategias para mejorar la calidad de vida durante esta etapa se dividen en tres grandes grupos. Por un lado está la terapia hormonal de sustitución, durante mucho tiempo cuestionada, incluso desde el ámbito sanitario, por sus supuestos peligros (algunos estudios , ahora rebatidos, la vinculaban con un mayor riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, coágulos o cáncer de mama). Hoy, sin embargo, cuenta con el respaldo de la mayor parte de la comunidad médica. Son medicamentos que necesitan receta. “Cada mujer se valora de manera individual para decidir la mejor opción, si los necesitara. Bien indicados, los beneficios superan los posibles riesgos de usarlos”, explica Mercedes Herrero.
En los últimos años también han ganado en popularidad los llamados pellets hormonales. Se trata de unos pequeños cilindros cargados con hormonas que se colocan con una inyección bajo la piel y que liberan durante meses estradiol y progesterona para compensar el descenso hormonal que se produce con la edad. A pesar de que se utilizan cada vez más, a menudo en centros de estética, para controlar el peso y los signos del envejecimiento, muchos profesionales siguen teniendo reparos, y es que, como señala la doctora Herrero, “estos tratamientos no han pasado la validación de las agencias del medicamento española, europea ni americana. La Sociedad Española para el Estudio de la Menopausia desaconseja su uso por la falta de estudios de seguridad y eficacia”.

Por último, están los suplementos alimenticios y los productos farmacéuticos de venta libre que prometen aliviar los sofocos, la pérdida de masa ósea y otros síntomas relacionados con la menopausia. En algunos casos, esa promesa no se basa en nada muy concreto. De hecho, el texto recientemente aprobado en el Congreso alertaba sobre “la falta de efectividad del consumo generalizado de cremas, pastillas y terapias alternativas y acientíficas, que exhiben la indicación para el tratamiento de los síntomas asociados a la menopausia sin ningún tipo de control”.
Más allá de lo que pueda suponer para el bolsillo de quien los compre, la pregunta es si este tipo de productos sin aval científico pueden llegar a convertirse en un problema de salud. La respuesta, según la presidenta de la AEEM, es que no, aunque con matices. “Para muchas mujeres, incluso para muchos profesionales sanitarios, el enfoque es ‘mal no te van a hacer’. Quizá haya dudas sobre la eficacia de estos productos, pero tenemos clara su seguridad. Yo creo que esto no se sostiene, porque, si bien los márgenes de seguridad en los complementos nutricionales son muy, muy grandes, pueden provocar interacciones con algunos fármacos. Además, si se toman sin supervisión diferentes complementos que incluyen una pequeña o una gran cantidad de principios activos, se puede llegar a una sobredosificación. Es verdad que la seguridad es amplísima, pero tampoco se pueden considerar inocuos, depende de las dosis y del uso que se haga de ellos. Además, nadie debería tomar algo solo porque no le vaya a hacer mal, es un argumento muy pobre”.
“En el universo de la suplementación y los nutracéuticos hay de todo”, reconoce Mireia Roca. “Hay muchos productos creados con otros objetivos a los que ahora les están metiendo la etiqueta de ‘menopausia’ para así vender más. En nuestro caso, todos los ingredientes que usamos están respaldados por evidencia científica específica para la fase de climaterio. También hacemos estudios clínicos de efectividad con muestras cada vez más amplias. Eso nos da la garantía de que todo lo que lanzamos al mercado tiene una eficacia superior al 80%”.
Silvia P. González: “Cada vez tengo más consultas de mujeres que han acudido a varios profesionales que no las han atendido como ellas querían y deciden acudir a un especialista en menopausia”
Mejorar la formación del personal sanitario es otra de las exigencias planteadas por la norma salida Congreso. En este campo también queda mucho por hacer. La menopausia era una cuestión por la que históricamente la carrera de Medicina pasaba de puntillas y la mayoría de los profesionales no se planteaban ir más allá. El grupo de los que tenían formación reglada y experiencia en este campo era reducidísimo. Afortunadamente, esto también empieza a cambiar, y en la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia están siendo testigos de ello. “Hacemos muchísimos cursos dirigidos a distintos perfiles, y la verdad es que cada vez tienen más éxito de asistencia. Incluso profesionales sanitarios que no tenían mucho interés en el campo han tenido que actualizar sus conocimientos de cara a atender bien a sus pacientes”. Entre otras cosas, explica Silvia P. González, porque las propias mujeres empiezan a no conformarse con los diagnósticos vagos y la falta de soluciones que se les ha ofrecido hasta ahora. “Cada vez tengo más consultas de pacientes que han acudido a varios profesionales que no las han atendido como ellas querían y deciden acudir a un especialista en menopausia”.
La presidenta de la AEEM insiste, no obstante, en la importancia de que todos los sanitarios, y no solo ginecólogos y personal de atención primaria, se formen en la materia. “El abordaje que hacemos ahora del climaterio tiende a ser cada vez más multidisciplinar. Implica a ginecólogos y médicos de atención primaria, pero también a matronas, enfermería, farmacéuticos, nutricionistas, psicólogos, sexólogos…”
Más allá del ámbito sanitario, también ha llegado la hora de abrir un debate social, sin tabúes ni eufemismos, sobre lo que supone la menopausia. ‘Estamos en esa edad de no tener reglas para sentirnos más libres que nunca’ y ‘Estamos en esa edad de notar cambios y de cambiar las cosas’ son algunos de los mensajes que utiliza una campaña que está llevando a cabo el Ministerio de Sanidad para sensibilizar a la ciudadanía al respecto. La campaña aborda cuestiones como los sofocos, los cambios de humor o la disminución de la libido, temas sobre los que todavía cuesta hablar en algunos ámbitos.
Que mujeres de alto perfil se abran públicamente sobre su experiencia en esta etapa también está ayudando a romper esa barrera. Hace un par de años, por ejemplo, Nicola Sturgeon, por entonces primera ministra de Escocia, se animó a hablar en una entrevista sobre los cambios físicos y emocionales que estaba experimentando a raíz de la menopausia. En un podcast dirigido a mujeres mayores de 40, se explayó con franqueza sobre ello pese a que, reconoció, tratar estas cuestiones le resultaba incómodo. Se sinceró, por ejemplo, sobre sus dudas sobre la terapia de reemplazo hormonal, sus problemas para dormir, los sofocos y su miedo a sufrir uno en medio de una sesión parlamentaria. Porque, como bien sabe quien ha pasado por ellos, los sofocos pueden llegar en el momento más inoportuno. “¿Y si esto me pasara estando de pie frente al Parlamento en medio de las preguntas al primer ministro? ¿Qué debería hacer?”, se preguntaba.
Desde luego, no todas las mujeres tienen la exposición pública de una jefa de Estado, pero el temor a que los síntomas de la menopausia afecten a su vida social y, sobre todo, laboral, está bastante extendido entre las mujeres. Según una investigación llevada a cabo por Intimina, la menopausia ha tenido un impacto negativo en la vida profesional del 42% de las españolas de más de 45 años. Son bastantes (26%) las que han tenido que ausentarse del trabajo o tomarse algún día libre por esta causa. Y casi el 15% se ha planteado alguna vez dejar su trabajo debido a los síntomas.

Pese a ello, todavía son pocas las empresas que tienen planes específicos para ayudar a sus trabajadoras en esta etapa. Nestlé es una de ellas. El servicio médico de la multinacional en nuestro país ha puesto en marcha, de la mano de la dirección de recursos humanos, un programa para abordar la perimenopausia y menopausia en el entorno laboral de forma integral. Su objetivo es dar apoyo a las personas que están atravesando esta etapa (el 20% de la plantilla de Nestlé en España son mujeres entre 41 y 55 años), ofreciéndoles recursos como información nutricional y de suplementación o recomendaciones de ejercicio físico, y, al mismo tiempo, sensibilizar al resto de la plantilla (incluidos los hombres) sobre los desafíos laborales que puede implicar. La menopausia también se ha incorporado al Programa de Ayuda al Empleado, que ofrece atención personalizada y emocional 24 horas, todos los días de la semana, para todo el personal de oficinas y fábricas.
Además, se está llevando a cabo un ciclo de sesiones divulgativas con expertos para visibilizar la perimenopausia y menopausia como una fase natural de la vida. En la primera, a cargo de una ginecóloga y obstetra, participaron cerca de medio millar de empleados y empleadas de la compañía. En la siguiente sesión, ya proyectada, se ahondará en la terapia hormonal. “Por parte de las empresas, el apoyo comienza con la sensibilización y la formación. Es esencial que los líderes y equipos de recursos humanos entiendan qué es la menopausia y cómo puede impactar en sus empleadas. Además, fomentar un entorno de trabajo libre de estigmas, donde las mujeres puedan hablar de este tema sin temor, es clave”, indica Thais Giménez, responsable del servicio médico, salud y bienestar de Nestlé España. “Una cultura laboral que entiende y apoya las necesidades de sus empleadas en todas las etapas de su vida es, además, una cultura más productiva y humana”.
Este reportaje se publicó primero en la edición número 21 de MAS en papel.