Wally Funk hará hoy por fin aquello con lo que lleva toda una vida soñando: volar más allá de los confines terrestres. A sus 82 años, ocupará uno de los cuatro asientos del vuelo inaugural de Blue Origin, la compañía aeroespacial de Jeff Bezos, convirtiéndose, de paso, en la persona de más edad en alcanzar el espacio, un récord hasta ahora en manos del mítico John Glenn, el primer estadounidense en orbitar la Tierra, que en su última misión tenía 77 años. “Nadie ha esperado más”, escribió el fundador de Amazon al anunciar que había invitado a Funk a participar en la misión. Hace ahora seis décadas, la piloto formó parte de las Mercury 13, el grupo de aviadoras que a principio de los sesenta se prepararon para ser astronautas. Ninguna de ellas lo consiguió.
Mary Wallace (su nombre auténtico) nació en Las Vegas (Nuevo México) en 1939. Su pasión por la aviación comenzó a una edad temprana. Empezó a fabricar modelos de aviones con madera cuando tenía siete años y tomó su primera lección de vuelo un par de años después. Consiguió la licencia de vuelo en su adolescencia y eligió la Universidad de Oklahoma por su equipo de aviación. Después se convirtió en la única instructora de vuelo en una base militar estadounidense.
En 1961 se ofreció como voluntaria para unirse al programa Women in Space, dirigido por el doctor William Lovelace, el responsable de reclutamiento de la Nasa, que lanzó este proyecto, financiado con fondos privados, para comprobar si también las mujeres podían ser astronautas. Las participantes se sometieron a las mismas pruebas y al mismo entrenamiento que los Mercury 7, los siete varones elegidos como tripulantes de las misiones Mercury, los primeros astronautas estadounidenses. Por eso a ellas se las bautizó como las Mercury 13. Funk era, con 22 años, la más joven. El entrenamiento fue duro y constó de varias fases, y aunque trece de las diecinueve mujeres que lo empezaron lo superaron, el programa acabó siendo cancelado. A diferencia de sus compañeros, los Mercury 7, ninguna de ellas fue al espacio. Poco después, en 1963, Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en el espacio. Los estadounidenses tuvieron que esperar hasta 1983 para ver a una compatriota, Sally Ride, salir de la atmósfera.

Cuando en los setenta la Nasa comenzó a entrenar a mujeres astronautas, Wally Funk volvió a intentarlo. Fue rechazada hasta en cuatro ocasiones por la agencia, algo que ella atribuye a que no tenía un título como ingeniera ni experiencia como piloto de pruebas. Después se convirtió en la primera inspectora de la Administración Federal de Aviación (FAA), investigando accidentes aéreos. También fue instructora de vuelo, siguió pilotando y nunca perdió el interés por alcanzar las estrellas. De hecho, en 2010 se gastó 200.000 dólares en un billete para el SpaceshipTwo, el avión suborbital de Virgin Galactic, que todavía espera poder utilizar.
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Pero Blue Origin la llevará antes al espacio. Funk despegará hoy a bordo del cohete New Shepard a las 15:00 hora española. Los otros tres miembros de la tripulación serán el propio Jeff Bezos, su hermano Mark y un estudiante de 18 años llamado Oliver Daemen, hijo del multimillonario neerlandés que quedó segundo en la subasta que se llevó a cabo para adjudicar esa cuarta plaza (el ganador, que pagó por ella 23,7 millones de euros, terminó renunciando por “problemas de agenda”). Daemen romperá otro récord, pero por el lado contrario: será la persona más joven en volar al espacio. Se espera que el vuelo dure once minutos y durante su transcurso superarán la línea de Kármán, el límite entre la atmósfera y el espacio exterior, situado a 100 kilómetros de altitud sobre el nivel del mar. El primer vuelo de la compañía de Richard Branson, la semana pasada, se quedó a unos veinte kilómetros de ese límite.
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