Más de la mitad de las mujeres del sector audiovisual han sufrido violencia sexual
CIMA ha presentado los resultados del primer estudio que documenta el impacto de las violencias sexuales en la industria audiovisual española

Desgraciadamente, parece que los casos de acoso y violencia contra las mujeres en el sector cinematográfico y audiovisual no son cosas del pasado. Ocurren más de lo que creemos y rara vez acaban en denuncia. La Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) acaba de presentar el primer informe estatal sobre violencia sexual en la industria audiovisual española, y las cifras que deja resultan alarmantes. El 60,3% de las encuestadas ha sufrido algún tipo de violencia sexual: un 81,4% se ha enfrentado a acoso verbal, un 49,5% ha sufrido acoso físico y el 22,3% ha sido víctima de violencia sexual a través de la tecnología, como el acoso virtual o digital.
Lo más preocupante es la impunidad con la que actúan quienes ejercen la violencia. El 92% de las mujeres que han enfrentado violencia sexual no han denunciado los hechos. Aunque el 94% se lo contó a algún familiar o amigo cercano, tan solo el 6,9% de las acabó denunciando el episodio antes los cuerpos de seguridad del estado, policía autonómica, juzgado u otra institución.
Entre las razones por las que no denunciaron los hechos está el temor a las represalias, la inseguridad sobre cómo proceder y la creencia de que no serviría para nada. “La ausencia de mecanismos eficaces de denuncia o sanción, unido a la complicidad activa o pasiva de compañeros/as, colegas, directivos/as o entidades del sector, blindan esta impunidad. Muchos de los agresores señalados son profesionales de alto prestigio, con un poder simbólico o institucional que dificulta la revelación de la violencia o la denuncia, favoreciendo el encubrimiento. Las mujeres que dan el paso en la denuncia enfrentan consecuencias negativas en sus trayectorias profesionales”, indica el informe. “Se perpetúa un sistema en el que se cuestiona a la víctima o superviviente (mediante la rumorología, la falta de credibilidad, la minimización de lo sucedido o la desvinculación de la agresión con el entorno laboral) y de manera directa e indirecta se protege al agresor”.
Interpretación, dirección, arte, maquillaje, peluquería, sonido, guion, producción, posproducción… No hay departamento que se libre de esta lacra, y los episodios no se limitan a los sets de rodajes. Festivales, reuniones de trabajo, procesos de selección, fiestas y otros eventos también pueden ser su escenario. “Las violencias sexuales están profundamente integradas en la industria del cine y del audiovisual, donde se ha naturalizado y normalizado como parte del entorno laboral. Formar parte del sector implica aceptar su existencia y asumirlas como una condición inevitable. Este proceso de normalización reduce la capacidad de identificarlas, perpetuando un sistema que las invisibiliza y legitima”, denuncian las autoras en el estudio, que alerta sobre la especial vulnerabilidad de las mujeres jóvenes, que son percibidas como “presas fáciles dentro de una estructura que se aprovecha de su inexperiencia y dependencia laboral”.
Las autoras del informe, la politóloga Nerea Barjola, doctora en Feminismos y Género, y Bárbara Tardón, doctora en Estudios Interdisciplinares de Género y experta en violencia sexual, han realizado un total de 312 encuestas entre las 1.300 socias de CIMA. A ese análisis cuantitativo se ha sumado un estudio cualitativo a partir de quince historias de vida, cuatro grupos de discusión y entrevistas a expertas.