“Nos resulta lejana, pero la ablación afecta a mujeres que tenemos al lado”
Hablamos con las responsables de la creación de una unidad quirúrgica en Madrid para reparar las mutilaciones genitales con cirugía

Nos parece una práctica terrible, extraña y remota, cosas que pasan en África, pero a diario nos cruzamos con mujeres que de niñas sufrieron una ablación. Quizá tampoco sepamos que la mutilación genital femenina es un proceso reversible. Con la colaboración de la Fundación World Vision y Sanitas se ha puesto en marcha una unidad quirúrgica en Madrid que a partir de abril operará a mujeres que viven aquí y que fueron mutiladas de niñas.
El origen y el alma del proyecto es Carmen Domínguez, que lleva tres años trabajando para sacarlo adelante. Domínguez es periodista. Trabajó muchos años en medios y productoras y ahora dirige la suya propia, Mykado Media. Empezó a interesarse en la mutilación genital a través de su marido, cirujano plástico. “Me parecía que podía dedicarse a algo más que a la estética y que quizá podría hacer algún tipo de cirugía reconstructiva. Empecé a investigar para él y eso me llevó a la ablación y a su reconstrucción, porque me enteré de que era posible. Después me di cuenta de que el tema, por su importancia, nos superaba y de que necesitábamos el apoyo de una oenegé potente, así que me puse en contacto con World Vision”.

Esta organización, centrada en la ayuda a la infancia más vulnerable, trabaja desde hace tiempo contra la mutilación genital, pero principalmente en África y principalmente desde la óptica de la prevención. “Nuestra acción aquí se había centrado hasta ahora en la sensibilización. Esta práctica viola los derechos fundamentales de 3 millones de niñas y mujeres cada año”, explica Isabel Iglesias, directora de comunicación de World Vision. “Hacer que se conozca y luchar para que las leyes cambien y las protejan es uno de los pilares de nuestro trabajo”. En veintiocho países del África subsahariana es una práctica legalmente permitida. Según Unicef, 200 millones de mujeres en el mundo han sido mutiladas y hay más de 3 millones de niñas están en riesgo.
“Tras el asesinato, la mutilación genital femenina es la forma de violencia más brutal contra las mujeres. Nos resulta lejana, pero afecta a mujeres que tenemos al lado”, asegura Domínguez. Es difícil hacer estimaciones, al tratarse de inmigrantes que en muchos casos están en situación de ilegalidad, pero se calcula que en España hay entre 70.000 y 80.000 mujeres originarias de países en los que se practica. También viven aquí muchas niñas procedentes del África subsahariana a que no están, ni mucho menos, fuera de peligro. El riesgo está en las visitas a sus países de origen. “Se están dando casos en los que se las manda de vacaciones y vuelven mutiladas incluso contra el deseo de los padres. Es un tema muy complicado. Nosotros lo vemos como una mutilación, pero para ellos es una ceremonia de iniciación. Existen a su alrededor leyendas totalmente estrambóticas, como que si a las niñas no se les practica después sus hijos morirán en el parto”. Según datos del Ministerio de Sanidad, hay unas 17.000 niñas (menores de 14 años de distintas nacionalidades) que podrían pasar a engrosar las estadísticas.
Después de que Wold Vision se involucrara en el proyecto, el siguiente paso fue buscar un partner quirúrgico, que finalmente es Sanitas, con el que están ultimando un convenio de colaboración para intervenir a las mujeres en el Hospital Universitario La Zarzuela. Para que saliera adelante también ha sido fundamental la implicación del cirujano francés Pierre Foldès, uno de los mayores expertos mundiales en este campo. Foldès es el creador de un método quirúrgico que permite reparar los daños causados por la mutilación genital femenina. Ha operado a miles de mujeres tanto en países africanos como en su clínica de París. También ha formado a centenares de cirujanos en todo el mundo.
Una vez reunido el equipo, llegó la parte más difícil, contactar con las mujeres y convencerlas. Ya han reunido al primer grupo que se operará: seis mujeres de origen africano, mayores de edad, que viven en España. “Siendo sincera, no les hemos preguntado por su situación legal. Ni lo vamos a hacer”, admite Domínguez. “Son mujeres mutiladas a las que nos está costando mucho llegar. Para ellas es un trauma hablar de esto, lo ocultan. Las mutilaciones son dolorosísimas. El doctor Foldès nos ha explicado que incluso después de la operación de reconstrucción siguen sintiéndolo. Algunas tienen dificultad hasta para ir al baño. Poco a poco, después de hablar con ellas, van ganando confianza”. Porque no se trata solo de revertir los efectos físicos de la ablación. La ayuda psicológica y el apoyo emocional también forman parte del proceso. El contacto humano es para ello fundamental. Algo tan sencillo como crear un grupo de Whatsapp para que se conozcan está ayudando. “Ver que hay más mujeres en su misma situación supone un apoyo para ellas”.
Son mujeres vulnerables, en muchos casos sin trabajo o con empleos precarios. “El otro día hablaba con una de las chicas que se va a operar que me decía que no sabía cómo se lo iba decir a su jefa”, cuenta Carmen Domínguez. “Es asistenta y tenía miedo a quedarse sin trabajo. Le dije que podíamos ayudarla y hablar con su jefa. Pensándolo luego me di cuenta de que si una mujer tiene un cáncer de mama y le dice a su jefe que tiene que ir a una sesión de quimio cualquiera lo comprende y empatiza con ella. Pero ante el desconocimiento que existe en torno a la mutilación genital, el miedo que tienen a ser despedidas es enorme”.

A principios de abril el doctor vendrá a Madrid y formará al equipo de Sanitas y a un cirujano de Malí que traerá World Vision. También verá a las chicas y evaluará sus casos para decidir el abordaje quirúrgico. “Hay distintos tipos de ablación, desde la resección parcial o total del clítoris (y en casos muy infrecuentes, solo del pliegue de piel que rodea el clítoris) hasta la infibulación, la de peores consecuencias para la salud de las mujeres y niñas, que implica el estrechamiento de la abertura vaginal para crear un sello mediante el corte y la recolocación de los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris”, explica Iglesias. “Por eso, cada una de las mujeres que se someta a este proceso de reversión de la mutilación deberá ser tratada de forma individual y evaluar las posibilidades de intervención en cada caso”.
En una segunda visita, Foldès operará a las chicas y los cirujanos españoles aprenderán así su técnica para posteriormente ponerla en práctica. El plan es apoyarse después en la estructura internacional y la experiencia de World Vision en más de un centenar de países para incidir en los países de origen formando a más profesionales que reviertan la ablación también allí.
Combatir la mutilación genital en África es muy complicado, porque es una práctica con un fuerte arraigo cultural y en su lucha significa implicar a toda la sociedad, desde los gobiernos y los líderes tribales y religiosos, hasta los padres y las parteras que la practican (y cobran por ello). “No me cabe duda de que a medida que vaya habiendo mayor visibilidad, especialmente en Occidente, esto pueda cambiar”, asegura Domínguez, que pone como ejemplo de que el cambio es posible a la diputada senegalesa Mariame Sakho, que “antes se dedicaba a mutilar niñas y ahora pelea por la erradicación de la práctica”.