Siete años de guerra en Siria
Lejos de reducirse, la violencia está aumentando desde la creación de las llamadas “zonas de distensión”

Hoy se cumple el séptimo aniversario del comienzo del conflicto en Siria; siete años en los que en lugar en lugar de ir a menos, la violencia está extendiéndose de forma alarmante tras el “fracaso absoluto” de las denominadas zonas de distensión, denuncia Save the Children.
A mediados del año pasado se anunció la creación de cuatro áreas que supuestamente proporcionarían espacios seguros para la población civil. Sin embargo, la situación se está agravando en algunas de estas zonas, en las que ha aumentado en un 45 % el número de víctimas civiles. Al menos 37 personas mueren al día a causa de armas explosivas.
Se está produciendo un número histórico de desplazamientos. Hasta 250 menores huyen cada hora, lo que supone un aumento del 60% desde el anuncio de la creación de las zonas de distensión. En el último trimestre de 2017 se produjo la mayor tasa de desplazamientos en Siria de los últimos cinco años: más de un millón de personas perdieron su hogar en tres meses. En la región de Guta Oriental, donde cientos de personas han sido asesinadas en las últimas semanas, los niños se ven obligados a vivir en sótanos y refugios improvisados, donde siguen sufriendo los bombardeos y el fuego de artillería.

Un centro de salud es atacado casi cada dos días, interrumpiendo los servicios vitales para miles de personas, y solo en los dos primeros meses del año,sesenta escuelas de Guta Oriental han sido dañadas o destruidas por los bombardeos. Los colegios que reciben el apoyo de Save the Children en el noroeste del país informan de que se ha multiplicado por cuatro el número de días que han tenido que cerrar debido a la violencia. Las evaluaciones educativas confirman lo evidente, y es que los niños están acumulando años de retraso en educación. Hany (nombre ficticio), de 11 años, describe el momento en que su colegio fue atacado en Idlib: “La profesora estaba de pie delante de la ventana y nos dijo que iba a buscar bolígrafos y papel. Antes de que pudiera salir sufrió una herida en la cabeza y vimos que estaba muerta”.
Se ha impedido que más de dos millones de personas (la mitad, niñas y niños en áreas clasificadas por la ONU como “de difícil acceso” o “asediadas”) reciban un solo convoy de alimentos y medicinas, lo que está causando niveles históricos de desnutrición infantil y ha obligado al personal médico a reutilizar vendajes y agujas.
Algunas familias señalan que solo pueden alimentar a sus hijos en días alternos debido a la falta de alimentos. En la asediada Guta Oriental, antes considerada uno de los “graneros” de Siria, el precio del pan es dieciséis veces superior al de las regiones de alrededor. Un trabajador humanitario cuenta el caso de un niño que no había visto nunca una manzana y que le daba miedo y el de otro que, al no haber visto antes un plátano, se lo comió sin pelar.
También explican que hay niños que no pueden dormir por la noche debido a las pesadillas y que sufren ataques de pánico cuando oyen ruidos fuertes. “Lo que nos da más miedo son los aviones de combate. Mi hija pequeña, en cuanto oye que se acerca un avión, sufre un ataque. Pasa de estar nerviosa a tener un ataque y se queda inconsciente”, indica una de las madres entrevistadas por la oenegé para elaborar el informe ‘Voces desde las zonas de peligro en Siria’.

“El mundo lleva demasiado tiempo defraudando a la infancia de Siria. Casi tres millones de niñas y niños han crecido sin conocer otra cosa que la guerra. A pesar de las recientes promesas de un alto el fuego, se sigue bombardeando a los niños en sus casas, colegios y hospitales. Las familias se esconden en sótanos y llevan muchos meses sin tener acceso a lo más básico, como alimentos y suministros médicos. La ayuda humanitaria nunca debe utilizarse como arma de guerra”, señala Helle Thorning Schmidt, directora ejecutiva de Save the Children Internacional.