Estas son las historias de acoso de las protagonistas de la portada de ‘Time’
Sus relatos han ayudado a prender la mecha del movimiento #YoTambién

Empezó siendo un escándalo, se convirtió en movimiento social y quién sabe si acabará representando un cambio cultural. El 2017 será recordado, entre otras cosas, como el año en el que las víctimas de acoso se atrevieron a levantar la voz. Por eso, Time ha elegido como persona del año a aquellos (la mayoría mujeres, pero también hombres) que han roto la barrera del silencio para denunciar el acoso sexual. El especial de la revista incluye testimonios de decenas de personas de diferentes ámbitos, representadas en la portada por cinco mujeres.

Ashley Judd
En 1997, cuando su carrera despegaba, Judd fue invitada a mantener una reunión con Harvey Weinstein, por aquel entonces jefazo de Miramax, en un hotel de Beverly Hills. Weinstein intentó forzarla a mantener relaciones sexuales, pero ella rechazó sus avances. “Salí de la habituación del Peninsula Hotel y bajé las escaleras hasta el ‘lobby’, donde mi padre me esperaba, porque había venido a Los Angeles desde Kentucky para visitarme en el set. Y él me vio en la cara que algo devastador me había pasado. Se lo conté. Se lo conté a todo el mundo”, ha explicado a Time. La actriz indica también que el comportamiento de Weinstein era un secreto a voces en Hollywood desde hacía años, lo que hacía que las mujeres se avisaran las unas a las otras en una suerte de red, pero no les daba una vía para parar los abusos. “¿Se supone que debíamos llamar al imaginario fiscal general de la industria del cine?”, se pregunta la actriz. “No había lugar para que contáramos estas experiencias”. Judd fue en octubre la primera estrella en hablar sobre el comportamiento de Weinstein (en seguida se sumaron actrices como Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie o Lupita N’yongo, entre otras muchas), lo que acabó dando pie al movimiento #YoTambién. Associated Press desveló ayer que seis mujeres han demandado al productor ante un juzgado federal de Nueva York alegando que sus estratagemas y las de sus colaboradores para encubrir los abusos funcionaban como una organización delictiva.

Taylor Swift
El locutor de radio David Mueller fue despedido en 2013 después de que el equipo de Taylor Swift informara a sus jefes de que este había manoseado a la cantante antes de un concierto. Ella contó que Mueller le había metido la mano bajo la falda y tocado el trasero mientras posaban para una foto. Él interpuso una demanda de 3 millones de euros en su contra por daños y perjuicios. Cuando Swift declaró en el juicio, el abogado del locutor le preguntó si no se sentía mal por el hecho de que su cliente hubiera perdido su trabajo. “No voy a permitir de ninguna forma que usted o su cliente me hagan responsable de esto” fue su respuesta. “Estoy siendo culpada por desafortunados actos de su vida que son producto de sus decisiones, no de las mías”. La demanda de Mueller fue desestimada. Swift contrademandó pidiendo la simbólica cantidad de 1 dólar. Ganó. “Pensé que si era lo suficientemente desvergonzado como para acosarme en circunstancias tan arriesgadas, imagina lo que podría hacerle a una artista joven y vulnerable si tenía la oportunidad”, ha explicado la cantante a Time.

Susan Fowler
A principios de este verano Travis Kalanick, consejero delegado de Uber, dimitía a raíz de un escándalo que les costó también el puesto a decenas de empleados y directivos de la empresa. La responsable de sacar a la luz esa cultura del acoso instalada en la compañía fue la ingeniera Susan Fowler, que en su primer día de trabajo recibió una propuesta para mantener relaciones sexuales por parte de su jefe. Lo denunció a recursos humanos, pero la empresa solo le recomendó cambiar de departamento. En los meses posteriores conoció a otras ingenieras que contaban historias similares. Tras dejar la empresa a principios de este año, lo contó todo en su blog personal. “Recuerdo sentirme impotente y como si nadie se preocupara por nosotras porque teníamos a un acosador confeso en la Casa Blanca”, dice Fowler. “Sentí que tenía que hacer algo”. La oleada de denuncias que provocó su relato obligó a Uber a iniciar una investigación oficial, encabezada por el exfiscal general de Estados Unidos Eric Holder, que analizó más de dos centenares de denuncias por acoso sexual, bullying y conducta inapropiada.

Isabel Pascual
Isabel Pascual es el seudónimo que utiliza una trabajadora agrícola de origen mexicano que trabaja en Estados recogiendo fresas y que denunció hace unos meses que ella y sus compañeras sufrían acoso. Pascual no usa su nombre real para proteger a su familia. Su jefe, que la acosaba en su casa, la amenazó con hacerle daño a ella y sus hijos si hablaba. Finalmente venció el miedo. “No me importa si me critican. Puedo ayudar a otra gente que esté pasando por lo mismo”, asegura. Las mujeres tienen más posibilidades de sufrir acoso sexual cuando sus condiciones laborales son precarias: salarios bajos, contratos parciales, migrantes, mujeres solas con cargas familiares… Ellas son las más vulnerables. Pese a todo, este pasado mes de noviembre, las trabajadoras del campo, entre ellas Pascual, organizaron una marcha por las calles de Hollywood para expresar su apoyo a las estrellas.

Adama Iwu
Adama Iwu es experta en lobbys, trabaja en Visa gestionando relaciones institucionales y ha sufrido el acoso en sus propias carnes. También es una de las responsables del grupo We Said Enough, que ha sacado a la luz el problema de los abusos en el mundo de la política. En octubre publicaron una carta abiertaen Los Angeles Times firmada por 147 mujeres (entre ellas, varias congresistas y senadoras) denunciando acoso sexual. “Hay que luchar de frente y en grupo. Resulta difícil llamar mentirosas a 147 mujeres. No podemos estar todas locas. No podemos ser todas unas guarras”, asegura a la revista. La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó hace unos días que la obligatoriedad de que congresistas y colaboradores reciban cursos de formación contra el acoso.