Cuando tu superior es tu cruz: cómo lidiar con un jefe tóxico

Al igual que el tabaco, un jefe puede ser nocivo para la salud de su plantilla. Una experta en organización empresarial nos explica cómo reconocer y tratar a personas con este perfil

Meryl Streep atormentó Anne Hathaway en 'En diablo viste de Prada' hasta que ella acabó plantándola.

Quien más y quien menos, todos hemos soportado o tendremos que soportar, en algún momento de nuestra vida laboral, a un superior que nos amarga la existencia. Aunque se hable mucho de la necesidad de nuevos modelos de liderazgo y la empatía se haya convertido en la cualidad más deseada en un jefe, la experiencia nos indica que la realidad es todavía bastante diferente. Según una encuesta de la consultora McKinsey en Estados Unidos, el 56% de los trabajadores dicen que su jefe “es mediana o altamente tóxico” y para el 75% “es la parte más estresante de su jornada laboral”.

Lamentablemente, el abuso de poder sigue siendo un problema bastante habitual en los entornos profesionales, algo que tiene que ver con la cultura empresarial dominante. “Venimos de patrones autoritarios marcados por figuras con liderazgos absolutamente verticales y jerárquicos en los que el bienestar de las personas no era un factor importante”, explica Helena Sempere, consultora y formadora especializada en organización empresarial. “Como pedagoga, no creo que nadie nazca con estos rasgos, son conductas, actitudes y formas de hacer que se han ido reproduciendo y perpetuando”.

Sempere sabe de lo que habla, ella misma soportó a un superior tóxico durante más de seis años. En su experta opinión, este estilo de gestión “genera un ambiente de trabajo poco saludable y afecta negativamente tanto a la autoestima como al rendimiento de los empleados”. En algunos casos, puede llegar a convertirse en un verdadero problema de salud, derivando en bajas médicas o salidas voluntarias de la empresa. De acuerdo con el último Infoempleo de Adecco, el 23% de los empleados que se plantean cambiar de trabajo lo que quieren es escapar de un entorno hostil.

Características de un jefe tóxico

‘Tóxico’ puede significar muchas cosas. Aplicado al liderazgo, engloba tanto comportamientos como actitudes. Pero aunque un jefe tóxico pueda serlo de diferentes maneras, suelen compartir características comunes. “A grandes rasgos, podríamos decir que el estilo de comunicación suele ser ambivalente y poco transparente, generando confusión e incertidumbre entre los trabajadores para provocar dudas o dependencias”, indica Sempere. Además, “utiliza su posición de ‘poder’ para dirigir de forma autoritaria o condicionar el comportamiento de los empleados. Favorece de forma injusta a algunos trabajadores, provocando competencia y conflictos internos dentro del equipo”.  Es habitual que los jefes tóxicos hagan gala de “falta de empatía o incluso de respeto, no valoren el trabajo de las personas y hagan comentarios desagradables, lo que genera un ambiente hostil y de intimidación, para que las personas no tengan capacidad crítica ni sean proactivas”. El cambio constante de objetivos y directrices, apunta Sempere, también genera “confusión o frustración” en las plantillas.

Además, no suelen respetar los tiempos de trabajo, los espacios de descanso o las tareas asignadas, “perjudicando así la salud mental de los trabajadores”. La táctica del ‘divide y vencerás’ es otro de sus clásicos, ya que “no interesa que los trabajadores se relacionen positivamente entre ellos”. El objetivo, que no se pongan de acuerdo para hacer valer sus derechos. En casos extremos, los ataques de los jefes tóxicos van más allá de lo laboral y llegan a lo personal. “Tocan los puntos débiles de las personas para hacer que se sientan menospreciadas, infravaloradas e incapacitadas”.

Y ¿qué hacer si nos toca en desgracia un superior así? “Lamentablemente no conozco una solución mágica y es algo muy difícil de gestionar”, admite Sempere. “Las personas que sufren este tipo de situaciones son víctimas de un abuso de poder y, en tanto que víctimas, disponen de muy pocas herramientas. Por eso, es tan difícil poder salir de ahí. Lo primero que recomendaría, siempre que sea posible, es cortar de raíz con esta situación, buscando otras oportunidades laborales en entornos de trabajo más favorables. Esta sería la forma más ‘sana’ y rápida de acabar con este problema”.

Evidentemente, no todo el mundo está en situación de despedirse, plantar cara a su jefe o poner en tela de juicio el modelo de su empresa, pero Helena Sempere insiste en la necesidad de hacer todo lo posible para salir de esa situación cuánto antes. “Muchas veces creemos que no hay opciones y ni tan siquiera les estamos dando una oportunidad. En cuestión de salud mental, hay que jugar todas las cartas en nuestra mano, porque el bienestar es lo más importante. Debemos tomar conciencia de nuestro valor, ya no solo como trabajadores, sino como personas, para respetarnos a nosotros mismos y no permitir este tipo de extralimitaciones. Con el abuso de poder y el maltrato psicológico no se puede ‘lidiar’ bajo ningún concepto”.

En cualquier caso, aclara Sempere, la responsabilidad de poner frenos a los líderes tóxicos no debe recaer en los trabajadores, sino en la administración y las propias empresas, que son los que pueden “generar cambios estructurales en el sistema laboral, implementando políticas que protejan el bienestar de los trabajadores y eviten que, bajo ningún concepto, exista un modelo de liderazgo basado en el juego psicológico y el abuso de poder”.

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