Kim Kardashian recomendó a las mujeres “levantar el culo y ponerse a trabajar”; sus empleadas han contado lo que es trabajar para ella
Lo que implica jornadas maratonianas, salarios bajos y mucho mucho estrés
“Levanta tu maldito culo y ponte a trabajar. Parece que en estos días nadie quiere trabajar”. Este comentario de Kim Kardashian incluido en un extenso reportaje publicado por Variety que protagonizó junto a su madre y algunas de sus hermanas hizo correr ríos de tinta hace unas semanas. La empresaria aseguró después que sus palabras se habían publicado fuera de contexto (algo que la revista negó, aclarando que solo le habían pedido un consejo para las mujeres que quisieran triunfar en los negocios) y pidió disculpas a quien se hubiera sentido ofendido por sus palabras, pero la polémica ya estaba servida. Que una multimillonaria, hija de multimillonario y criada en una mansión, que ha construido un imperio a partir de un reality y que cuenta con un ejército de asistentes y ayudantes cuestionara la ética laboral de sus congéneres hizo levantar muchas cejas. Porque las mujeres trabajan duro, últimamente más duro que nunca. Y aunque el instinto de Kardashian para los negocios sea innegable, tampoco puede decirse que su éxito sea completamente suyo.
A raíz del poco afortunado comentario, Jessica DeFino, una periodista que trabajó en las apps que las hermanas Kardashian ha publicado un artículo en Vice, en el que cuenta cómo mientras la familia más famosa de la televisión se forraba todavía más, ella no llegaba a fin de mes. ‘Me dejé el culo por las aplicaciones de las Kardashian-Jenner. No podía pagar la gasolina’ es su descriptivo título.
DeFino entró a trabajar en 2015 como asistente de edición en Whalerock Industries, la empresa de medios digitales que la familia contrató con objeto de desarrollar y generar contenido para las hoy desaparecidas aplicaciones que lanzaron ese mismo año. Las cinco aplicaciones, una para cada hermana, ofrecían contenido exclusivo para suscriptores y les reportaron millones de dólares antes de cerrar en 2019 (32 millones de dólares al año según las primeras estimaciones de Business Insider).
El salario de DeFino era de 35.000 dólares anuales, explica, una cifra baja dado el nivel de vida de Los Ángeles y su experiencia previa (para entonces ya había publicado en medios como Elle o Harper’s Bazaar). Casi la mitad del sueldo se le iba en alquiler y destinaba el resto a cubrir facturas, seguro médico, transporte y comida. Pero no era suficiente y DeFino asegura que tuvo que buscarse un segundo trabajo para redondear ingresos, vender su ropa a tiendas de segunda mano para ganar dinero extra y llegó a considerar incluso vender sus óvulos y su sangre. “Esto es lo que se requiere para trabajar con las mujeres más famosas del mundo, pensaba. Repetía en mi cabeza lemas de la cultura del trabajo sin descanso como oraciones del evangelio de la prosperidad: ‘Tienes que pagar tus deudas’. ‘Todo merecerá la pena algún día’. ‘El trabajo duro tiene su recompensa”. En su caso, asegura, no fue así.
Trabajaba con otras dos editoras ‘junior’, un título ridículo dado que por entonces no había editores ‘senior’ (más adelante sí se contrataron). “¿Estaba la empresa aprovechando estratégicamente la mano de obra barata de editores jóvenes y ansiosos por complacer antes de contratar a otros más experimentados y caros? En ese momento, no lo cuestioné ni me importó. El trabajo era creativo, y estaba encantada de hacerlo. Acepté todas y cada una de las responsabilidades adicionales que se me presentaron, incluso capacité a mis propios supervisores cuando finalmente los contrataron”, reconoce. “Mi frustración solo era igualada por mi determinación. Me lancé al trabajo para mostrarles a mis supervisores que merecía más: un aumento, un cambio de título, cualquier cosa. Supongo que se podría decir que mi esfuerzo fue reconocido: pronto me eligieron empleada de la semana”, escribe, irónica, Define.
Las cosas se pusieron peor después del lanzamiento de las aplicaciones, en marzo de 2015, cuando las editoras tuvieron que trabajar más directamente con las hermanas para generar contenido constante. Eso significaba estar disponibles las veinticuatro horas del día, incluidas noches y fines de semana, para responder sus mails y llamadas.
Finalmente, DeFino dejó la empresa en 2016 después de trabajar allí durante algo más de un año y de haber sufrido dermatitis y una depresión. La exempleada de Whalerock incluye en el reportaje el testimonio de otras dos antiguas trabajadoras de las aplicaciones que ofrecen testimonios similares. DeFino reconoce que nunca estuvo directamente contratada por la familia Kardashian y que es probable que las hermanas desconocieran las condiciones de las trabajadoras de Whalerock. Pero la periodista habló también con otras dos mujeres que trabajaron para KKW Beauty, la firma cosmética de Kim Kardashian, que está siendo rediseñada ahora después de que Coty comprara el año pasado una participación del 20% por 200 millones de dólares. Todas aseguran haber experimentado niveles similares de presión, exceso de trabajo, salarios bajos, estrés y otros problemas de salud. “Había una expectativa general de que las personas tenían tanta suerte de trabajar para ellas que sabían que podían tratarlas como basura”, asegura una de ellas.
Es la arrogancia que demostró Kardashian cuando dijo que “parece que en estos días nadie quiere trabajar”, cuando la realidad es que la fatiga laboral se está convirtiendo en un verdadero problema de salud (la mitad de los problemas de salud mental de la población ocupada están relacionados directamente con el trabajo, según algunos estudios). A estas alturas todos tenemos, además, claro que, aunque lo hicieran con la mejor de las intenciones, nuestros padres y profesores nos engañaron al repetirnos hasta la saciedad eso de que el trabajo duro nos llevaría al éxito. Quizá, como concluye DeFino, “para Kardashian, tal vez realmente sea así de simple: para los miembros de la élite ejecutiva, la riqueza aumenta con la productividad de cada trabajador subcompensado debajo de ellos”. También lo admitió Jeff Bezos al dar las gracias a los explotados empleados de Amazon por haberle pagado su viajecito al espacio: en este mundo, para que algunos ganen, otros muchos tienen que perder.
