¿Están las madres trabajadoras llegando al límite?
Una de cada cuatro se ha planteado en los últimos meses pisar el freno en su carrera o incluso abandonar el mercado laboral

Si por algo se han caracterizado siempre las madres trabajadoras es por su resiliencia. El último año, sin embargo, ha puesto a prueba esa capacidad casi milagrosa para hacer malabares y lograr compaginar trabajo y hogar, hasta el punto de que una de cada cuatro se ha planteado durante estos meses pisar el freno en sus carreras o incluso abandonar por completo el mercado laboral. Es una de las conclusiones de la última edición del informe Mujeres en el lugar de trabajo que cada año realiza la consultora McKinsey y la organización LeanIn.Org. En el caso de las madres con niños pequeños, la cifra de las que se plantean abandonar asciende a una de cada tres.
La conocida como ‘doble jornada’ no es ninguna novedad. Tradicionalmente las madres trabajadoras han tenido que doblar turno, uno en la oficina y otro después en casa ocupándose de niños y personas dependientes, y del trabajo doméstico. Pero los meses de teletrabajo y confinamiento con los niños, sumados a la pérdida de la red de apoyo, sea en forma de abuelos, colegios, guarderías o actividades extraescolares, ha hecho que en muchos casos la situación se vuelva insostenible. “Siento que estoy fallando en todo. Estoy fallando en el trabajo. Estoy fallando en mis tareas como madre. Esto fallando en todos los sentidos, porque creo que lo que se nos está pidiendo hacer es casi imposible”, asegura una de las entrevistadas, con dos hijos de 7 y 11 años. “También me preocupa que mi rendimiento sea juzgado por estar cuidando de mis hijos. Si me alejo de mi escritorio virtual y me pierdo una llamada, ¿se van a preguntar dónde estoy? Siento que tengo que estar siempre lista y dispuesta para responder instantáneamente a lo que sea”.
La COVID-19 ha evidenciado de forma muy clara que la corresponsabilidad ni está ni, lamentablemente, se la espera de momento. Lejos de crear un mayor equilibrio en el hogar, la pandemia, sobre todo en los primeros meses, aumentó la ya de por sí abultada carga que recae sobre los hombros de las mujeres. “En muchas familias se asume que la mujer es la cuidadora principal. Los niños literalmente pasan frente a sus padres y van a sus madres a pedirles las cosas”, indica otra directiva, madre de tres hijos.
Todo esto también está impactando sobre la salud psicológica de las mujeres. En otra investigación diferente, McKinsey analizó cómo el trabajo remoto estaba afectando a diferentes grupos para descubrir que, si bien todos los trabajadores habían sufrido algún tipo de perturbación, el impacto sobre las madres trabajadoras había sido abrumadoramente superior. De hecho, el 71% de los padres que han estado trabajando en casa aseguran que esto ha tenido un efecto positivo sobre su bienestar. Solo un 41% de las madres está de acuerdo. Irritabilidad, cambios de humor, problemas de concentración o de sueño y depresión son algunos de los problemas que, según un trabajo sobre el impacto psicológico de la pandemia publicado por la Universidad del País Vasco durante el primer confinamiento, estaban experimentando con más intensidad las mujeres.
“Los desafíos a los que enfrentan las empresas en este momento son serios. Millones de mujeres están considerando hacer un cambio en sus carreras o dejar el mercado de trabajo”, concluye el informe de McKinsey, que indica que ahora mismo se abre ante ellas dos posibles caminos: “Si las empresas reconocen la escala de estos problemas y hacen todo lo posible para abordarlos, pueden ayudar a que sus trabajadoras superen este momento difícil e incluso reinventar la forma en la que funcionan para ser más flexibles y sostenibles para todos. Si no, las consecuencias podrían dañar gravemente a las mujeres, las empresas y a la economía en su conjunto. Este momento requiere pensamiento a largo plazo, creatividad, liderazgo fuerte y centrarse en el valor que aportan las mujeres a sus organizaciones”.