The Rootz: personalización frente a la uniformidad del ‘fast fashion’
Hablamos con las fundadoras de esta marca ‘made in Spain’ que permite customizar sus prendas

Cazadoras personalizables y únicas. Esa es la propuesta de The Rootz, una firma española fundada por tres jóvenes emprendedoras (Alicia Coda, Carla Marcelino y Silvia Peralta) que han comprobado que en un mundo de fast fashion también hay espacio para la exclusividad y la diferenciación. Aunque su apuesta sea más de nicho, en unos pocos meses (lanzaron la marca en noviembre del año pasado) han conseguido hacerse un hueco en el mercado.
Al principio, vendiendo solo online, aunque ahora han entrado también en El Paracaidista. Precisamente es en este concept store –cuatro plantas en el barrio de Malasaña que se han convertido en un referente de tendencias y cultural de la capital– donde hablamos con ellas. Al menos con Carla y con Silvia. La tercera, Alicia Coda, a punto de dar a luz, se perdió la inauguración del espacio.
Se conocieron hace tres años estudiando un MBA en Dirección de Empresas de Moda. Dicen que el buen feeling que surgió entre ellas y su espíritu emprendedor fue lo que las unió. Las tres venían de sectores distintos y aportan diferentes backgrounds. Alicia, licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales, era la más vinculada a la moda: trabajó como project manager en Loewe y había creado una firma propia de novias. Carla, que también hizo Empresariales, llevaba quince años en una consultoría asesorando a empresas del sector financiero. Y Silvia, periodista de formación, fue durante quince años responsable de comunicación de empresas tecnológicas.
Desde el primer momento tuvieron claro que su camino sería la personalización, una tendencia al alza en el mercado de la moda. “Se está viendo en calzado sobre todo; marcas como Nike lo llevan haciendo un tiempo. También en textil, pero en cazadoras no habíamos visto nada”, explica Silvia.
Actualmente, ofrecen cinco modelos (en piel, denim o estilo militar), diseñados por ellas mismas, que se pueden comprar tal cual. “Pero lo realmente bonito es que el cliente pueda diseñar el suyo propio”, indica Carla. Parece que también lo entienden así los clientes, porque prácticamente todas las chaquetas que han vendido hasta la fecha han sido customizadas.
Con ayuda de un configurador el cliente puede añadirles parches, telas, flecos, tachuelas, etcétera. Las combinaciones son infinitas. Y por ahora, asegura Carla, “no se ha repetido ninguna”.

Además de en la exclusividad, hacen hincapié en la calidad de las prendas, todas cosidas a mano. “Trabajamos con un taller en Madrid que hace una a una la personalización de las chaquetas, todo de manera artesanal”, explica Silvia. Para los materiales trabajan con proveedores nacionales e internacionales. Por ejemplo, las telas con flores hawainas vienen de allí. Aseguran que encontrar proveedores que hicieran “producciones pequeñas, de buena calidad y a precios que permitieran poner las prendas a precios competitivos en nuestro mercado” fue lo más difícil.

Sus planes pasan por expandirse a más puntos de venta, porque todavía hay gente que en el caso de la ropa prefiere comprar en vivo y directo. “El cliente puede tener dudas de si quedará bien o no y poder ver y tocar las chaquetas le da tranquilidad”, dice Silvia.
También planean sacar una colección para hombre, quieren probar con materiales y técnicas nuevas (por ejemplo, ha empezado a colaborar con la marca Chuic Shop, que hace impresiones 3D) e incorporar modelos más allá de los que ya tienen, que son todos de corte bastante clásico. “No hemos transgredido mucho en las bases porque luego ya se hace en la personalización”, explica Carla. “Pero sí queremos meter diseños más atrevidos de cara al futuro”.
