Cuando ellas ganan más
A estas alturas, todavía hay muchas parejas que mienten sobre sus ingresos si el hombre cobra menos

Durante décadas lo más habitual ha sido que las mujeres ganaran menos que los hombres. De hecho, la brecha salarial en España todavía es del 23%, lo que quiere decir que aún cobran de media unos 6.000 euros menos al año. En cualquier caso, también hay mujeres que ganan más que sus maridos, y parece que, en pleno siglo XXI, esa todavía resulta una cuestión incómoda. No solo para ellos.
Según un estudio realizado por la Oficina del Censo de Estados Unidos, cuando es la esposa la que percibe un salario mayor, ambos miembros de la pareja suelen mentir sobre lo que verdaderamente ganan para dejar en mejor lugar al marido. Básicamente, si ella gana más, tanto el esposo como la esposa exageran las ganancias de él y disminuyen las de ella.
Lo que hicieron los investigadores fue comparar las respuestas de la encuesta del censo (lo que la gente dice que gana) con los datos de los ingresos declarados a la hacienda pública (es decir, lo que gana realmente), para descubrir que en esos casos es habitual que la gente mienta. Cuando la esposa es la que más cobra, ambos miembros de la pareja tienden a inflar los ingresos de él (2,9 puntos porcentuales más de media) y disminuir los de ella (en 1,5 puntos porcentuales de media).
La idea de que desviarse de la norma social tradicional (que dicta que en los matrimonios heterosexuales los maridos deben tener un estatus profesional superior y cobrar más que sus esposas) provoca malestar también entre las mujeres, no es nueva. Hace unos meses, otro grupo de investigadores canadienses inspirados por la conocida como Maldición de los Oscar –según la cual las actrices que ganan la preciada estatuilla tienen bastantes posibilidades de perder a sus parejas poco después— entrevistaron a matrimonios formados por ejecutivas de éxito y sus parejas. A partir de sus respuestas concluyeron que el éxito profesional de las mujeres todavía sigue pasando factura a la relación de pareja y que curiosamente son ellas las más proclives a experimentar rencor o vergüenza en esas situaciones.