La Maldición de los Oscar también afecta a otras mujeres con éxito
Aunque hay una manera de conjurarla, y es que los hombres trabajen más en casa

Actrices como Gwyneth Paltrow, Halle Berry, Reese Witherspoon, Kate Winslet o Sandra Bullock tienen dos cosas en común: un Oscar y un divorcio. Es lo que en Hollywood se conoce como la Maldición de los Oscar, según la cual las actrices que ganan la preciada estatuilla tienen bastantes posibilidades de perder a sus parejas poco después. Suena a leyenda urbana, pero unos investigadores de la Universidad de Toronto decidieron poner a prueba la teoría hace unos años y descubrieron que detrás había algo de verdad. Analizaron los casos de los 751 nominados en las categorías de mejor actor y actriz desde 1936 a 2010, y descubrieron que las ganadoras se habían divorciado poco después (en menos de cinco años) un 63% más que las no ganadoras.
La duración media de sus matrimonios era de solo 4,3 años, frente a los 9,5 años de las solo nominadas —parece, en cualquier caso, que las relaciones para toda la vida no son lo habitual en Hollywood—. Por contra, la diferencia entre los matrimonios de los ganadores y nominados en la categoría masculina resultó estadísticamente insignificante: 11,9 años y 12,6 años, respectivamente.
Una posible explicación es que pese a lo que se ha avanzado, la norma social todavía indica que en los matrimonios heterosexuales los maridos deberían tener un estatus profesional superior y cobrar más que sus esposas. Desviarse de la norma podría provocar malestar en la pareja, aumentando así las posibilidades de divorcio.
El efecto Oscar inspiró a otro grupo de investigadores, también canadienses, para estudiar si el éxito profesional de las mujeres pasa factura a sus matrimonios también en otros ámbitos. Para ello entrevistaron a 209 ejecutivas. También les pidieron permiso para contactar con sus parejas y consiguieron respuestas de 53 hombres. A todos les pasaron un cuestionario preguntándoles por los sentimientos que la situación laboral de sus parejas les generaba. Curiosamente, en el caso de las mujeres con éxito fueron ellas y no sus parejas las que más molestas se mostraron por esa desigualdad.
“Descubrimos que las esposas que creían tener un estatus superior al de sus maridos eran más proclives a experimentar sentimientos de resentimiento o vergüenza y sentían que su propio estatus disminuía a causa de la posición más baja de su maridos, lo que influía negativamente en su satisfacción con respecto a su matrimonio y aumentaba incluso las posibilidades de que pensaran en el divorcio”, explican los autores en un artículo publicado en la Harvard Business Review. “Los maridos, sin embargo, no se mostraban afectados por los sentimientos de sus esposas: solo experimentaban insatisfacción marital y pensaban en el divorcio si sus esposas externalizaban su infelicidad”. Tres años después volvieron a hablar con 90 de esas 209 mujeres y comprobaron que seguían pensando lo mismo, aunque esos sentimientos no se habían traducido necesariamente en divorcio.
Los investigadores también destacan otro dato interesante, y es que en los casos en los que hombres daban a sus esposas no solo apoyo emocional, sino también apoyo logístico (es decir, que asumían más responsabilidades en el cuidado del hogar o los hijos), no había inestabilidad marital. Conclusión: las parejas corresponsables son más felices.