“El cambio hay que trabajarlo desde arriba”
Hablamos con Marieta del Rivero sobre ‘smart cities’, liderazgo femenino y el feminismo del 1%
Marieta del Rivero está considerada una experta en el sector de las telecomunicaciones, y su currículum lo avala. Fue CEO de Nokia Iberia, y ha ocupado cargos importantes en Telefónica, Amena, Xfera Móviles o Ericsson, entre otras empresas. En la actualidad preside la International Women Forum España, es miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Empresarios, se acaba de unir como socia a la consultora de búsqueda de talento directivo de Amrop Seeliger y Conde, y hace unos meses entró como independiente en el consejo de administración de Cellnex. “Es un paso relevante en mi carrera profesional. Me preparé bien para poder contribuir en el buen gobierno de una compañía interesante y con un gran proyecto de crecimiento. Ser consejero independiente es una gran responsabilidad y requiere un estado de ánimo diferente”, asegura.
Con su llegada, Cellnex ha dejado de ser la única empresa del Ibex sin mujeres en su consejo. En cualquier caso, seguimos lejos del objetivo del 30% de asientos para mujeres en 2020. ¿Todavía es posible?
Creo que el objetivo a conseguir es que haya al menos tres mujeres en cada consejo, que puede coincidir o no con la media del 30% recomendado por la CNMV. Si analizamos los números de compañías del Ibex, hay ocho mujeres que están en dos o más consejos. Compañías como Abertis, Banco de Santander o Red Eléctrica tienen consejos casi paritarios, dando ejemplo en este ámbito. Pero yo no solo apostaría por las Ibex35. El tejido empresarial en nuestro país son las pymes, y ahí los números empeoran.
¿Y cómo podríamos mejorar esas cifras?
El reto no está solo en países como España, donde en 2016 el número de mujeres en compañías del Ibex se situaba en el 22%, según un informe de PWC recientemente publicado. Para seguir progresando y acelerar sería necesario que en el principio de ‘cumplir o explicar’ se fuera más exigente en el por qué no se cumple y se exigiera un objetivo a corto plazo para cada compañía. También creo que sería interesante incluir el concepto de ‘nueva consejera’. Para entrar en un consejo muchas veces te piden experiencia previa. Pero si no te dan la oportunidad ¿cómo vas a tener experiencia? La tendencia a la reducción del tamaño de los consejos también dificulta la incorporación de mujeres. Indudablemente la incorporación de herramientas legales como las cuotas -Francia es un ejemplo en este sentido- aceleran los números. Yo soy más partidaria de la fuerte recomendación y de un mayor nivel de exigencia por parte del regulador. Soy más partidaria de convencer que de imponer. Creo que funciona mejor en el largo plazo.
Recientemente ha sido nombrada presidenta del capítulo español de IWF. ¿Qué objetivos se ha marcado?
International Women Forum es una asociación global, con sede en Washington, que desde hace más de 25 años dirige sus esfuerzos a promover el liderazgo femenino y conseguir que más mujeres se incorporen a los órganos de decisión de las empresas. Somos más de 6.700 mujeres trabajando en este objetivo. También trabajamos a través de la Leadership Foundation con las mujeres líderes del futuro a través de un programa de becas en universidades como Harvard o Insead, en el que se ofrece mentoring a las seleccionadas. Yo participé como mentora de una joven de Hong Kong que estaba en la mitad de su carrera profesional y fue muy gratificante. Afronto este reto con ilusión y muchas nuevas ideas. Por ejemplo, incorporar mujeres de primer nivel del sector gran consumo, de la nueva economía, del mundo de la educación, de la medicina, que amplíen la diversidad y nuestra capacidad de influencia en sectores muy importantes. Conseguir más presencia de mujeres no solo en consejos sino también en comités ejecutivos es otro de nuestros objetivos. Además, hemos conseguido que en el 2019 el congreso global se celebre en España.
Desde hace ya algún tiempo se oyen críticas contra lo que se ha bautizado como ‘feminismo corporativo’ o ‘del 1%’, con el argumento de que se olvida de los problemas y preocupaciones de la mayoría de las mujeres. ¿Qué les responde?
Pues que el cambio hay que trabajarlo desde arriba. Si no conseguimos primero incrementar el número de mujeres CEO (según Forbes, de las 500 empresas más importantes menos del 5% de los consejeros delegados son mujeres) difícilmente conseguiremos solucionar los grandes problemas que afectan a las mujeres en el mundo. Ese 1% hoy tiene en la agenda problemas como la violencia de género, los matrimonios infantiles de niñas en países como la India, la brecha salarial a todos los niveles, la falta de derechos sociales, etcétera.
Ha publicado recientemente un libro que aborda el fenómeno de las ‘smart cities’. ¿Qué es exactamente una ciudad inteligente?
Aquella que utiliza la tecnología para mejorar los servicios urbanos cotidianos, para conocer mejor las necesidades reales de sus ciudadanos y diseñar experiencias que tienen que ver con sus prioridades. Una smart city también debe conseguir entornos sostenibles donde la creciente urbanización -en España un 80% de la población vive en entornos urbanos- amenaza la disponibilidad de recursos energéticos como el agua. Debe promover el desarrollo económico apoyando a los emprendedores y a las compañías que deben invertir en esos proyectos. Ciudades como Santander, Valencia, Málaga, Vigo, Barcelona, Madrid destacan en este sentido. España está a la cabeza de Europa, junto con Reino Unido, en ciudades smart.
Uno de los temas que toca en el libro es el de la sostenibilidad. Hace hincapié en la responsabilidad de los ciudadanos en el ahorro de energía y el control de la contaminación. Pero cuando se plantean medidas como las restricciones al tráfico en Madrid resultan muy polémicas. ¿Hace falta más conciencia social o una mejor gestión por parte de los ayuntamientos?
Creo que hacen falta ambas cosas. Desde el lado de la demanda, es decir los ciudadanos, es importante que tengamos herramientas (y que las conozcamos) para ser más conscientes de cuánto consumimos, cuánto podemos ahorrar y qué impacto tienen nuestras acciones en el medio ambiente. Por ejemplo, con la utilización de contadores inteligentes para la electricidad, el agua, la gestión de residuos…Y desde el lado de los gestores, una mayor de comunicación, mayor inversión en plataformas con capacidades predictivas que, por ejemplo, eviten la perdida de agua o el uso del agua innecesario. También inversiones en el internet de las cosas, sensorizando los containers de residuos, lo que permitiría ahorrar en la recogida de los mismos al conocer su estado. Respecto al tráfico creo que necesitamos una visión amplia del reto, especialmente en las grandes ciudades, donde la aproximación debe ser ciudad-comunidad. Medidas como mejorar el transporte público, su frecuencia y el acceso a tarifas planas para reducir el uso del coche, potenciar el car sharing con coches eléctricos no solo dentro de la ciudad sino ampliándolo a las áreas metropolitanas, ampliar la oferta de aparcamientos, ampliar la oferta de bicicletas eléctricas, crear shuttles entre las universidades y el ayuntamiento…. En decir, proponer una oferta más atractiva que haga declinar la actual tendencia del uso del coche privado.
El que las ciudades abracen el proceso de digitalización sin duda tiene grandes beneficios en lo que se refiere a optimización de servicios o relación con los ciudadanos, pero ¿no implica también ciertos riesgos?Un hackeo o un sabotaje pueden ser un problema grave si afecta a una empresa o una red social, pero catastrófico si pone en riesgo la privacidad o la seguridad ciudadana.
El riesgo de ciberataques también incluye a los centros de control de las ciudades y efectivamente es un tema que trabajar. Por ello la inversión en seguridad y en tecnologías de la información es fundamental en los municipios. El disponer de un centro de información que disponga de los recursos adecuados para no solo defender sino también prevenir a los ciudadanos de esos ataques es crítico.
A veces no nos damos cuenta de que hay todavía una parte de la población no digitalizada, ¿no es posible también que todo esto pueda hacer más profunda esa brecha social?
Las smart cities deben ser inclusivas. De hecho, el buen uso de la tecnología debería garantizar el acceso a la energía, al transporte, a la educación. Mal estaremos haciendo los deberes si no tenemos en cuenta que hay que llegar a toda la población.