Isabel Cuesta (Educa en Positivo): “Cuando dejemos de ver a nuestras emociones como enemigas y las convirtamos en aliadas nos irá mucho mejor”

Cuesta, fundadora de la plataforma Educa en Positivo, acaba de publicar ‘Mis emociones molan’

Isabel Cuesta.

Isabel Cuesta, o Una madre molona, como se la conoce en redes, es experta en disciplina positiva. Junto a su marido, Daniel Pérez, experto en neuropsicología infantil, ha fundado Educa en Positivo, una plataforma desde la que ayudan a otras familias a implantar un estilo de crianza en el que los gritos, las amenazas o los castigos no tienen cabida. En esta corriente educativa, las emociones juegan un papel muy importante. Su tercer libro, Mis emociones molan (Beascoa, 2024), va precisamente de ellas. Enfado, sorpresa, alegría o tristeza son algunas de las más frecuentes en los niños, como bien saben los autores, padres de tres hijos. “Las hemos elegido en función de las situaciones que más se repiten en casa”, explica Cuesta. El libro, que tiene formato de cuento, está pensado para ayudar a las familias (padres e hijos) a entender las emociones. “Las identificamos y ponemos situaciones cotidianas con las que los niños se pueden sentir identificados. También intentamos acabar con las etiquetas, porque muchas veces etiquetamos en función de las reacciones que tenemos ante las emociones. Tenemos que dejar de decir que una persona que llora es llorona o una que grita es gritona”.

¿Por qué es tan importante la educación emocional?

Lo es todo. Lo vemos en los adultos. Todos tenemos a nuestro alrededor personas a las que les cuesta transitar las emociones. Al tratar de evadirse de ellas, muchas veces acaban con problemas de salud graves. La ansiedad es la epidemia del siglo XXI y la depresión es otro gran problema. Son situaciones muy complejas a las que se puede llegar por falta de educación emocional. El cuerpo, que es muy inteligente, nos avisa de cosas con las emociones. Por ejemplo, el miedo advierte de un posible peligro y el enfado nos dice que estamos ante una injusticia. Invalidar y reprimir las emociones, que es para lo que se nos ha entrenado a las generaciones anteriores, es un caldo de cultivo que nos predispone a esos problemas. En cambio, si entrenas a tus hijos para que escuchen a sus emociones y aprendan a regularse y a tomar mejores decisiones, tendrán menos papeletas para sufrir enfermedades tanto psicológicas como físicas, porque se ha demostrado que todo lo que sentimos repercute en nuestra salud física. Cuando dejemos de ver a nuestras emociones como enemigas y las convirtamos en aliadas nos irá mucho mejor.

“Invalidar y reprimir las emociones, que es para lo que se nos ha entrenado a las generaciones anteriores, es un caldo de cultivo que nos predispone a la ansiedad y la depresión”

¿Tenemos entonces que dejar de distinguir entre emociones buenas y malas?

Por supuestísimo. Las emociones están ahí para ayudarnos. Algunas son muy incómodas, pero son necesarias. Imagínate una persona sin miedo. Es alguien que se expondría a una serie de riesgos que atentarían contra su integridad. Una persona que no experimentara la sorpresa estaría coartando mucho su aprendizaje. El asombro también nos alerta y nos protege. Todas las emociones nos dan información importante. Jamás distinguiría entre emociones buenas y malas, todas son legítimas y, por lo tanto, lo sano es aprender a ponerles nombre. Sí reconozco que algunas son más difíciles de atravesar o más difíciles de acompañar.

¿Cómo os iniciasteis en este estilo educativo?

Con nuestra primera hija fue todo muy fácil. Fue la típica ‘niña trampa’ de libro, le decías que no a un caramelo y te decía ‘vale’. Yo veía a otros niños teniendo rabietas y me preguntaba qué estarían haciendo mal los padres. Pero cuando escupes hacia arriba suele caerte encima. Después llegó nuestro segundo hijo que, aunque es maravilloso, tenía un mal día desde que nació. Para nosotros supuso un reto completamente nuevo. Fue como volver a ser primerizos. Buscando formas de ayudarle en esas explosiones emocionales empecé a indagar en la disciplina positiva. Me enganchó y mi marido acabó subiéndose al carro. Supimos que era la manera en la que queríamos educar a nuestros hijos. Luego las redes sociales hicieron el resto, porque cada vez más familias nos pedían ayuda y yo acabé estudiando el máster de Psicología Adleriana en la Universidad Ramón Llull.

“Todas las emociones son necesarias y positivas, porque son buenas para nosotros, lo que pasa es que unas son más difíciles de transitar que otras”.

¿Cómo podemos implementar la educación en positiva en casa?

Lo primero es entender que el cambio no está en el niño sino está en el adulto. Su comportamiento es una petición de ayuda. Si lo percibes así no vas a actuar de manera instintiva, a la defensiva, sino que vas a ser mucho más comprensivo. También abogamos por hacer comunidad. Muchas veces tendemos a echarnos la culpa o buscamos el porqué de que el niño sea así. Pero si ves a otras familias a las que les pasan cosas parecidas con sus hijos, te olvidas de la culpa.

En esta corriente no se emplean premios ni castigos. ¿A qué podemos recurrir entonces?

Si yo recibo castigos constantemente porque mi entorno no me sabe entender, me voy a acabar creyendo que soy malo o que hay algo mal dentro de mí. Nos hacen actuar desde el miedo. Los premios son incluso más nocivos que los castigos, porque se cargan completamente la autoestima. En la vida no se te va a premiar por cada cosa que haces bien. Si estoy acostumbrado a recibir premios y de repente un día no me lo dan, me sentiré inseguro. Es un problema que ahora vemos mucho con las redes sociales y los likes. Mucha gente deja su autoestima en manos de la aprobación externa. Todos necesitamos encajar, pero nuestra seguridad no puede depender de un juicio externo. La alternativa para nosotros es la educación positiva, que ojalá se pudiera resumir en dos líneas, pero es bastante más complejo. Tienes que dedicar un tiempo a escuchar, a entender y sobre todo a practicar. Y también saber que te vas a equivocar. Los padres nos equivocamos, pero no debemos fustigarnos por ello, sino recalcular la ruta, igual que un GPS, para buscar otra manera de llegar a dónde queremos llegar. Tampoco hay que gritar. Esto no quiere decir que alguna vez no levantemos la voz, pero el grito es también una forma de dar miedo, y no queremos que nuestros hijos hagan las cosas por miedo. Hay quien dice ‘vale, si quito los premios, los castigos y los gritos, mi casa es una anarquía’. Pero no es así. Se pueden poner límites de manera asertiva y pedirles respeto a nuestros hijos, el mismo respeto que debemos darles nosotros a ellos. 

¿Cómo podemos actuar frente a las temidas rabietas?

Lo primero que hay que entender es que no hay nada malo en sentir esas emociones. Todas las emociones son necesarias y positivas, porque son buenas para nosotros, lo que pasa es que unas son más difíciles de transitar que otras. Cuando los adultos entienden que esa emoción que está sintiendo su hijo es necesaria pueden actuar de manera mucho más funcional y no primitivamente. Ante una rabieta, una frustración muy grande o la emoción que sea, debemos actuar acompañando en el sentimiento. Suena un poco a tanatorio, pero en esto consiste la educación emocional: no te invalido, no te resuelvo, sino que te acompaño mientras estás pasando por esta emoción. Evidentemente, cuando la emoción muy desbordante y la amígdala ha tomado el control del cerebro, es muy complicado pedirle a un niño que ante esa frustración diga: “Mamá, me siento frustrado, me voy a sentar aquí un ratito”. Pero poco a poco los niños van aprendiendo a ser dueños de sus emociones y reacciones, lo importante es acompañarlos en el proceso.

“Lo primero es entender que el cambio no está en el niño sino está en el adulto. Su comportamiento es una petición de ayuda. Si lo percibes así no vas a actuar de manera instintiva, a la defensiva, sino que vas a ser mucho más comprensivo”

En el libro habláis de cómo tratar con niños de más de 4 años. ¿Antes de esa edad qué podemos hacer?

Se puede ir practicando. A los padres que me preguntan a partir de qué edad se puede empezar a practicar la educación positiva, yo de broma les pregunto que qué edad tienen ellos en ese momento. Nunca es demasiado pronto ni demasiado tarde. Desde que tu hijo nace expresas emociones. Un bebé puede no entenderte ni contestarte, pero por ello no dejas de hablar a tu hijo. A partir de los 4 años el niño puede a ir aprendiendo a poner nombre a la emoción, pero si ha visto en su casa cómo se trabajan las emociones le va a resultar más fácil. La educación emocional de los niños empieza por que los adultos nos formemos en educación emocional.

Eres madre de tres niños. ¿Cuál es el mayor reto al que te has enfrentado en la crianza?

Lo más complicado ha sido no poder controlar lo que pasaba fuera de casa. Esto no lo he contado antes, pero nuestra hija ha sufrido una situación de bullying. Ha sido muy complicado de gestionar. Durante dos cursos hemos estado acompañando a nuestra hija, y haciendo un seguimiento con el cole, que ha seguido todos los protocolos para estos casos. En un momento el director me dijo algo que me pareció increíble: “Tu hija ha recibido bullying, pero no tiene perfil de víctima”. Aunque apuestes por educar con tus valores y principios, nunca sabes si es suficiente o si lo estás haciendo bien. Ver que no ha perdido autoestima en el camino me reafirma en que el camino que hemos elegido puede que no sea el más fácil, pero sí el que más satisfacción nos va a dar a largo plazo. Ahora la veo en un colegio nuevo, segura de sí misma, rodeada de amigos y perfectamente integrada. Tenemos que aprender a confiar más en nuestros hijos y entender que nuestro papel debe ser el de acompañarlos, y no tanto resolver sus problemas o decirles lo que tienen que hacer. Es algo que cuesta, porque cuando ves que hacen daño a lo que más quieres, sale la leona que llevas dentro.

Tu privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros para analizar nuestros servicios con fines analíticos, para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos de navegación y para incorporar funcionalidades de redes sociales. Podrás cambiar de opinión y modificar tus opciones de consentimiento en cualquier momento al volver a esta web y accediendo a la página Política de Cookies.

Panel de gestión de cookies

✓ Permitir todas las cookies
✗ Denegar todas las cookies
Estas cookies son necesarias para que el sitio web funcione y no se pueden desactivar en nuestros sistemas. Usualmente están configuradas para responder a acciones hechas por usted para recibir servicios, tales como ajustar sus preferencias de privacidad, iniciar sesión en el sitio, o llenar formularios. Usted puede configurar su navegador para bloquear o alertar la presencia de estas cookies, pero algunas partes del sitio web no funcionarán. Estas cookies no guardan ninguna información personal identificable.

Cookies técnicas

✓ Permitir
✗ Denegar
Las cookies estadísticas nos permiten contar las visitas y fuentes de circulación para poder medir y mejorar el desempeño de nuestro sitio. Nos ayudan a saber qué páginas son las más o menos populares, y ver cuántas personas visitan el sitio.

Google Analytics

Ver sitio oficial
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar
Estas cookies pueden ser añadidas a nuestro sitio por nuestros socios de publicidad/medios sociales. No almacenan directamente información personal, sino que se basan en la identificación única de tu navegador y dispositivo de Internet para ofrecerle compartir contenido en los medios sociales o para mostrarte contenido o anuncios relevantes en nuestro sitio web u otras plataformas.
✓ Permitir
✗ Denegar
✓ Permitir
✗ Denegar
Subir al principio de la página