Y solita en casa cogió un lápiz y escribió un diccionario monumental
La de María Moliner fue, según Gabriel García Márquez, “una proeza con muy pocos precedentes”

Medio siglo de vida cumple el Diccionario de Uso del Español, conocido popularmente como María Moliner, justo reconocimiento a la labor formidable de su autora, una bibliotecaria que en sus ratos libres compuso el catálogo más actual, extenso y completo del idioma español.
Moliner nació en marzo de 1900 en Paniza (Zaragoza), donde su padre era médico rural. Cuando tenía cuatro años la familia se trasladó a Madrid y allí estudió en la Institución Libre de Enseñanza. Se licenció en Historia por la Universidad de Zaragoza, y opositó para entrar en el cuerpo de archiveros y bibliotecarios. Casada con el catedrático de Física Fernando Ramón y Ferrando, tuvo cuatro hijos. Cinco si incluimos su monumental obra. No es broma. Cuando a uno de sus hijos le preguntaron cuántos hermanos tenía, contestó: “Dos varones, una hembra y el diccionario”. Contó la anécdota Gabriel García Márquez, que había intentado conocer a María Moliner durante una visita a Madrid. Sus problemas de salud lo impidieron. Falleció tres semanas después. “Yo me sentí como si hubiera perdido a alguien que sin saberlo había trabajado para mí durante muchos años”, escribió García Márquez. “María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3.000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y -a mi juicio- más de dos veces mejor”.
Al principio empleaba dos horas al día, pero a medida que sus hijos se hacían mayores fue dedicándole más tiempo, hasta diez horas diarias. Ella misma contaba en una entrevista en el Heraldo cómo arrancó el proyecto: “Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve, unos seis meses de trabajo, y la cosa se ha convertido en quince años”. Lo empezó en 1952 y se publicó en dos volúmenes. El primero salió en 1966 y el segundo en 1967.
Lo publicó con la ayuda de Dámaso Alonso, por entonces director de la Biblioteca Románica Hispánica de la Editorial Gredos. Alonso fue también uno de los tres miembros de la Real Academia Española que en 1972 presentaron su candidatura de ingreso a la institución. Perdió la votación frente al filósofo Emilio Alarcos. “Sí, mi biografía es muy escueta en cuanto a que mi único mérito es mi diccionario”, declaró ella después. “Desde luego es una cosa indicada que un filósofo entre en la Academia y yo ya me echo fuera, pero si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: ‘¡Pero y ese hombre, cómo no está en la Academia!’. Seis años después los académicos aceptaron a la poetisa Carmen Conde, que en su discurso de ingreso agradeció que la eligieran “para un puesto que, secularmente, no se concedió a ninguna de nuestras grandes escritoras ya desaparecidas (...) Vuestra noble decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria”.