Pilar Mateo: “Me gustaría ayudar a otras inventoras sociales que busquen mejorar la vida de las personas”
La científica e inventora es la ganadora este año del Premio MAS Talento a Bordo de Iberia

Pilar Mateo, ganadora del Premio MAS Talento a Bordo de Iberia en los XII Premios Mujeres a Seguir, es química y una de las científicas españolas más reconocidas a nivel internacional. Ha dedicado su carrera a luchar contra enfermedades endémicas en países en vías de desarrollo mediante una pintura insecticida, Inesfly, basada en una técnica de microencapsulación de su invención. Esta tecnología se ha usado con éxito para controlar brotes de la enfermedad de chagas, que afecta en el mundo a unos 25 millones de personas, y de otras como la malaria, el dengue o la leishmaniosis, en muchas regiones de América y África. La sede de su empresa, situada en Paiporta, fue completamente devastada por la dana de octubre de 2024. Pero lejos de tirar la toalla, Mateo decidió reinventarse y poner en marcha el movimiento Women Paint Too, que busca visibilizar y apoyar iniciativas impulsadas por otras inventoras con vocación social.
¿Cómo se te ocurrió la idea de convertir algo tan cotidiano como una pintura en una herramienta contra la enfermedad?
Ya conocía bien el mundo de las pinturas y los barnices porque es a lo que se dedicaba la empresa de mi padre. Me habían pedido que codirigiera una investigación en la universidad cuando leí en un periódico que había un problema de patógenos en un hospital, y pensé que tal vez podría hacerse algo al respecto a través de las paredes, mezclando los biocidas [sustancias o preparados destinados a destruir, neutralizar o controlar organismos nocivos como bacterias, virus, hongos o insectos] con pinturas. Ese fue el eje principal de la investigación. En teoría fue un éxito, pero en la práctica la mezcla no funcionaba bien y por eso seguí estudiando desde mi propio centro de investigación la forma de retardar la liberación de los activos dentro de la matriz de la pintura. Logré microencapsular los biocidas y que las microcápsulas no interactuaran entre ellas. Ese hallazgo representó un nuevo paradigma científico que me costó casi veinte años poder demostrar. Ahí nació la tecnología de Inesfly.
Has trabajado mucho en comunidades de América y África. ¿Qué has aprendido de esas experiencias que quizá no hubieras aprendido en un laboratorio?
Los insectos en general, y los mosquitos en particular, han ido creando resistencias a los insecticidas de forma gradual y permanente desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Eso ha generado unas especies en campo abierto que no se parecen en nada a las cepas de los laboratorios. Llegar a controlar algunas especies resistentes hasta tres años con una sola aplicación, en países tan dispares como Bolivia o Nigeria, ha sido un éxito que me ha dado mucha credibilidad científica. Otro aspecto muy importante ha sido el contacto con las personas que sufren esas enfermedades. El factor humano te lleva de forma inexorable a solidarizarte con ellos y a intentar que lleven una vida más digna. Fue Immanuel Kant el que explicó que debemos tratar a las personas como fines en sí mismos, y no como medios. La cercanía con la pobreza de las comunidades indígenas me hizo ver la vida con una perspectiva diferente.
¿Las enfermedades desatendidas siguen estando tan desatendidas como cuando empezaste a trabajar en esta área?
Es evidente que los recursos son escasos y las necesidades humanas son casi ilimitadas. El problema que tenemos en un mundo donde la población sigue creciendo de una forma constante es que tenemos cada vez más personas enfermas, que, aunque no mueran, pierden su autonomía y se convierten en dependientes. Las medicinas los mantienen vivos, pero las enfermedades endémicas (malaria, dengue, chikunguña...) les limitan. El coste económico desborda los servicios de salud pública. Con el desarrollo del transporte, y el cambio climático, los insectos viajan cada vez más lejos y arrastran consigo virus, bacterias y enfermedades. Sigue faltando inversión en las áreas relativas a la educación y en la prevención. Por desgracia, se actúa siempre de forma coyuntural (cuando eclosionan las epidemias) y faltan actuaciones estructurales (para prevenirlas).
El 29 de octubre de 2024 viste, como miles de valencianos, que el agua arrasaba tu negocio. ¿Cómo quedó la fábrica tras la dana? ¿Habéis podido seguir produciendo de alguna manera?
La fábrica y los laboratorios quedaron totalmente arrasados. La dana nos ha obligado a paralizar todas las actividades.
“La creatividad no tiene edad y, por ende, no se jubila. Sigo pensando en nuevos proyectos científicos porque sigo teniendo ideas en muchos campos”
¿Te planteaste tirar la toalla?
La creatividad no tiene edad y, por ende, no se jubila. Sigo pensando en nuevos proyectos científicos porque sigo teniendo ideas en muchos campos que incluyen, por ejemplo, el arte o la comunicación social.
Al final acabaste transformando tu desgracia en una oportunidad para otras mujeres con Women Paint Too. ¿Por qué decidiste crear un espacio que mezcla ciencia, arte y reivindicación femenina en lugar de levantar otra fábrica?
Siempre he estado vinculada a la formación y la educación de las mujeres indígenas. Hace años puse en marcha el MOMIM (el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo), porque era consciente de que eliminar una enfermedad endémica no arreglaba el problema de la pobreza y del hambre. La idea del nuevo proyecto es visualizar el trabajo científico e innovador de muchas mujeres que ‘pintan’ mucho en la vida, pero, por desgracia, su labor pasa desapercibida. Para las mujeres sigue habiendo muros de cristal invisibles. Me gustaría ayudar a otras inventoras sociales, científicas o no, que busquen mejorar la vida de las personas.
¿Qué esperas que ocurra en WPToo en los próximos años?
Me gustaría ver que hemos conseguido dar un paso adelante para que las mujeres se sientan empoderadas e importantes en esa tarea permanente de subir la roca, como Sísifo, con la esperanza de que no se caiga.



