La nueva aristocracia de los superricos: los milmillonarios acumulan más riqueza y poder que nunca
Según un informe de Oxfam, los diez hombres más ricos del mundo ganaron el año pasado 100 millones de dólares al día

En 2024, la riqueza conjunta de los milmillonarios aumentó en dos billones de dólares estadounidenses, lo que equivale a un crecimiento de aproximadamente 5.700 millones de dólares al día; un ritmo que triplica al del año anterior. Oxfam publica hoy el informe ‘El saqueo continúa’, coincidiendo con la celebración del Foro de Davos en Suiza y la investidura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, a la que asistirán, entre otros magnates, Elon Musk, colaborador cercano del nuevo presidente y el hombre más rico del mundo.
En 2024, el número de milmillonarios era de 2.769, comparado con los 2.565 del año anterior, y su riqueza conjunta pasó de 13 billones de dólares a 15 en apenas doce meses. Se trata del segundo mayor incremento de la riqueza conjunta de los milmillonarios en un solo año desde que existen registros. De hecho, la riqueza conjunta de los diez hombres más ricos del mundo se ha incrementado, en promedio, en casi 100 millones de dólares al día. Oxfam destaca que son tan ricos que, aunque perdieran el 99% de su fortuna de la noche a la mañana, seguirían siendo milmillonarios. Mientras, de acuerdo con los datos del Banco Mundial, el número de personas que viven en la pobreza (es decir, con menos de 6,8 dólares al día) apenas ha variado desde 1990.
El aumento incesante de la concentración de la riqueza está ligado, denuncia Oxfam, al creciente poder monopolístico, que permite que los milmillonarios ejerzan cada vez mayor control sobre la economía, pero también sobre la opinión pública. "Una pequeña élite privilegiada tiene capturada la economía mundial a niveles hasta ahora impensables o incluso inimaginables”, indica Amitabh Behar, director ejecutivo de Oxfam Internacional. “No solo los milmillonarios son cada vez más y su riqueza cada vez mayor —su riqueza conjunta creció tres veces más rápido en el último año— sino que cada vez tienen más poder".
Behar destaca, como ejemplo paradigmático de esta“oligarquía de superricos”, el caso de Estados Unidos, “la primera economía del planeta, con un presidente milmillonario y el hombre más rico del mundo —Elon Musk— que mueve los hilos. El informe de Oxfam pretende ser una llamada de atención clara y directa sobre cómo la desproporcionada riqueza de unos pocos cambia las reglas del juego para el resto de la población mundial y el planeta".
El análisis también hace hincapié en que el 60% de la riqueza de los milmillonarios es heredada, está marcada por el clientelismo o vinculada al poder de monopolio. Contrariamente a la opinión generalizada, su riqueza no es necesariamente el resultado de su esfuerzo y dedicación. Esta riqueza heredada, junto al colonialismo —entendido no solo como una historia de brutal extracción de riqueza sino como una poderosa fuerza detrás de los actuales niveles de desigualdad extrema— se erigen como dos de los principales motores de esta acumulación de riqueza milmillonaria.
Oxfam estima que aproximadamente el 36% de la actual fortuna de los milmillonarios es heredada. Gran parte de la riqueza de los superricos, especialmente en Europa, viene del legado del colonialismo histórico y de la explotación de países más pobres. La organización destaca que esas dinámicas de extracción de la riqueza siguen vigentes en la actualidad. El propio sistema hace que continuen moviéndose grandes flujos de dinero del sur global hacia el norte beneficiando a la población más rica, un fenómeno al que Oxfam se refiere como "colonialismo moderno". En 2023, a través del sistema financiero internacional, se habrían extraído de los países del sur global 30 millones de dólares por hora, que fueron a parar al 1% más rico de los países del norte global como el Reino Unido, los Estados Unidos o Francia. Los países de renta media y baja destinan, en promedio, cerca de la mitad de su presupuesto público a devolver los préstamos e intereses de la deuda pública contraída, normalmente con ricos acreedores privados de Nueva York y Londres.
Oxfam insta a los gobiernos a tomar medidas urgentes para reducir la desigualdad y poner fin a la concentración de riqueza extrema. A juicio de la ONG, los ingresos del 10% más rico no debería superar los del 40% más pobre tanto a nivel nacional como global. El primer paso sería aumentar los impuestos a esos superricos. El diseño del sistema fiscal internacional debería acordarse en las Naciones Unidas, a través de una convención marco sobre cooperación fiscal internacional, para lograr que tanto las grandes fortunas como las empresas más poderosas paguen realmente lo que les corresponde. Para frenar a esa “nueva aristocracia de superricos del planeta” también sería vital acabar con los paraísos fiscales y gravar las herencias.
Además, propone cancelar la deuda pública de los países del sur y poner fin a la dominación de las grandes empresas sobre los mercados financieros y las reglas comerciales. De igual manera, sería necesario acabar con los monopolios, democratizar las normas de propiedad intelectual, regular las brechas salariales en grandes empresas y garantizar salarios dignos. También recomienda cambiar el sistema de voto en el Banco Mundial, el FMI y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para garantizar la justa representación de los países del sur global. Por último, propone a las antiguas potencias coloniales responsabilizarse de los profundos daños que ha causado su sistema colonial, ofrecer disculpas formales y aplicar mecanismos de reparación para apoyar a las comunidades afectadas.