“África es el futuro, tiene una población joven llena de fuerza y resiliencia”
Beatriz López Cela, ginecóloga y coordinadora del proyecto de educación para la salud sexual y reproductiva de la Fundación Xaley en Senegal

La primera regla es un acontecimiento para cualquier niña, pero en algunos países del mundo, la llegada de la menstruación puede suponer un antes y un después en sus vidas. En Senegal, por ejemplo, solo un 10% de las niñas completan su educación secundaria, y la falta de información sobre menstruación y salud reproductiva tiene mucho que ver con ello. Al desconocimiento y a los tabúes que todavía rodean estos temas, se suman la falta de instalaciones sanitarias adecuadas en los colegios y de productos de higiene femenina. Nada de esto favorece precisamente la continuidad de la escolarización de las niñas, lo que las hace más vulnerables a los embarazos precoces y a los matrimonios forzados.
Xaley es una ONG española que trabaja para promover la educación de las mujeres como motor del cambio social en Senegal, donde ha contribuido a mejorar la vida de más de 25.000 niñas y adolescentes. Beatriz López Cela, ginecóloga y coordinadora del programa de educación para la salud sexual y reproductiva de la organización, explica que la idea de Xaley nació “de un ‘flechazo’ que se produjo hace ya más de quince años, cuando un grupo de profesionales de distintas áreas con la inquietud común de aportar nuestro esfuerzo a la sociedad más vulnerable descubrimos en Senegal el Movimiento Africano de Niños y Jóvenes Trabajadores (MAEJT), en el que niños, niñas y jóvenes abanderaban la lucha por sus derechos. Desde aquel primer encuentro en Saint Louis quedamos impresionados por la energía, el compromiso y la solidaridad de aquellos jóvenes y supimos, como así ha sido, lo mucho que podríamos aprender de ellos. África es el futuro, tiene una población joven llena de fuerza y resiliencia. Es un continente lleno de posibilidades”.
El objetivo de la fundación es desarrollar allí modelos de desarrollo social a través de la educación de las jóvenes, apoyando iniciativas surgidas de la propia comunidad. “A lo largo de estos años hemos ido aprendiendo el inmenso valor transformador de la educación integral y de una manera especial, en el caso de las niñas, que son el eslabón más vulnerable”, asegura López Cela. “Cuando las niñas y jóvenes son conscientes de la vulneración de sus derechos, están más sensibilizadas y preparadas para recibir con los brazos abiertos todas las oportunidades de empoderarse, lo que las convierte en un potente motor de transformación social, porque lo que aprenden lo transmiten a sus familias y a otras mujeres de su comunidad.
La educación es la clave para conseguir romper el círculo de pobreza en el que crecen, lo que puede darles las herramientas para llevar en el futuro una vida plena. Pero eso no se puede conseguir, según el equipo de Xaley, desde la óptica europea, sino solo partiendo de su realidad. Los problemas empiezan por algo tan rutinario y habitual en esta parte del mundo como la inscripción en el Registro Civil. “Si un niño o niña no consta en el Registro, años más tarde, cuando llegue el momento de su escolarización, no podrá inscribirse en el colegio, porque no existirá para la administración, y los padres no son conscientes del problema”.
La fundación mantiene actualmente siete proyectos activos centrados en la capacitación profesional, la reescolarización y la formación a niñas desescolarizadas, combinados con formación en salud sexual. De ellos se benefician más de 3.000 personas, principalmente mujeres, en las localidades de Mbour, Dakar, Ziguinchor, Diourbel, Thiès y Louga.
Para el diseño de su proyecto de salud sexual y reproductiva, la organización partió de los resultados de una investigación, llevada a cabo en colaboración con el Instituto Tropis de Dakar, que concluía que los embarazos y los matrimonios precoces, junto al rol secundario atribuido a la mujer, eran las principales causas del abandono escolar de las niñas, por delante incluso de la pobreza de las familias. “Necesitábamos trabajar la manera de abordar estos temas para tener verdadero impacto. Por ello lo hicimos con un proceso participativo. Nuestro motor fundamental ha sido siempre la escucha de los propios jóvenes, que nos ponen los pies en la tierra de la realidad que viven. Hemos tratado de dar la vuelta a todas esas formaciones en las que los jóvenes se limitan a escuchar pasivos los mensajes de los adultos. Les hemos dado la palabra no solo para escuchar sus problemas, sino también para que aporten soluciones”.

Su objetivo es formarles para que, a su vez, ellos formen a otros jóvenes, y conseguir entre todos cambiar las cosas. “Compartir entre chicas y chicos la educación sexual normaliza hablar de ciertos temas, desmontar estereotipos, normalizar procesos biológicos como la menstruación y erradicar tabúes para que no desencadenen la brecha de género”. Pese a que puedan parecer temas delicados de tratar, la doctora López Cela asegura que en realidad no ha supuesto un gran problema. “Contamos con un equipo local de profesionales muy capacitados e implicados, conocedores de su cultura, en la que en ningún momento interferimos, y que tienen, además, una relación de respeto mutuo con los miembros de las comunidades en las que estamos presentes. Tratamos de que los padres y los líderes de las comunidades entiendan la importancia que tiene para sus hijas e hijos recibir esta formación. En algunos de nuestros talleres participan los padres, madres, profesores, profesoras e incluso los y las responsables locales de salud. Ese trabajo abierto, en común, hace que desaparezca el temor que a veces suscita tratar de estos temas. Entender lo que esta formación va a aportarles, incluso a los adultos, facilita todo el proceso. A veces las cosas son mas sencillas de lo que parecen: solo tenemos que priorizar el sentido común, movernos en el respeto y trabajar con valores universales”.

