“Los movimientos feministas se acuerdan de las mujeres negras la semana del 8M. El resto del año somos invisibles”
Desirée Bela-Lobedde acaba de publicar ‘Ponte a punto para el antirracismo’

Desirée Bela-Lobedde se ha convertido en un referente afrofeminista en nuestro país. A través de sus redes sociales, sus colaboraciones con medios y sus cursos para empresas e instituciones, denuncia el racismo y fomenta el empoderamiento de las mujeres negras. Escritora y conferenciante de ascendencia guineoecuatorial, es autora de los libros Ser mujer negra en España, Minorías y Color carne, que ahondan en temas como el activismo estético, el feminismo y, por supuesto, el racismo. Estos días publica el cuarto, Ponte a punto para el antirracismo, una guía práctica con consejos y herramientas para fomentar la diversidad. “Mientras haya racismo –que lo hay— los libros así serán necesarios. Sobre todo, porque es necesario que la sociedad entienda que el racismo no es un comportamiento únicamente individual, sino que el sistema en el que vivimos lo perpetúa y lo reproduce”, explica. “Igual que pasa con el machismo, que no es algo de unos pocos hombres, sino de una estructura que crea unas jerarquías que resultan en discriminación hacia las mujeres y las personas disidentes de género, el racismo hace lo mismo entre las personas de razas y orígenes diferentes”.
En el primer capítulo aseguras que España es un país racista. ¿Cómo podemos contribuir a cambiar el paradigma?
Hay que hacer muchas cosas y comprender que todo lo que se haga es a largo plazo, que los cambios no son inmediatos. A nivel individual hay que educarse en el antirracismo y, una vez que se tiene la información, pasar a la acción, hacer. Y definitivamente necesitamos el desmantelamiento del racismo institucional, que las leyes y las políticas dejen de discriminar a las personas de otras razas y orígenes y de privilegiar a las personas blancas. Hay que desmantelar la supremacía y garantizar los derechos humanos y la dignidad de todas las personas.
En nuestro día a día, nos encontramos con multitud de actitudes y comentarios que denotan racismo. ¿No queremos verlo o no nos damos cuenta?
En mi opinión, es una mezcla de las dos cosas. Hay muchas cuestiones de las que no nos damos cuenta porque nos han educado para no verlas. Pero, después, cuando ya sabemos que eso existe y genera desigualdades, ahí entra el querer verlas y reflexionar sobre qué parte de responsabilidad tenemos en su perpetuación o su eliminación. Porque sí, se trata de una responsabilidad compartida por todas las personas. No solo de las que nos vemos afectadas por el racismo. Sería como decir que contra el machismo solo tienen que luchar las mujeres porque son las que lo viven. Eso sería muy injusto. Sin embargo, con el racismo, hay personas que tienen esa creencia.
También hablas del ‘daltonismo racial’. ¿Qué significa?
El daltonismo racial es la creencia de que no hay que ver la raza de las personas. El “yo no veo colores, veo personas” niega el hecho de que el color de esas personas implique unas situaciones de desigualdad que tienen un impacto negativo en su vida. Si no veo colores, ¿cómo puedo combatir las discriminaciones que están relacionadas con ellos?
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Históricamente ha habido una falta de referentes negros en la educación y los medios. ¿Crees que esto está cambiando para las nuevas generaciones?
Debería reformular esta afirmación: sí hay referentes y los ha habido desde hace décadas, lo que hay es una constante invisibilización. El cambio se está produciendo a medias, porque tal vez los medios o las redes sociales empiezan a nombrar a personas negras, pero en el sistema educativo no se está haciendo. Ni la presencia de personas afro en el estado español, que es centenaria, ni sus aportes se están incorporando a los currículos académicos. Eso es problemático, porque perpetúa la creencia de que las personas negras son un fenómeno nuevo en la historia de España. Se nos ve como eternas recién llegadas, cuando aquí ha habido personas negras desde hace siglos. Estando a tan solo 14 kilómetros de África, no podía ser de otra manera.
En el libro aseguras que, a lo largo de la historia, el feminismo ha olvidado a las mujeres negras. ¿Lo sigue haciendo?
Sí, por lo general, los movimientos feministas nos instrumentalizan. Se acuerdan de las mujeres negras —y gitanas, moras, latinas, asiáticas…— la semana del 8M, para dar diversidad a sus actividades y a sus conferencias. El resto del año somos invisibles. De hecho, el 21M, tan solo tres semanas después, se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial y ni tiene la misma repercusión, ni se suman tantas personas, a pesar de que la discriminación racial impacta en la vida de muchas mujeres. El feminismo debería tener considerar también este eje de opresión.
¿Qué podemos hacer para darle más visibilidad dentro del feminismo?
Muchas cosas: escuchar los discursos de los feminismos racializados, dejar de ocupar todos los espacios, dejar de infantilizar a las mujeres racializadas, estudiar a referentes feministas racializadas con el mismo interés que se estudia a feministas blancas y, sobre todo, hacer autocrítica.
