“El cáncer es una enfermedad multifactorial a la que hay que atacar desde distintos frentes”
Melissa García, investigadora de la Universidad de Málaga

Controlar la progresión del cáncer, aislando a las células tumorales y evitando que reciban el alimento y el oxígeno que necesitan para crecer y extenderse, es el objetivo de un proyecto dirigido por la investigadora de la Universidad de Málaga Melissa García. Por ese trabajo, ha sido reconocida este año con uno de los premios L’Oréal-UNESCO For Women in Science. Para lograrlo, García plantea actuar no tanto sobre la célula tumoral en sí, como en lo que sucede alrededor de esa célula, que es lo que se conoce como microambiente tumoral. De conseguirlo, García lograría lo que soñaba al elegir la ciencia como carrera: que su trabajo cambiara las cosas. “Estoy centrada en el cáncer porque las circunstancias han ido determinando este camino, pero no me hubiese importado estudiar cualquier otra patología humana. Eso sí, siempre he tenido muy claro que quería un trabajo biomédico, dedicarme a estudiar una enfermedad, y que mi trabajo tuviese un impacto social”.
¿Qué es exactamente el microambiente tumoral?
Es el conjunto de células que incluye tanto las tumorales como las de soporte o estromales. Antes nos centrábamos sobre todo en el estudio de las células tumorales, que son las que se multiplican de forma descontrolada y dan lugar al tumor primario. Pero recientemente se ha descubierto que el papel que juegan las células de soporte es muy importante. Esas células de soporte normalmente favorecen la función de las células tumorales, que es crecer y extenderse a otras localizaciones distantes. El microambiente tumoral tiene un papel decisivo en la progresión del cáncer y en la respuesta a los tratamientos anti-tumorales.
Tu investigación se centra en el estudio de las células endoteliales. El endotelio es el órgano más grande del cuerpo, pero también es bastante desconocido. ¿Cuál es su papel más allá de transportar la sangre?
Desde el colegio sabemos que tenemos un sistema vascular sanguíneo y que la sangre va por el interior de arterias, venas y capilares. Conocemos el endotelio como vía de transporte de la sangre, pero tiene muchas más funciones. Las células endoteliales controlan el tono arterial, participan en la permeabilidad vascular, en la transmigración de células inflamatorias, etcétera. En el caso del microambiente tumoral son muy importantes, porque permiten que la sangre llegue al tumor. Un tumor sin aporte sanguíneo no puede crecer más de uno o dos milímetros. Necesita que los vasos sanguíneos le lleven nutrientes, oxígeno y retiren los deshechos que se generan como consecuencia del metabolismo tumoral. Pero además, estos vasos también proporcionan a las células tumorales rutas de escape para llegar a órganos alejados del lugar en el que se originó el tumor primario.
Esa es la fase realmente peligrosa del cáncer, ¿verdad?
Sí, un tumor primario en una localización determinada puede tratarse muy bien mediante cirugía y después, con radioterapia y quimioterapia. En esa fase, no mata. En cambio, cuando esas células cancerosas pasan a la vía sanguínea, ya no podemos controlar dónde llegan. Puede colonizar cualquier órgano, y ahí sobreviene la metástasis.
¿La metástasis es controlable?
No me atrevería a decir que es incurable, porque los últimos tratamientos de inmunoterapia, que son aquellos en los que se entrena al sistema inmune del paciente para luchar contra sus células tumorales, están obteniendo resultados bastante positivos. Pero cuando pasamos del tumor primario a la invasión sistémica y a la metástasis, tratar a los pacientes se hace mucho más difícil. Todos nuestros esfuerzos se centran en evitar llegar a eso.
¿Sería posible llegar a controlar los tumores cortándoles el suministro de oxígeno y alimento?
Es el objetivo y creo que es posible, pero requerirá de esfuerzo y terapias combinadas. No creo que lo consigamos atacando solo al endotelio. De hecho, ya hay fármacos para controlar el crecimiento endotelial, como son los fármacos anti-VEGF, que inhiben la formación de nuevos vasos sanguíneos. Se esperaba que fueran una varita mágica para acabar con el cáncer, pero después se ha visto que no era así. El cáncer es una enfermedad multifactorial a la que hay que atacar desde distintos frentes. Tenemos que utilizar un modelo de terapia combinada y personalizada, porque, además, el mismo tumor no se comporta de la misma forma en un paciente y en otro. Su situación y su estado de salud influyen mucho en la evolución de la enfermedad.
¿Qué relación tiene el endotelio con otras enfermedades?
Hay otras enfermedades dependientes de angiogenénes, que es como se llama a la formación de nuevos vasos sanguíneos a partir de otros pre-existentes. En 2020, por ejemplo, publicamos otro trabajo sobre la degeneración macular, una enfermedad que afecta especialmente a personas de edad avanzada. Sucede cuando en la mácula empiezan a proliferar células endoteliales que forman vasos sanguíneos no funcionales. Esos vasos son muy permeables y de forma frecuente dan lugar a hemorragias, lo que a menudo tiene como consecuencia la ceguera. Nuestro estudio buscaba caracterizar la heterogeneidad de células endoteliales en un modelo de degeneración macular en ratones para así desarrollar nuevos tratamientos. Las células endoteliales no son todas iguales, es algo que ahora podemos saber gracias a nuevas técnicas que nos permiten ver el perfil único de cada célula. Esos perfiles son diferentes. Conocer qué subpoblaciones hay en un conjunto de células endoteliales nos permite saber con más claridad qué pasa durante la degeneración macular y desarrollar tratamientos dirigidos a una subpoblación en concreto y no a otra. La psoriasis también está relacionada con la angiogénesis. Existe un compuesto, el dimetilfumarato, que se estaba aplicando en pacientes con psoriasis con buenos resultados, pero no se sabía cuál era su mecanismo de acción. Descubrimos que mejoraba su condición porque inhibía la angiogénesis. La FDA ha aprobado ahora también su uso para el tratamiento de la esclerosis múltiple.
También llevaste a cabo un ensayo clínico para evaluar el potencial terapéutico de la dieta cetogénica. ¿En qué consistió exactamente?
Propuse utilizar la dieta cetogénica, que es una dieta rica en grasa y baja en glúcidos, para controlar el linfedema. La linfedema es una hinchazón, sobre todo de los miembros superior e inferiores, que se da frecuentemente en pacientes oncológicos a los que se les extirpan los ganglios. Por ejemplo, mujeres con cáncer de mama a las que, para evitar la metástasis, se le quita el ganglio centinela. Esto altera el sistema vascular linfático y provoca que se acumule la linfa. Estos pacientes se recuperan del cáncer, pero con una consecuencia indeseada, el edema o hinchazón en los brazos. Nuestro estudio reproducía el linfedema en la cola de ratones, haciendo que la linfa se acumulara allí, y después utilizamos la dieta cetogénica para ver si podíamos modificar el metabolismo de los ratones y comprobar si así se recuperaban de ese edema. Efectivamente, es lo que pasaba. Después lanzamos un ensayo clínico en colaboración con el Hospital UZ de Lovaina. Tratamos a pacientes con cáncer a los que se les han extirpado los ganglios, para ver si la dieta cetogénica puede aliviar el edema originado. Los resultados que tenemos hasta ahora son bastante positivos. Actualmente estamos intentando hacer extensivo el estudio a otros centros hospitalarios para reclutar a más pacientes y que las conclusiones sean más contundentes.
¿Entonces se puede controlar con un simple cambio de dieta?
Sí, pero no es fácil, sobre todo tratándose de pacientes oncológicos, personas que ya están casi curadas y a las que, después de lo mal que lo han pasado, les pones a dieta, que es otro estrés. Además, la dieta tiene que estar muy controlada para que tenga efecto sobre el metabolismo. Hemos tenido que sacar a pacientes del estudio porque no seguían estrictamente las pautas del ensayo. En principio, una dieta da menos miedo que un medicamente, pero, en mi opinión, a veces también puede resultar más complejo.
En los últimos meses se han acumulado una serie de noticias sobre avances contra el cáncer. En el caso de esta enfermedad parece complicado hablar de una cura definitiva, pero ¿estamos más cerca de controlarla?
Se está progresando a pasos agigantados. Yo misma, que intento estar al día de las investigaciones y leo muchos artículos, me sorprendo de todo lo que se está descubriendo. Pero no hablamos de una enfermedad simple. Como decía, el cáncer es una enfermedad multifactorial, que no sigue el mismo patrón en distintos pacientes, por eso el tratamiento tiene que ser multifactorial y personalizado. Se está avanzando mucho, pero todavía queda mucho por hacer.