No es conciliación todo lo que reluce: ventajas e inconvenientes de la semana laboral de cuatro días
La reforma laboral propuesta en Bélgica plantea muchos interrogantes, como qué pasará con los colegios
El sueño de trabajar solo cuatro días a la semana parece un poco más posible después de que los partidos que forman la coalición de Gobierno en Bélgica anunciaran ayer un pacto para sacar adelante una reforma laboral cuya medida estrella es la posibilidad de concentrar la semana laboral en cuatro jornadas. El objetivo de la medida, indicó el primer ministro, Alexander de Croo, al anunciar el acuerdo, es favorecer la conciliación entre vida laboral y familiar, permitiendo que los trabajadores puedan trabajar cuatro días, sin que esto suponga una reducción de las horas que trabajan semanalmente. Otra de las opciones que plantea la reforma es la de trabajar menos durante una semana y compensarlo con más tiempo en la siguiente.
“Es un intento de aportar un modelo de flexibilidad laboral, siempre necesaria y muy valorada por los trabajadores, de una forma artificial”, indica Olga Barroso, directora de recursos humanos de la empresa Europ Assistance. En principio, cualquier medida que favorezca la flexibilidad parece una buena idea, pero a menudo las buenas ideas se desvirtúan en la ejecución. Como reza el dicho popular, el diablo está en los detalles, y este podría ser un ejemplo. “Aunque el verdadero avance sería empezar a medir el trabajo por objetivos alcanzados y no por las horas que pasamos trabajando, que las semanas laborales tengan 4 días (incluso 3 y medio como propone mi hijo de 8 años para que haya un verdadero equilibrio entre vida laboral y personal) parece, a priori, un sueño hecho realidad”, asegura Usúe Madinaveitia, coach especilizada en conciliación, valores y gestión del estrés. “Cuando nos detenemos en la letra pequeña de la reforma laboral aprobada por el Gobierno Belga y reparamos en el ‘sin reducir horas’, la cosa cambia. No es lo mismo la semana laboral de cuatro días y un total de 32 horas, que la misma semana de 40 horas laborales comprimida en cuatro días, como ha aprobado el Gobierno Belga”.
Ese es la principal diferencia entre la propuesta belga y la que ha lanzado en España Más País, que sí implica una reducción de horas laborales. “Trabajar 10 horas diarias para librar un día es un atentado a la conciliación y a la calidad de vida. Han ido por el camino contario”, ha denunciado en redes el líder de la formación, Íñigo Errejón. El riesgo de que, para disfrutar más de un día libre, los trabajadores acaben pegándose palizas el resto de la semana, comprometiendo su descanso y su bienestar físico y mental, es evidente. “Algunos estudios desaconsejan jornadas laborales diarias superiores a 8 horas, porque podrían resultar perjudiciales para la salud”, apunta Barroso. “Jornadas de estas características generan mayores niveles de cansancio y productividades más bajas”. Desde el punto de vista organizativo, además, podría resultar una medida difícil de aplicar en determinados sectores y empresas, que tendrán que adaptarse a las nuevas jornadas de sus trabajadores para poder seguir prestando servicio normalmente.
Leo que “Bélgica ha aprobado la semana laboral de 4 días”. No es cierto: no reducen horas de trabajo. Trabajar 10 horas diarias para librar un día es un atentado a la conciliación y a la calidad de vida. Han ido por el camino contrario. — Íñigo Errejón (@ierrejon) February 15, 2022
Pero el gran interrogante, a juicio de Usúe Madinavieitia, es qué pasará con los colegios. “¿Tendrán los profesores también semanas laborales de cuatro días? ¿Y los alumnos?”, se pregunta. “Si los padres tienen un día libre mientras sus hijos están en el colegio, es posible que esta medida mejore la conciliación personal de los progenitores, ya que podrán disfrutar de esas horas libres ese día de la semana mientras sus hijos están atendidos. Sin embargo, la conciliación familiar será todavía más difícil el resto del tiempo, ya que tendrán dos horas menos a diario para cuidar, atender y disfrutar de sus hijos”, pronostica la coach experta en conciliación. El que los profesores también pudieran acogerse a la medida plantearía, además, un desafío organizativo para los colegios, y que los alumnos también redujeran su semana ampliando sus jornadas el resto de la semana supondría aumentar de forma significativa unos horarios ya de por sí bastante cargados.
No parece, por tanto, que la semana laboral de cuatro días (al menos, planteada en estos términos) resulte la panacea para la conciliación o la respuesta a todos los males de los trabajadores y las familias. “La conciliación es un aspecto personal e intransferible”, explica Olga Barroso. “Una persona que se traslada los fines de semana a otra ciudad para cuidar de un familiar enfermo percibirá el punto de la reforma laboral de acumulación de jornada semanal a cuatro días. Una persona con hijos en edad escolar podría considerar esta opción negativa porque posiblemente generaría anomalías en sus rutinas domésticas”.
La reforma laboral propuesta por el gobierno belga deja muchos interrogantes y tiene que pasar todavía por el trámite parlamentario, que podría implicar cambios. En cualquier caso, cabe destacar que la opción de la semana laboral de cuatro días es simplemente eso, una opción y no una obligación, a la que podrán acogerse los trabajadores que lo deseen para organizarse mejor. “Al ser derechos, entiendo que los solicitarán aquellos trabajadores que consideren que estas medidas beneficiosas para ellos. Y cuantos más derechos existan que traten de facilitar la conciliación, más fácil será que alguno se adapte a las necesidades específicas de cada persona”, concluye Madinaveitia.