El efecto espejo para denunciar la desigualdad
No me da la vida es un corto sobre conciliación, techos de cristal y feminismo
Un jueves al mes, cuatro amigos: Lucas, Río, Marcos y Xabi quedan en casa de este último para jugar una partida de mus. Pero, ese jueves la conversación entre ellos se torna un poco diferente…
Así arranca No me da la vida, un corto sobre conciliación, corresponsabilidad en el hogar, techo de cristal y feminismo que utiliza el llamado efecto espejo para poner sobre la mesa estos temas. Porque la conversación entre Lucas, Río, Marcos y Xabi no transcurre por los temas que a priori podían esperarse, sino que los cuatro hombres asumen un discurso tradicionalmente adscrito a las mujeres en el ámbito de la maternidad. Con ello, la propuesta se convierte en una comedia. “Un truco para visibilizar que aún nos queda mucho por recorrer para la supuesta igualdad”, dice Virginia Mosquera, guionista del corto. “Cuando usas el efecto espejo y pones a eso a cuatro actores como la copa de un pino, cuatro tiarracos jugando al mus y hablando del cambio de armarios y de que no llegan a nada, el corto se vuelve una comedia… y ahí es donde la gente hace clic y por primera vez vislumbra el camino que queda por recorrer”.
Un mensaje pertinente y muy necesario, añade, “porque la maternidad es ese triángulo de las Bermudas en el que se van perdido las mujeres en muchas profesiones”. Mosquera sabe de lo que habla. No en vano, cuenta con una larga trayectoria profesional como creativa publicitaria, un sector en el que la mujer tiene una presencia destacada, pero no tantas alcanzan puestos de máxima responsabilidad. En la actualidad, Virginia Mosquera ejerce como directora creativa en la agencia McCann, una de las más grandes del país.
Mosquera es la guionista de esta historia dirigida por la cineasta y realizadora publicitaria Alauda Ruiz de Azúa, con el fotógrafo Jesús Antón y coproducida por Encantada Films e Igloo Films. Sin duda, en No me da la vida hay muchos retazos de experiencia personal y profesional. Aunque, en este caso, y por parte de Mosquera, la mezcla de esos dos ámbitos tiene una versión muy particular, la de los malabarismos que tuvo que hacer durante el proceso de producción con el padre de sus hijos, Adolfo Vallejo —músico y diseñador gráfico del corto—, “para que ninguno de nuestros hijos fuera olvidado en la puerta del cole más de diez, a lo sumo, quince minutos. Ha sido titánico”.
No me da la vida suma ya un total de diez premios en las veinticinco secciones oficiales en las que ha participado:
- Premio Madrid en Corto. Semana del Cortometraje de la Comunidad de Madrid.
- Mejor guion Y Mejor cortometraje Certamen Nacional de Cortometrajes CENCOR.
- Mejor banda sonora (Adolfo Vallejo) Premios Pávez – Talavera de la Reina.
- Mejor comedia Certamen Nacional de Cortos – Astorga.
- Mejor guion (Virginia Mosquera) Festival Ibérico de Cine FIC.
- Primer Premio: Roel de oro al mejor corto. Semana de Cine de Medina del Campo.
- Premio del Jurado a la mejor música original: Adolfo Vallejo.
- Premio del Jurado al mejor actor: Chani Martín.
- Mejor Comedia en el Festival de Astorga.
- Premio de Telemadrid al Mejor corto de ficción 2021. Semana del Corto de Madrid.
Disponible en Movistar, estuvo también entre las quince candidaturas contempladas para el Goya en la categoría de corto de ficción, aunque la carrera a los Goya 2022 se truncó en su recta final y no figurará entre los cinco cortos de ficción que competirán este año por la estatuilla. No obstante, señala Mosquera, estar entre los quince iniciales ya es “haber llegado muy lejos. Llevo toda la vida ensayando en el espejo con el champú Johnson´s en la mano lo que diría si me dieran un Goya (risas). Lo que jamás imaginé es que me acercaría tanto. Vamos, que llegar hasta aquí con mi primer trabajo es un regalazo. Suena a cliché, pero haber conseguido diez premios en veintiséis secciones oficiales, con el curro tan espectacular que hay en la categoría, no está mal. Tenemos mucho que agradecer a Madrid en Corto, que nos apoyan”. Aunque, dice, el verdadero premio es cuando, al salir del cine, “la gente se me acerca y dice ‘esto tiene que verlo mi marido’”.
