Un estudio expone la relación entre la crisis climática y el aumento de la violencia sobre las mujeres
Indica que la competencia por unos recursos cada vez más escasos está exacerbando algunos tipos de violencia

El cambio climático y la destrucción de la naturaleza están contribuyendo a un aumento de la violencia contra las mujeres y las niñas, incluyendo agresiones sexuales, violencia de género, prostitución forzada o matrimonio infantil. Así lo indica un informe llevado a cabo por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), un organismo integrado por organizaciones ecologistas e instituciones oficiales. La UICN asegura que la competencia por unos recursos cada vez más escasos está agravando estas formas de violencia.
Según el informe, que recopila datos y estudios de casos de más de mil fuentes, la violencia de género se utiliza en muchas zonas como sistema para reforzar los privilegios existentes y los desequilibrios de poder sobre los recursos. Pone como ejemplo una práctica que se da en algunas partes de África oriental y meridional denominada “sexo por peces”, los pescadores se niegan a vender pescado a las mujeres si no tienen relaciones sexuales con ellos. A medida que unos recursos naturales ya de por sí limitados se vuelven aún más escasos, las mujeres y las niñas se enfrentan a un mayor riesgo de ser víctimas. Otro ejemplo: si recursos como el agua o los alimentos escasean en su zona se verán obligadas a ir más lejos para buscarlos, aumentando así el riesgo de ser violadas.
El nuevo estudio de la UICN examina también los vínculos entre violencia de género y delitos ambientales como la caza furtiva de vida silvestre o la extracción ilegal de recursos. Señala que la trata de personas y el trabajo forzado son a menudo utilizados para desarrollar este tipo de actividades ilegales, explotando a las comunidades locales. Es lo que sucede con el tráfico sexual vinculado a minas ilegales en algunos países de Sudamérica, el abuso sexual y el trabajo infantil en la industria pesquera ilegal en el sudeste asiático, y la explotación sexual relacionada con la tala y el comercio de carbón ilegales en zonas de África.
Según el estudio, la violencia de género también se utiliza como un medio para ejercer control sobre los defensores del medio ambiente y de los derechos humanos, especialmente, las mujeres. “Los delitos ambientales degradan los ecosistemas y también, a menudo, traen nuevos y peores patrones de violencia contra las mujeres, las minorías y las comunidades marginadas. Muchas mujeres indígenas en particular se enfrentan a la violencia de género y otros tipos de violencia cuando sus comunidades actúan para defender sus territorios, sus recursos y sus derechos de tales actividades ilegales”, dice Jenny Springer, directora del Programa Mundial de Gobernanza y Derechos de la UICN.

“Este estudio refuerza la urgencia de detener la degradación ambiental al mismo tiempo que se tomen medidas para detener la violencia de género en todas sus formas y demuestra que a menudo estos dos temas se deben abordar de forma conjunta”, afirma la doctora Grethel Aguilar, directora general interina de la UICN.
Sin embargo, pese al estrecho vínculo entre crisis climática y violencia de género, hay muy pocos proyectos de protección y mejora del medioambiente que aborden esta cuestión. Por eso, próximamente, los vínculos establecidos entre la violencia de género y las presiones ambientales por este informe se discutirán en el Congreso Mundial de la Naturaleza que tendrá lugar en abril en Marsella.