Practicar sexo con frecuencia podría retrasar la menopausia
O al menos evitar la menopausia precoz, según un estudio que viene a reforzar la famosa ‘Hipótesis de la abuela’

Las mujeres que mantienen relaciones sexuales de forma semanal o mensual tienen menos riesgo de sufrir menopausia precoz en comparación con aquellas que no tienen sexo o lo hacen menos de una vez al mes. Así lo indica un estudio llevado a cabo por la University College de Londres (UCL) y publicado por la revista Royal Society Open Science.
Sus conclusiones se basan en datos de una investigación previa, el SWAN (Study of Women’s Health Across the Nation), considerada una de las mayores investigaciones sobre la menopausia realizadas hasta la fecha. Se trata de un macroestudio que se hizo en Estados Unidos a lo largo de una década (desde 1996 a 2006) y que siguió la vida de 3.000 mujeres mayores de 40 años para ver los cambios físicos, biológicos, psicológicos y sociales que experimentaban durante esta etapa de la vida. A partir de las respuestas de las participantes, los investigadores de la UCL observaron que las que afirmaban tener sexo (incluyendo relaciones con penetración, sexo oral, caricias y/o autoestimulación) al menos una vez por semana tenían un 28% menos de posibilidades de haber experimentado menopausia precoz que aquellas que las mantenían menos de una vez al mes. Y las que mantenían relaciones de forma mensual tenían un 19% menos de posibilidades de experimentarla.
Aunque su tesis no se ha puesto a prueba, los investigadores sugieren que esto podría deberse a una respuesta biológica del cuerpo. Es decir, que si una mujer no está teniendo relaciones sexuales y no hay posibilidad de embarazo, su cuerpo entiende que no hay necesidad de seguir ovulando. “Si no te vas a reproducir, no tiene sentido ovular, es mejor que uses esa energía en otro lado”, ha explicado, en declaraciones a CNN, Megan Arnot, autora principal del estudio.
Esa explicación se apoya en la denominada ‘Hipótesis de la abuela’, una famosa (y controvertida) teoría, formulada en la década de los noventa del siglo pasado por la antropóloga Kristen Hawkes, que pretende explicar la menopausia desde un punto de vista evolutivo. Porque la menopausia es una particularidad de nuestra especie. Solo se da en los humanos y en algunos tipos de ballenas. En la mayoría de las especies, incluidos nuestros parientes primates, las hembras continúan reproduciéndose hasta poco antes de morir y, además, viven por lo general mucho menos. Las hembras de chimpancé, por ejemplo, no suelen vivir más allá de los 40 años. La ‘Hipótesis de la abuela’ sostiene que el que en un momento dado algunas mujeres renunciaran a su rol reproductivo y pasaran a ocuparse del cuidado de los nietos resultó clave para el aumento de nuestra esperanza de vida. Según esta teoría, que unas pocas hembras ancestrales cuya edad reproductiva estaba terminando y que vivieron el tiempo suficiente como para llegar a ser abuelas optaran por ayudar a la alimentación de sus nietos y, por tanto, a su supervivencia en un entorno hostil, permitió que sus genes de la longevidad se perpetuaran. Y, además, liberó a sus hijas para que a su vez tuvieran más hijos. Recientes investigaciones llevadas a cabo para intentar demostrar la tesis de Hawkes sugieren que los cuidados de las abuelas a sus nietos podría haber aumentado en 49 años la esperanza de vida de los primates en un período ‘corto’ de tiempo (corto en términos evolutivos, se entiende).
La investigadora principal del estudio de la University College de Londres indica que existe una relación biológica entre ese cambio de rol de las mujeres y el climaterio. “Puede haber una compensación energética biológica entre invertir energía en la ovulación e invertirla en otro lugar, como mantenerse activo cuidando a los nietos”, propone Megan Arnot. Es decir, que en un momento los cuerpos de esas mujeres cesaron su actividad reproductiva para que ellas se dedicaran al cuidado de su familia.
Sea como fuere, este trabajo es el primero que vincula la frecuencia de las relaciones sexuales con el inicio de la menopausia. El siguiente paso, según sus responsables, será tratar de recabar más datos entre otros grupos de población, ya que todos los datos del SWAN procedían de mujeres heterosexuales. “El mecanismo de la relación entre sexo y menopausia es una vía prometedora para futuras investigaciones y podría abrir la puerta a intervenciones conductuales”, apunta Arnot.