De Billie Jean King y las ‘9 originales’ a Ashleigh Barty: así han conseguido las tenistas ganar más que ellos
La australiana ha logrado el mayor premio económico en la historia de su deporte

Ni Rafa Nadal, ni Roger Federer ni Serena Williams. Ningún tenista profesional, hombre o mujer, había conseguido un cheque tan jugoso por un único torneo como el que se ha llevado este fin de semana Ashleigh Barty por su victoria en la final del Masters femenino. La australiana, de 23 años, ha superado a la ucraniana Elina Svitolina por 6-4, 6-3 en la final del WTA Finals, disputada en Shenzen (China). Por su triunfo se ha llevado 4,42 millones de dólares (3,95 millones de euros), cantidad que podría haber llegado a los 4,75 millones de haber ganado todos los encuentros (perdió tres en la fase previa).
El premio en metálico que la WTA da este año a su maestra triplica el que recibirá el campeón de las Nitto Finals ATP, la competición equivalente en el circuito masculino, que disputarán la semana que viene los ocho mejores tenistas del año. Un hipotético vencedor de todos los partidos ganaría un máximo de 2,71 millones de dólares. La cantidad conseguida por Barty supera también los 4 millones que ha ganado la selección estadounidense femenina de fútbol al completo por ganar la el último mundial y es el doble de lo que Tiger Woods consiguió en abril por ganar su quinto Masters.
“Es increíble, estamos rompiendo records, poniendo el tenis femenino en el mapa”, declaró Barty tras su victoria, con la que cierra una temporada triunfal. La jugadora, que empezó el año en el puesto número quince del ranking, ha ganado cuatro títulos, incluido su primer grand slam, el Roland Garros, y ha acabado el año como número uno del mundo. La australiana volvió en 2017 al circuito después de un paréntesis de un par de años alejada del tenis durante los que se dedicó al críquet. "Ha sido un año extraño, si tengo que ser honesta. Con muchas emociones pero con un final realmente genial", aseguraba tras ganar el WTA Finals. El desorbitante premio en metálico es, sin duda, la guinda del pastel. En total, las ganancias de Barty este año ascienden a 16,37 millones de dólares, una cantidad que de momento, y a falta de lo que suceda en Londres, está por encima de los 16,06 millones que lleva acumulados el número uno masculino, Novak Djokovic. “Es una nueva era increíble para el tenis femenino”, dijo tras levantar el Billie Jean King Trophy durante la ceremonia posterior al partido.

Que el trofeo del torneo lleve el ese nombre resulta muy simbólico, porque precisamente con Billie Jean King arrancó la lucha por la paridad salarial en el tenis. La película ‘La batalla de los sexos’ lo cuenta. Todo comenzó cuando King decidió enfrentarse a los responsables de la federación de tenis al enterarse de que la ganadora del Pacific Southwest Open cobraría ocho veces menos que el ganador en la categoría masculina. Con la ayuda de Gladys Heldman, la fundadora de la revista World Tennis, ella y otras ocho compañeras se desvincularon de la federación y fundaron en los setenta su propio circuito femenino, el Virginia Slims Circuit, el germen de la actual WTA. A ese grupo de mujeres que lideraron la revolución de las tenistas se las conoce desde entonces como las ‘nueve originales’. Fueron la citada King, Rosie Casals, Nancy Richey, Judy Dalton, Kerry Melville Reid, Julie Heldman, Peaches Bartkowicz, Kristy Pigeon y Valerie Ziegenfuss.
Su esfuerzo ha sido continuado después por tenistas como las hermanas Williams, que llevan literalmente toda su carrera reivindicando la igualdad salarial. Serena ha sido últimamente el rostro visible de esa lucha, aunque fue Venus la primera en recoger el testigo de Billie Jean King como defensora de los derechos de las tenistas (el documental Venus Vs, dirigido por Ava DuVernay, se centra en esa vertiente activista).
En 2005, la mayor de las Williams ganó Wimbledon tras vencer a Lindsay Davenport en la final femenina más larga de la historia. Pero el día anterior, Venus había tenido otro enfrentamiento difícil: se había reunido con el consejo del All England Club, la institución que organiza el torneo, para exigir la equiparación de sus premios. En la reunión, Williams pidió a los miembros del consejo que cerraran los ojos e imaginaran que eran una niña pequeña que entrenaba durante años para llegar hasta allí y entonces llegaba alguien y les decía que no valían tanto como un chico. Parece que el mensaje caló, porque al año siguiente Wimbledon aumentó los premios femeninos, aunque no llegó a equipararlos con los masculinos. Eso sucedió finalmente en 2007. El resto de grand slams siguieron los pasos de Wimbledon y ahora tampoco existe brecha salarial en Roland Garros, el Open de Australia o el Open de Estados Unidos.
Fue sin duda una victoria para las tenistas, aunque tampoco sirvió para ocultar que los tenistas seguían ganando, de forma consistente, más que sus compañeras. Un revelador análisis llevado a cabo por The Guardian demostraba que las cosas no habían cambiado demasiado una década después. En 2018, el 71% de los cien primeros tenistas varones del mundo había ganado más que todas las mujeres con el mismo ranking. Ese análisis desmonta también el argumento, esgrimido incluso por jugadores como Djokovic o Nadal, de que los hombres deberían cobrar más porque atraen a más público. En realidad, los datos demuestran que la expectación en torno a un partido depende más de los jugadores y su personalidad que de su género. Un ejemplo: desde 2010 a 2014 las finales del US Open femenino consiguieron más audiencia que las masculinas. El público prefirió en esos casos ver a Serena Williams, Kim Clijster o Samantha Stosur que a los citados Nadal y Djokovic.
Por ello jugadoras como Maria Sharapova o Kim Clijsters siguieron haciendo campaña contra la brecha en el tenis. También Serena Williams, que en 2016 publicó una carta abierta pidiendo que la igualdad llegara al mundo del deporte. “El asunto de la igualdad salarial resulta frustrante para mí”, escribió, “porque sé de primera mano, igual que lo sabéis vosotras, que he trabajado tanto y he hecho los mismos sacrificios que nuestros compañeros. No querría que mi hija cobrara menos que mi hijo por el mismo trabajo. Como tampoco querríais vosotras”. Su deseo está ahora un poco más cerca. Gracias a ese movimiento que un grupo de tenistas puso en marcha en los años setenta y que otras muchas compañeras han alimentado durante casi cinco décadas, Ashleigh Barty ganó ayer el mayor premio de la historia de su deporte.
.@ElinaSvitolina or @ashbarty will take home the largest prize money check in tennis history today in Shenzhen at the #WTAFinals. — Billie Jean King (@BillieJeanKing) November 3, 2019
What a moment this will be for tennis.