“Me han dicho que estaba gorda hasta para ser modelo curvy”
Eva María Pérez Llano, modelo y activista por la diversidad de tallas

Lleva casi dos décadas trabajando en el mundo de la moda, y en este tiempo, asegura Eva María Pérez Llano, las cosas han cambiado poco. A pesar de que cada vez se habla más de body positive y de lo importante que es que desde las pasarelas, los medios y la publicidad se muestren mujeres reales, las que no ajustan al estándar lo siguen teniendo muy difícil.
¿Cuándo y cómo decidiste que querías ser modelo?
A los 12 años me enseñaron a ver mi constitución física como un problema. A pesar de ello, el sueño ya estaba ahí. Un día llegó a mis manos un catálogo de Mango en el salía Claudia Schiffer. En ese momento empecé a fantasear con la idea de que igual yo podía hacer eso mismo. Veía las portadas de las revistas y le decía a mi hermana que yo quería ser una modelo y ella me decía: ‘Pues Eva, tú tienes una cara guapísima, pero con tu cuerpo no te van a coger’. Pero yo nunca desistí y un día me llegó la oportunidad. Vi el anuncio de un casting en Cataluña. Era la primera vez que salía de mi ciudad, Gijón, para ir a una gran ciudad, Barcelona. No conocía a nadie allí y apenas llevaba dinero, pero sí muchos sueños en la maleta. Después de unos días de duro casting fui una de las cinco elegidas. Gané un curso en la Escuela Europea de Modelos de Barcelona subvencionado por el gobierno catalán, que quería formar a modelos de tallas grandes para combatir la anorexia y la bulimia. Allí tuve grandes profesores a los que nunca podré agradecerles todo el apoyo. Aprendí protocolo, fotografía, pasarela, maquillaje y todo lo que se necesita para defenderse en este mundo profesional. Pero luego llegó la dura realidad: la soledad, la discriminación y, lo peor de todo, los engaños por parte de agencias sin escrúpulos. Llegue a dormir en la calle, pero jamás me rendí.
Fuiste la primera modelo curvy en la portada de Interviú ¿Supuso un punto de inflexión en tu carrera?
Cuando empezaba en este mundo hablé con un fotógrafo de Interviú que me sugirió que contactara con la revista y les propusiera aparecer en ella. Así lo hice: llamé por teléfono y hablé con la dirección. Me contestaron que estaba loca, que jamás pondrían a una modelo XL en la portada y se rieron de mí. Tuvieron que pasar diecisiete años para que sucediera. Fue gracias a Alberto Gayo, antiguo subdirector, que me lo propuso, y me pareció fabuloso. Por una vez en mi vida una revista no me puso pegas, mi talla les parecía perfecta. La experiencia fue excelente y sirvió para relanzar mi lucha. Supuso un reconocimiento para mi trabajo y para una causa a la que he dedicado mi vida, la de la diversidad de las tallas y la lucha por la mujer real, que somos muchas por no decir todas. Ahí se empezó a valorar mi trabajo como YONOSOY906090. Por eso estoy muy agradecida a ese número, que por cierto fue uno de los de mayor tirada ese año.

Háblanos de cómo es el mercado de las modelos curvies en España. ¿Se puede vivir de esto?
Yo lo he conseguido, pero es realmente complicado. Es un mercado muy limitado. Y eso que aquí en España se considera talla grande a partir de la 40. En la Mercedes Benz Fashion Week Madrid de este año no ha habido posibilidades de desfilar y hay empresas importantes que últimamente están importando a modelos, cuando en nuestro país tenemos grandes profesionales. Es triste, pero es la realidad. Siendo modelo de tallas grandes recibes muchos noes de esta industria: desde las revistas que te dicen que no venden con mujeres curvies, a fotógrafos que te dicen que no fotografían a gordas o incluso diseñadores que te dicen que prefieren trabajar con una anoréxica que con una gorda. Me han dicho que estaba gorda hasta para ser modelo curvy. Recientemente, trabajando para una importante marca nacional con la llevaba años colaborando, me obligaron a bajar de una talla 48, que es para la que me habían contratado, a una 44. Diez kilos en un mes. Era eso o me despedían. Con sacrificio y trabajo lo conseguí, y a la semana siguiente me dijeron “felicidades, pero sigues estando gorda”. He tenido la fortuna de lograr trabajar en lo que realmente amo, pero ha sido y sigue siendo una lucha sin cuartel. Lo hago no solo por mí, sino por todas las mujeres. La moda debería ser para todos, porque es una manera de expresar tu personalidad.
Según tu experiencia, ¿existe la gordo-fobia? ¿Has sentido esa discriminación también fuera de la moda?
Claro que existe. En las tiendas de ropa, en los trabajos, en los recreos y por parte de la sociedad en general. No faltan las personas que nos insultan y que nos acusan de hacer apología de la obesidad. Y si eres mujer y gorda sufrirás discriminación por partida doble. En ese sentido es comparable al racismo. Aunque los hombres gordos también sufren rechazo, el estándar de belleza ha sido impuesto por una sociedad machista y somos nosotras los que lo padecemos de forma más cruenta.

Pero parece que el movimiento body positive va cogiendo fuerza y cada vez hay más marcas que lanzan colecciones e incluso marcas específicas para tallas grandes.
Sí, pero no todos los que forman parte del mundo de la moda reman en el mismo sentido. La campaña de Navidad de Primark es buen ejemplo, pero la gran mayoría, Victoria’s Secret y muchas otras, siguen empeñadas en mantener los cánones de belleza impuestos por las pasarelas hace años. Desde las redes ha surgido el movimiento #Time4RESPECT, que defiende la inclusión y la diversidad. Es lo que yo llevo promoviendo desde hace diecinueve años con YONOSOY906090. Ahora a principios de año lanzaré una campaña en la que se ha involucrado mucha gente. Hoy en día sigue considerándose una talla 40 como una modelo de tallas grandes. ¿Hemos cambiado realmente?
¿Qué responderías a los que dicen que el ‘body positive’ y las modelos de tallas grandes contribuís a fomentar la obesidad?
Que es totalmente falso. Lo único que hacemos es reconocer nuestro cuerpo y tratarlo como se debe. Ser una modelo curvy no tiene nada que ver con aceptar la obesidad. Lo recomendable es tener un peso saludable. Lo importante es que nos aceptemos y entendemos que si tenemos que cambiar algo, debemos hacerlo para vivir mejor, por salud y sin sufrimiento. Si quieres disfrutar de una galleta, deberías poder comértela sin remordimientos. El problema no somos las modelos curvies, que además, en la mayoría de los casos seguimos dietas estrictas y hacemos horas de ejercicio, sino que la extrema delgadez en mujeres y los músculos imposibles en hombres son el objetivo al que aspirar. La sociedad es muy tolerante con los entornos poco saludables, pero muy cruel con las personas que sufren las consecuencias. Debería ser al contrario, deberíamos aceptar a las personas y ser duros con el entorno. Porque en el fondo la obesidad es un problema de mismatch, de discordancia entre nuestra programación genética y nuestro entorno.
