“El sistema en el que vivimos se sostiene a través de la violencia”
Krizia Nardini, filósofa, antropóloga e investigadora en cuestiones de género
Italiana de nacimiento, Krizia Nardini es licenciada en Filosofía y Etnología por la Universidad de Siena. Allí investigó la evolución del debate político sobre la prostitución desde mediados de siglo pasado hasta la actualidad. Después se trasladó a Holanda para seguir con sus estudios de master sobre Género y Etnia en la Universidad de Utrecht. Ha hecho su tesis doctoral sobre la participación masculina en el activismo por la igualdad. Ha colaborado con MenEngage Europe y recientemente entró a formar parte de la junta directiva de la American Men’s Studies Association. ‘In search of (the) real men’ (‘En busca de los hombres de verdad’) es el título de la charla que dará en la próxima edición de TEDxBarcelonaWomen, que se celebrará el próximo 30 de noviembre en el Auditorio Imagina Mediapro.
Estamos viviendo un resurgir del movimiento feminista. ¿Podemos hablar ya de cuarta ola?
En mi opinión se puede hablar de cuarta ola, sí, considerando las características actuales del movimiento: internamente diverso, interseccional, transfeminista, conectado a nivel transnacional y enraizado localmente e impulsado por las plataformas digitales. En esta cuarta ola, el sujeto feminista va más allá de la identidad cismujer. Es un sujeto diverso que lucha por la igualdad con perspectiva interseccional y contextualizada. Cabe añadir que la clasificación en olas podría ser problemática en cuanto se plantea un posible conflicto generacional entre feministas, y también dibuja un avance del movimiento por lógica progresivo-linear. Estoy de acuerdo con la investigadora Iris van der Tuin cuando nos avisa de que esta lógica puede traernos trampas: la historia no sigue una progresión positiva y para detectar las desigualdades actuales y futuras necesitamos herramientas de varias generaciones de feministas.
Se habla mucho de cómo está cambiando el rol y la imagen de la mujer, pero también la idea de masculinidad está evolucionando. ¿Hacia dónde?
Interesante palabra, la de evolución. Si por ello entendemos una mejora en la idea de masculinidad, no creo esto esté pasando. Los nuevos retos y las desigualdades crean relaciones de poder distintas con las que inesperadas formas de machismos pueden surgir. Lo que ocurre es que desde hace unos treinta años existe una mirada crítica hacia lo que los hombres hacen y piensan como actores sociales afectados por el género. Esta mirada es una aportación fundamental de los estudios de género, y sí, contribuye a desmontar ideas preconcebidas sobre masculinidad, sus relaciones con el poder y con las prácticas cotidianas de los hombres en contextos específicos. Para saber cómo cambia la idea de masculinidad, o de masculinidades, en plural, preguntaría: ¿De qué hombres estamos hablando? Hombres blancos heterosexuales con trabajo, hombres migrantes sin papeles, homosexuales con un alto poder adquisitivo, jóvenes parados y afectados por dinámicas de la economía neoliberal… Si hablamos de cambios respecto a los mandatos de género patriarcales, hay hombres que cuestionan el machismo y que en su día intentan practicar maneras no-machistas de ser hombre: implicándose en los trabajos de cuidado, en la crianza, haciendo autocrítica sobre las normas limitantes de la masculinidad, mejorando sus maneras de relacionarse afectivamente, y, también luchando por la igualdad, comprometiéndose a posicionarse contra el machismo públicamente. Hay actualmente también ideas de masculinidad revanchistas que surgen dentro de políticas conservadoras populistas: estas suponen una idea de ‘masculinidad tradicional’ perdida, utilizada para justificar posturas machistas, xenófobas o misóginas.
Has investigado en profundidad las redes del activismo masculino por la igualdad de género en Europa. ¿Cómo de fuertes son en España?
Depende de lo que entendamos con ‘fuertes’. En España, los movimientos y grupos de hombres por la igualdad existen, son muy diversos entre ellos, participan activamente y se comprometen a crear redes también con otros países de Europa y Latinoamérica. Si queremos hablar de fuerza (típico atributo del mandato de género masculino), yo diría que esta reside no tanto en el número de hombres que se etiquetan como igualitarios, sino en la práctica cotidiana de estos mismos hombres, en lo que se comprometen en sus relaciones interpersonales. Siendo este el foco del activismo masculino por la igualdad, entendemos que la fuerza de esta política no se dirige a un enemigo externo, sino sobre todo al machismo que cada uno lleva dentro. Y esto no es fácil, también porque muchos micromachismos se dan por asumidos como hechos naturales. Los grupos que hay en España trabajan sobre esto, y es un trabajo autocrítico y de transformación personal que no tiene final. Hace falta más trabajo en colaboración con grupos feministas y transfeministas. Comparados con otros grupos de otros países de Europa, algunos de los que están en España tienen una componente más crítica sobre la política y la economía, tanto del país así como la internacional. Esta mirada me parece clave para entender cómo el nivel macro y el de las relaciones de género se afectan mutuamente.
La violencia contra las mujeres sigue siendo, lamentablemente, algo habitual a estas alturas del siglo XXI. ¿Crees que lo será también en el próximo siglo?
La violencia contra las mujeres es la expresión material de la lógica patriarcal que legitima el uso, la cosificación y el abuso del cuerpo femenino. Espero que en el próximo siglo esto no exista, claro. Pero esta lógica resulta muy conveniente para el capitalismo. Además, lamentablemente el sistema en el que vivimos se sostiene a través de la violencia, que se manifiesta a través de la precariedad económica, el abuso de los recursos naturales, las migraciones forzadas y los conflictos. Todas estas violencias estructurales tienen repercusiones sobre las vidas de hombres y mujeres, y sobre las relaciones de género. Se crean entonces dinámicas de violencia a nivel personal en las que el patriarcado interiorizado hace que se utilicen a las mujeres y los cuerpos feminizados como chivos expiatorios.