“Los hombres somos una mujer defectuosa”
Iván Mañero es uno de los cirujanos plásticos y reconstructivos más reconocidos del mundo

Érase un cirujano plástico con el libro de visitas repleto de ‘celebrities’, el primero en Europa en realizar una operación de reasignación de género. Érase un médico con un hospital, una escuela y un orfanato en África. Conocer su historia y pensar en el mito de Robin Hood parece inevitable.
El doctor Mañero trabaja a caballo entre su centro de cirugía plástica en Barcelona y su fundación, que desde hace una década desarrolla su actividad principalmente en Guinea Bissau, uno de los países más pobres del planeta. Allí tienen una residencia y centro escolar para niños con discapacidad; un centro de salud en Bisselanca desde el que atienden a niños y niñas de la zona (Guinea Bissau es el quinto país del mundo en el que una nueva vida tiene menos posibilidades de llegar a los cinco años); desarrollan programas contra la mutilación genital femenina y por un parto seguro, y organizan expediciones de cirujanos, médicos y personal sanitario español con una doble misión: atender a pacientes y formar al personal local.
¿Opera a ricos para auxiliar a los pobres?
Ya a los 17 años trabajaba con oenegés y financiaba mis viajes dando clases particulares. Pero sí, mi éxito profesional me ha permitido hacer muchas cosas en África.
¿Por qué cuidar nuestro cuerpo es salud y hacer lo mismo con nuestra piel resulta frívolo?
Cierto. La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, y ocuparse de ella está mal visto; no en cambio mantener una dieta détox para el hígado, tomar diuréticos para el riñón, operarse la vista cuando envejece... Cuando dejamos de preocuparnos por sobrevivir nos centramos en prolongar la vida. Nos indican que hay que aprender a envejecer y a aceptar la edad, vale pero entonces no te pongas una prótesis de rodilla ni uses gafas. Tampoco te apliques insulina si padeces diabetes, al fin y al cabo esta se desencadena por un envejecimiento del páncreas. La piel es tan órgano como el páncreas.

¿Esta es una percepción común a hombres y mujeres?
Se penaliza más a la mujer, aunque la inquietud por cuidarse se da en ambos sexos; lo diferente es el porqué de cada uno. Biológicamente somos distintos, no lo olvidemos nunca. Hoy día la ciencia nos advierte de que los hombres (XY) somos una mujer defectuosa porque unos ochocientos millones de años atrás una X se rompió dando paso a un Y, por ello nos convertimos en XY.
¿Qué es más potente en la naturaleza, el XX o el XY?
El XX. Mucho más. En el origen de la vida todo era XX. Incluso puede ser que en los próximos millones de años el XY desaparezca. Y tampoco debemos olvidar que hasta la octava semana en la barriga de nuestras madres, todos, absolutamente todos, somos mujeres.
Le escucho y creo que está reconciliado con su parte femenina.
Me paso la vida entre mujeres. En mi empresa trabajan cien personas y ochenta son mujeres. La directora general, la directora de administración, comunicación, contabilidad…
La mayoría de sus pacientes, también.
Hoy día la mujer tiene dos miedos –algo de lo que se aprovechan muchos, incluso puede que yo– que debe superar: miedo al envejecimiento y a quedarse sola.
¿Más que los hombres?
Rotundamente sí. Ese sentimiento no tiene que ver con su capacidad de autonomía, sino con un miedo intrínseco a la soledad. A pesar de que sea una mujer independiente, segura y echada para delante. Da igual que se trate de una empleada o de una ejecutiva que haya montado tres empresas: las dos trasmiten lo mismo.
Qué papel tan perverso juega entonces la imagen en nosotras.
Para el ser humano resulta fundamental ser aceptado por la comunidad, pero la mujer lo vive peor. Al hombre se le presiona a trabajar y a traer dinero al hogar, a producir, y se empieza a preocupar por su envejecimiento no porque se vea menos atractivo, sino porque en su trabajo puedan sospechar que se ha reducido su productividad. En cambio la mujer ha tenido que sobrellevar el peso de la belleza en la naturaleza: es el marketing de la reproducción. La raza humana quiere reproducirse para perpetuarse. La hembra en celo embellece, el gusano deja de arrastrarse por el suelo y se convierte en mariposa. Toda la naturaleza durante la reproducción se convierte en algo bello.

Sublimamos la fertilidad como si no hubiese vida después.
Exacto. Pero esto que cuento no está en el consciente sino en el subconsciente y debemos aprender a gestionarlo. Sugiero unas preguntas: ¿que la mujer detente la belleza es fruto del azar? ¿Quién realiza la mayor inversión en una descendencia? Los óvulos son finitos, el esperma no. En el primer mundo no nos paramos en esto pero mi experiencia en África me ha permitido alumbrar muchas reflexiones. La mortalidad materno infantil allí hace que una mujer tenga un 20% de probabilidades de morir durante el embarazo y el parto. Las mismas que si se disparara un revólver a la sien con una bala en su cargador: una de cada seis. Por tanto, ¿quién se la juega? La naturaleza otorga belleza a quien debe arriesgar.
Este argumento no casa con el resurgir feminista que vivimos.
Las feministas me matan, lo sé, pero es un principio evolutivo que recogen los tratados de antropología. Ahora bien, ni podemos funcionar como hace ochocientos millones de años ni silenciar que nuestro comportamiento actual es heredero de aquello.
Ha sido pionero en operar la disforia de género, o lo que es lo mismo reasignar una identidad mediante la cirugía.
Hace veinte años nadie hablaba de ello. Se trataba de un grupo de personas identificadas con la prostitución, y ni siquiera la clase médica les daba respuesta. Eso me impulsó a dedicarme a ellos. El sentimiento de sentirse dentro de un cuerpo equivocado surge pronto y perdura toda la vida. Antes uno recibía un bofetón cuando lo verbalizaba, por eso se contaba tan tarde, pero ahora sabemos que está ahí desde el principio. A partir de los dos, tres años de vida, el individuo comienza a comportarse como un niño o una niña con independencia de los genitales con que haya nacido. Creo que en el momento en que se traslada el caso a un médico debería de entenderse como enfermedad –de hecho yo he hecho mucho hincapié en que la disforia fuese tratada por la Seguridad Social–. Al principio lo aceptaron, pero luego determinaron que no querían ser tratados como enfermos, sino que la suya era una opción de identidad, que había que enmendar por venir errada en origen. La naturaleza es flexible y cada vez hay más diversidad. Ahora bien, el mundo se organiza según la dicotomía hombres-mujeres, de ahí la dificultad.
¿Recuerda el primer caso?
Son las consultas más maravillosas que he tenido. El primero fue una historia que aún llevo encima; se trataba de un paciente mayor, de 56 años, casado, con dos hijas, que me confesó: “Doctor, me acaban de diagnosticar un cáncer de hígado y me dan como mucho dos años de vida. Siempre me he sentido transexual, pero me he casado y he formado una familia porque en aquella época era lo que tenía que hacer. El tiempo que me queda quiero ser feliz”. Junto a él encontré una mujer que lo apoyó y unas hijas adorables que estuvieron a su lado, acompañándole. Todo el dolor físico y mental que supone una reasignación de género lo viven como una liberación.
“Yo tenía un orfanato en África…”
Se llama Casa Emanuel, en Guinea Bissau. Y dentro del recinto hay también una escuela y un hospital.

Acude allí a operar, curar y cuidar dos veces al año. Gratis.
Lo hago a través de la Fundación IM (Iván Mañero); antes y después de la época de lluvias. Mi bagaje en la cirugía de reasignación de género me ha permitido reconstruir auténticas atrocidades en los casos de ablación genital con técnicas que yo mismo he desarrollado. En Barcelona también se operan gratuitamente; y en Guinea tratamos de hacer un trabajo de pedagogía en las escuelas, además de atender a huérfanos en Casa Emanuel. Resulta tremendo ver cómo tres mujeres cogen a una niña de uno, dos años, o de meses; dos la agarran por las piernas y la tercera la sujeta por detrás, a la espera de que un hombre tome entre los dedos sus labios y el clítoris y haga un corte con una cuchilla. Es una de las mayores agresiones contra la mujer en el mundo, de tres a cinco millones de mujeres la sufren cada año. Me impactó muchísimo una madre que tuvo una hija a la que mutiló y murió desangrada; la madre tuvo una segunda hija que sobrevivió a la ablación pero cuando, ya adulta, queda embarazada el bebé no puede salir dadas las cicatrices de la vagina y fallece también. La madre había tenido una tercera hija a la que decidió no mutilar; cuando esta cumple 14 años, en el lecho de muerte de la propia madre, le dice: “Madre, vaya putada me has hecho por no haberme mutilado ya que eso significará no tener marido y ser repudiada”. ¿Cómo rompes este círculo? Lo que se explica como costumbre es una forma de cercenar el placer femenino y la determinación de la mujer para decidir cuándo y con quién disfrutarlo.
¿Cree que viviremos cien años?
La gente que va a vivir más de cien años ya está viva; y podría ser que tú y yo estuviéramos entre ellos. La longevidad está relacionada con los telómeros de los cromosomas y como inventen algo para su mantenimiento o la posibilidad de que se puedan regenerar (lo que ya se ha alcanzado en animales) estaríamos en el camino.
¿Envejecemos bien las españolas?
El problema de la española es el sol, ya que después del tabaco es el segundo enemigo de la piel. No podemos asociar el moreno a estar guapas porque nos pasa una factura terrible. Salvando esto, sí la española envejece bien.
¿El amor es el mejor lifting?
Como cirujano plástico, y con la mano en el corazón, te diré que es cierto. Si el amor que se recibe aumenta la autoestima es el mejor de todos los liftings.

Esta entrevista se publicó primero en el último número de la revista MAS en papel