Isasaweis, sin filtros
Charlamos con la bloguera, una de las primeras mujeres que en España logró convertir las redes sociales en su profesión

Isabel Llano es Isasaweis e Isasaweis es Isabel Llano. Asegura que no hay diferencias entre su yo real y su alter ego en la red, con el que se convirtió, hace no tanto, en una de las pioneras del mundo blogger. A través de su web, canal en YouTube y redes sociales comparte sus consejos sobre maternidad, cocina, moda, belleza o decoración. Ha hecho programas de televisión y ha escrito varios libros, la mayoría de cocina, pero también uno de poesía y otro con sus artículos de opinión. Y de momento no tiene previsto pisar el freno. En cartera tiene listo otro libro que saldrá a finales de año: “Será otro libro de cocina, esta vez sobre cenas rápidas y sanas. Y luego tengo una propuesta ya desde hace mucho tiempo, pero que había dejado en barbecho porque no me sentía capacitada, y es escribir algo de ficción. Probablemente será mi proyecto para el año que viene”.
¿Cómo nació Isasaweis?
Yo había estudiado Ingeniería Informática, oposité para ser profesora y estaba trabajando en un instituto de Cantabria. Tenía tiempo libre y vi de casualidad el vídeo de una chica americana que mostraba cómo se maquillaba. Me pareció muy divertido y pensé: yo también quiero hacer esto, me encantaría compartir con la gente las cosas que hago en casa. Así que cogí la cámara y grabé mi primer vídeo, enseñando como hacer un moño con unos calcetines. Así empecé, sin otra idea más allá de compartir aquello.
¿Y cómo pasa uno de subir vídeos a YouTube a convertir eso en un trabajo?
Durante mucho tiempo me resistí a dedicarme a esto profesionalmente, porque yo había estudiado una carrera y me había sacado unas oposiciones que me habían costado mucho. Además, aquella época no era como hoy en día, que es un trabajo bastante habitual. Al principio era algo que me gustaba hacer, y la verdad es que me empezaba a conocer bastante gente, pero pensar en dedicarme solo a eso me parecía realmente una locura. Me costó mucho tomar la decisión, y durante un tiempo compaginé ambas cosas. Cuando llevaba solo cuatro o cinco meses Antena 3 me ofreció hacer un programa de televisión. Lo cogí, y poco a poco fueron surgido otras oportunidades, hasta que llegó el momento en que dije: de verdad voy a dedicarme a esto. Ahora he publicado siete libros, doy charlas y hago muchas otras cosas al margen de mis vídeos y mis redes sociales.
¿Cómo te organizas? ¿Tienes alguna estructura de apoyo?
Me sigo arreglando yo sola. Organizo poco. En realidad lo hago todo cuando puedo y como puedo. No tengo, como otra gente con blogs, un calendario de publicaciones. Si una semana tengo que hacer muchas cosas a lo mejor no publico ningún vídeo y a la siguiente igual subo tres. Sé lo que tengo que hacer y me las arreglo para llegar a todo, pero no soy cuadriculada con los días de publicación o los horarios. No me dedico a esto de tal hora a tal hora. Trabajo todos los días a todas horas. Eso es cierto: en mi vida había trabajado tanto como ahora. En comparación, cuando era profesora vivía de maravilla. Ahora vivo mejor porque soy muy feliz con lo que hago, pero trabajo todo el tiempo.
Convertirse en youtuber o influencer se ha convertido en un objetivo para muchos jóvenes. Tú que eres veterana en esto ¿lo recomiendas como salida profesional?
Hace poco una niña me dijo en un parque que quería ser bloguera como yo, y yo le contesté que mejor estudiara primero y luego ya veríamos. Hoy he escuchado en la radio los datos de un estudio que decía que un porcentaje mínimo de las personas que hacen vídeos en YouTube pueden vivir de esto [según algunas fuentes, es el 14%]. Si a alguien le apetece intentarlo le diría que lo hiciera, pero no con el objetivo de ganar dinero, sino porque sea algo que le apasiona. Para hacerlo bien y dedicarle todo el tiempo que requiere te tiene que encantar, porque vas a tener que renunciar a muchas cosas por ello. Además, si algo te apasiona eso se transmite y al final probablemente te va a ir mejor. Desde hace tiempo digo que mientras esto me dé lo justo para vivir seguiré haciéndolo, porque me aporta mucho a otros niveles.
En este país está mal visto interesarse por los sueldos, excepto cuando se entrevista a blogueros o youtubers. En esos casos, sí se pregunta cuánto ganas. ¿Sigues notando cierta incomprensión hacia tu trabajo?
También se critica lo que cobran los futbolistas o gente de otras profesiones. Es algo que ocurre, pero no me molesta en absoluto. Lo único que puedo decir es que yo he vivido ese proceso, cuando empecé esto no estaba profesionalizado en absoluto y poco a poco tuvimos que hacer entender a la gente que nos seguía y a las marcas que querían trabajar con nosotros que era una profesión en toda regla. Realmente le dedicamos siete días a la semana, veinticuatro horas al día. Si no me diera de comer desde luego no podría hacerlo. Si alguien me echara en cara lo que cobro, le diría que estoy trabajando como en mi vida. La gente disfruta de lo que hacemos, sea entretenimiento o formación, de una forma gratuita, y creo que eso es bueno.
¿Qué es lo que te enganchó tanto?
Que hago feliz a la gente, aunque pueda sonarle raro a los que desconozcan cómo funciona esto. Hago mucha compañía, y que personas que necesitan que las escuchen se sientan mejor. Parece una tontería, porque en realidad yo no las escucho, pero la gente me dice que se pone mis vídeos y es como si estuvieran charlando con una amiga. Eso es lo que hace que no pueda dejar de hacer esto. Ahora con los directos lo siento aún más. Yo no había hecho directos hasta que un día que estaba en casa decidí hacer uno en Instagram con la intención de hablar solo un ratito. Estuve cuatro horas. A la semana siguiente volví a hacer otro y estuve otras cuatro horas. Ahora la gente me los pide porque dice que es como si quedáramos, y yo pienso: cómo no hacerlo, si no me cuesta nada y hago compañía a miles de personas que igual no se encuentran en un buen momento o necesitan algo que les ayude a pensar en otra cosa.
Las redes te dan la posibilidad de recibir ese feedback y conectar con la gente, pero también tienen su lado negativo. ¿Hasta qué punto te afectan las críticas y los ataques personales que seguro recibes?
Afortunadamente se me respeta muchísimo. Los comentarios en general, por no decir todos, son muy positivos. Hay un porcentaje muy, muy pequeño de críticas. De vez en cuando alguien te dice que no le gusta lo que has hecho, pero eso es normal. Ni siquiera lo considero un comentario malo, que es meter un insulto o ir a molestar sin más. A eso le doy cero importancia. Cuando alguien me dice algo desagradable con el único afán de molestar le invito a que se vaya y ya está. No me afecta para nada. Hubo una época, al principio, que sí. Cuando empecé hace siete años también era más cría. Y nadie está acostumbrado a que le insulten por la calle porque sí, así que cuando me empezó a pasar en internet me chocó, y trataba incluso de pedir explicaciones. Luego aprendes que hay cosas que no son importantes y a las que no hay que dedicar ni un segundo.
¿Cuánto hay de personaje en Isasaweis?
Cero. Cuando conozco a alguien nuevo muchas veces me dice: yo quiero conocer a Isabel, no a Isasaweis. Y yo siempre contesto: pon Isasaweis en Google y ya conoces a Isabel. Hago las cosas como me salen y cuando me salen, sin pensar en estrategias. Según me levanto por la mañana lo cuento en las redes sociales para empezar el día, y también si me pasa algo malo. Claro que hay cosas que no quiero compartir, temas familiares, pero aunque no dé detalles sí dejo entrever cómo me siento en cada publicación. La gente lo nota, porque lleva siete años conmigo y me conoce muy bien.
Pero sí has compartido momentos muy personales: lo que te costó quedarte embarazada, tu experiencia con la maternidad, incluso tu divorcio. ¿Eso lo mides?
No. Por ejemplo, cuando tuve los abortos fue para mí muy cruel que nadie me hubiera hablado del tema, que nadie me hubiera explicado que era algo habitual, que hubiera tantísimos a mi alrededor y yo no supiera nada. Es algo para lo que te tienen que preparar. Cuando te quedas embarazada te deberían decir: si todo os va muy bien, y es difícil que sea así, porque hay muchas posibilidades de que se frustre, tendrás un bebé dentro de nueve meses. Pero no es así. Tú te quedas embarazada y cuentas con que en nueve meses tendrás un hijo. Si me lo hubieran explicado cuando me ocurrió no hubiera sufrido tanto. Decidí contarlo por eso, para avisar a las que vinieran detrás de mí de que es algo que puede ocurrir. A día de hoy la gente me sigue parando por la calle y me llegan mails todas las semanas agradeciéndome esos vídeos que hice sobre el aborto.
Acabas de lanzar con Planeta la masterclass ‘Ser feliz es fácil’. ¿De verdad lo es?
Yo creo que sí. Hay cosas como la muerte o una enfermedad importante de un ser querido que son durísimas y difíciles de gestionar, pero del resto se sale. De hecho, en comparación no son nada. Ese es el truco: valorar las cosas en su justa medida. Cualquier cosa tiene solución, y si no la tiene, pasa a otra. No podemos martirizarnos con lo malo que nos pasan. A lo mejor la gente me ve siempre tan contenta y piensa que vivo en mi mundo de gominolas. Todo lo contrario. Me ocurren cosas malas, como a todo el mundo, y muchas, además, pero elijo ser feliz. Hace poco he tenido un problema con unas personas que se han portado mal conmigo y he perdido un montón de dinero. Una desgracia, pero ¿qué le voy a hacer, estar todo el día lamentándome? Como dice un amigo, de todo se aprende, guapa. Si ahora te ha tocado pagar, la próxima lo harás mejor.
Ahora que eres madre, ¿cómo controlas la presencia de tus hijos en las redes?
Como todo, con naturalidad. Cuando tuve al primero, Mateo, la gente que me seguía vivió todo el embarazo. Cuando nació, ¿cómo no les iba a enseñar su carita? Me apetecía y lo hice. Y durante los primeros años de vida de Mateo subí muchas fotos. Sobre todo, porque quería compartir la maravillosa amistad que había entre mi perrita Lana y el niño. De repente llegó un momento que dije hasta aquí, y continué subiendo cosas del crío pero sin que se le viera la cara. Con mi segundo hijo, Sancho, hice lo mismo. Subí fotos en las que se le veía la cara durante los primeros seis meses, aproximadamente, y luego ya no. Durante mucho tiempo he estado compartiendo cosas sin enseñarlos claramente, pero justo hace unos días me apetecía subir unas fotos supersimpáticas de ellos. A la gente les han encantado, tienen muchísimos comentarios y likes, y muchos me han dicho que tenía muchas ganas de volver a verles. Los sienten como un poquito suyos. Igual mañana saco otra foto o igual no vuelven a aparecer en tres años.
De momento son pequeños, pero dentro de no mucho ellos mismos tendrán acceso a internet. ¿Vigilarás lo que hagan en las redes?
No lo he pensado, la verdad, y de aquí a que ellos tengan edad para eso habrán cambiado tanto las cosas que todo lo que piense ahora posiblemente no valga. Es uno de los cambios que hecho en mi vida para ser más feliz: plantearme los problemas cuando se presentan. Ya veremos, pero creo que no les daré total libertad. A los niños hay que protegerlos, yo no quiero que mis hijos vean determinadas cosas. No sé muy bien cómo lo haré, pero de alguna manera les protegeré.