Nada menos que 1.000 millones de profesionales (más del 10% de la población mundial) tienen hoy perfil en LinkedIn. En España hay 19 millones de usuarios de la plataforma. Acuden allí a buscar oportunidades profesionales (15 millones de puestos de trabajo están publicados en la red), pero también a compartir contenido, intercambiar opiniones y aprender. Esto convierte a LinkedIn en lo que Sierra definió como “el mayor laboratorio profesional del mundo”, el sitio donde despuntan las tendencias que marcan el mercado laboral. Y según la responsable de negocio de LinkedIn, “de habilidades es de lo que se habla ahora en el mundo del talento”.

“Las empresas tenemos el deber de contribuir a crear una sociedad más justa. Es verdad que una iniciativa aislada no va a cambiar nada, pero muchas juntas sí pueden conseguir un cambio estructural”. Elena Díaz-Alejo (Samsung)

La plataforma tiene identificadas en sus perfiles nada menos que 39.000 habilidades clave, esas capacidades o destrezas que los usuarios utilizan para describirse. Pueden ser lo que se conoce como habilidades blandas, que tienen que ver con las cualidades personales (capacidad de trabajo en equipo, comunicación, capacidad analítica, resolución de problemas o adaptabilidad son algunas de las más demandas ahora mismo), o habilidades duras, más relacionadas con la formación y la experiencia (gestión de proyectos, atención al cliente, Java, programación, marketing, etcétera). “Las empresas están empezando a reclutar por habilidades y no por perfiles. Esto es absolutamente revolucionario y abre la puerta a la diversidad. Ya no buscan a alguien que haya hecho un máster en el Instituto de Empresa y tampoco se tiene en cuenta si se trata de una mujer, una persona negra o asiática. Ahora las empresas buscan gente que sepa de liderazgo, de procesos o de negociación, profesionales que cubran las carencias de la organización”.

Un estudio publicado por LLYC el pasado febrero indicaba que la atracción y retención del talento es en la actualidad la cuestión que más preocupa al 75% de los CEOs y solo tres de cada diez creen que su empresa está preparada para afrontar este desafío. En la guerra por el talento que se avecina, la gestión de la diversidad será más importante que nunca. Suele decirse que la diversidad es que te inviten a la fiesta y la inclusión es que también te saquen a bailar. Ambas cosas son necesarias y un objetivo hoy para muchas empresas. Sin embargo, pese a las buenas intenciones, todavía son bastantes las que tienen problemas a la hora de formar plantillas diversas y establecer un entorno en el que todos los trabajadores se sientan aceptados y valorados. “Son muchas las entidades que creen que incluyen cuando lo único que están haciendo es integrar. La integración tolera la diferencia, mientras que la inclusión la abraza, la hace suya, aprende de ella”, explicó Vicky Bendito, periodista y técnico en comunicación de Ilunion, que moderó una conversación en la que compañeras de la organización desgranaron las claves de su estrategia en esta materia.

Hace ahora una década, la ONCE y su Fundación presentaron la marca Ilunion, bajo la que desde entonces se reúnen todas sus líneas de negocio. Reconocida en numerosas ocasiones como la empresa más inclusiva de España, Ilunion es un ejemplo de que rentabilidad económica y desarrollo social son cosas compatibles. “Hace 86 años, las personas que en aquel momento lideraban la organización decidieron que la discapacidad no era algo que impidiera incorporarse al mercado laboral. En plena Guerra Civil, supuso una disrupción total y fue el germen de lo que ahora es Ilunion”, explicó Susana Moreno, su responsable de diversidad y marca empleadora. Desde entonces las cosas han cambiado mucho. “Antes la discapacidad o cualquier otra variable que te hiciera diferente no gustaba, porque la diferencia da miedo. Ahora, sin embargo, es algo positivo, porque hemos pasado a hablar de diversidad, y la diversidad pone el acento en el talento”.

“Son muchas las entidades que creen que incluyen cuando lo único que están haciendo es integrar. La integración tolera la diferencia, mientras que la inclusión la abraza”. Vicky Bendito (Ilunion)

Limpieza, mantenimiento, atención al cliente, logística, hostelería o atención sociosanitaria son algunos de los sectores en los que Ilunion está presente, siempre con un objetivo: generar empleo de calidad para las personas con discapacidad. “Somos una empresa de personas para personas y nuestros trabajadores están en el centro. En Ilunion tenemos 41.300 trabajadores, de los que 20.700 son mujeres, 20.600 hombres y el 41% tiene algún tipo de discapacidad”, apuntó Esther Díaz, directora de personas de Ilunion.

Es cierto que el caso de las mujeres con discapacidad, el techo de cristal parece tener un doble grosor. La plantilla y los equipos directivos de Ilunion son paritarios, pero la organización hace un esfuerzo especial por integrar a las personas que más dificultades tienen para acceder al mercado laboral, como las víctimas de la violencia de género. Desde hace aproximadamente una década, IIlunion tiene un programa específico para ellas. “Hemos tenido que aprender a tratar a este colectivo, al principio no sabíamos cómo hacerlo”, reconoció Montse Canals, responsable de gestión de talento de Ilunion. “Nos hemos formado para atender a es[1]tas mujeres a través de nuestras unidades de apoyo, psicólogos o personal de recursos humanos y de selección”. En este tiempo Ilunion ha incorporado a 568 mujeres víctimas de violencia de género. Solo el año pasado fueron 142. “Fundamentalmente son perfiles con una baja cualificación y en torno a los 40 o 50 años, aunque estamos viendo que hay algunas muy jóvenes y también universitarias”.

La oportunidad STEM

En los últimos años, las matriculaciones en carreras STEM han caído. De las facultades ya no salen suficientes ingenieros, matemáticos o programadores para cubrir las necesidades de las empresas, y con la revolución 4.0 esas necesidades van a ir a más. ¿Qué está pasando para que en un mundo con cada vez más demanda de perfiles técnicos surjan menos vocaciones tecnológicas? “Ojalá tuviera la respuesta a esta pregunta. Seguramente si tuviéramos un diagnóstico certero daríamos con una solución”, indicó Sara Gómez, directora del proyecto Mujer e Ingeniería de la Real Academia de Ingeniería y una de las participantes en la mesa sobre las oportunidades de la tecnología auspiciada por Samsung. “En Europa pasa igual, los países del norte están aún peor. Alemania se lleva a nuestros ingenieros porque no producen suficientes. En Estados Unidos se calcula que de aquí a 2030 se van a generar 3 millones de necesidades de empleo en materias STEM y son conscientes de que 2 millones de esos empleos se van a quedar sin cubrir. O hacemos que la gente que tiene otro tipo de perfiles se recicle o será imposible cubrir esa demanda”.

En el caso de las mujeres, las cosas están todavía peor. Según datos de la Comisión Europea, solo un 30% de los 7 millones de personas que trabajan en el sector de las TIC son mujeres. En España, su presencia en carreras como matemáticas o informática ha ido descendiendo progresivamente desde los ochenta, y pese a la visibilidad que se le ha dado en los últimos tiempos al problema de la escasez de mujeres en este ámbito y a todas las iniciativas que se están poniendo en marcha para intentar solucionarlo, la brecha no se cierra. A juicio de Gómez, el rechazo de las mujeres por estas carreras tiene que ver con que no ven su propósito social. “Si tuviera que elegir cuáles son las dos profesiones que pueden mejorar más la calidad de vida de las personas y del planeta, serían la medicina y la ingeniería. Cuando seamos capaces de transmitir a las niñas y las jóvenes que con si se dedican a estas profesiones ayudarán a las personas, se lanzarán a ellas”.

“Las empresas están empezando a reclutar por habilidades y no por perfiles. Esto es absolutamente revolucionario y abre la puerta a la diversidad”.  Rosario Sierra (LinkedIn)

En su opinión, el problema es estructural y, por lo tanto, las soluciones deben ser estructurales también. “Mientras las iniciativas sean aisladas y los gobiernos autonómicos y nacionales no se lo tomen en serio, no cambiarán las cosas”. El cambio requerirá también la implicación de las familias, los medios, el sistema educativo y, por supuesto, el sector privado. “Las empresas debemos ser referentes sociales, porque tenemos los recursos económicos y la capacidad de innovación. En Samsung, por ejemplo, el 25% de nuestro personal en España está especializado en investigación y desarrollo”, apuntó Elena Díaz-Alejo, corporate citizenship & ESG de la compañía de origen coreano. “Las empresas tenemos el deber de contribuir a crear una sociedad más justa. Es verdad que una iniciativa aislada no va a cambiar nada, pero muchas juntas sí pueden conseguir un cambio estructural”. Hace doce años, Samsung puso en marcha en España la iniciativa ‘Tecnología con propósito’, con el objetivo de impulsar proyectos que rompieran barreras a través de la tecnología para mejorar la vida de las personas. En concreto, trabaja en cuatro áreas: formación, cultura, accesibilidad y bienestar, y empleabilidad y emprendimiento. “Estamos especialmente orgullosos porque es una iniciativa que hemos sacado adelante a nivel local. En estos años hemos desarrollado más de treinta proyectos y hemos invertido más de 27 millones de euros, beneficiando a casi medio millón de personas de nuestro país”.

Un ejemplo es el programa DesArrolladoras, a través del que, en los últimos cinco años, Samsung ha formado a más de 5.000 mujeres en las disciplinas STEM. Araya Ortega es una de ellas. En su momento hizo Económicas y durante años trabajó como analista financiera en una gran consultora. Estudiar tecnología era algo que ni se le había pasado por la cabeza. La falta de referente es, a su juicio, un problema grave. “Cuando descubres la historia de la tecnología ves que hay mujeres que han contribuido mucho, pero no se les ha dado la visibilidad que merecen. Eso, sumado a que, en general, somo más sociales y nos sentimos menos atraídas por las máquinas, hace que la opción de estudiar ingeniería no entre en nuestro mapa mental. Es algo que no nos planteamos”. Pero para cuando DesArrolladoras se cruzó en su camino, ya había cambiado de opinión. “En esa época ya tenía claro que la tecnología era el futuro y no quería quedarme atrás”. Tras acabar el programa, empezó a colaborar con empresas de inteligencia artificial y poco después se incorporó a la compañía tecnológica Amadeus, donde en la actualidad es especialista en data mining.

Ayho es otro de los proyectos desarrollados bajo el paraguas de ‘Tecnología con propósito’. “En España, el 6,3% de la población edad laboral tiene alguna discapacidad y solamente una de cada cuatro trabaja”, apuntó Sabina Lobato, directora de formación de formación y empleo, de Fundación Once. “La situación tampoco es la misma si nos fijamos en discapacidad relacionadas, por ejemplo, con salud mental o las que necesitan asistencia personal. En ese caso, las tasas de empleo son aún más bajas”.

Para ayudar a esos perfiles que lo tienen más complicado, Samsung y la Fundación Once han creado una herramienta tecnológica que facilita la incorporación laboral de las personas que trabajan bajo la modalidad de empleo con apoyo. “El objetivo de la aplicación es eficientar los procesos de incorporación. En muchos casos, la adaptación al puesto de trabajo que hay que hacer no es técnica. Lo que a menudo se necesita es un preparador laboral, una figura que colabora con la empresa para, en primer lugar, entender cuáles son las competencias y las capacidades de la persona con discapacidad que se va a incorporar y, en segundo, qué hace falta para adaptar el entorno y facilitarle apoyo en función de sus necesidades. Lo que hemos hecho es utilizar la tecnología para facilitar ese proceso”. La app ayuda a los formadores prelaborales con formación. Además, permite crear perfiles de usuario, describir tareas con texto y material audiovisual, asignarlas, planificar agendas, programar alarmas o hacer seguimientos de evaluación, entre otras funcionalidades. También sirve de apoyo a los trabajadores para desarrollar mejor sus tareas: pueden hacer cursos antes de empezar a trabajar, seguir los pasos para aprender una tarea nueva, saber qué tienen que hacer en cada momento cuando están en el trabajo y mantenerse en contacto con sus preparadores laborales.

Este reportaje se publicó primero en la edición número 19 de Mujeres a Seguir en papel.