Creo que el mejor resumen es que es un movimiento de personas y de empresas que busca transformar el actual modelo económico en otro más justo, más inclusivo y más regenerativo. Lo forman empresas que quieren ser parte del cambio y lo aplican a su propia organización. Pero no basta con hacer eso y certificarse como B Corp, también se comprometen a trabajar juntas para llevar ese cambio a la sociedad. Trabajamos con organizaciones sociales, administraciones públicas, con la academia, etcétera. Si no sumamos a todos, no conseguiremos esa transformación.

¿Qué criterios tenéis en cuenta al auditar las empresas?

El movimiento BCorp no es una simple cuestión de reporting: hago un informe de sostenibilidad y listo. Es una cuestión de performance que va mucho más allá. Obviamente existen unos criterios y una herramienta que utilizamos para certificar a las empresas, que, además, está disponible gratuitamente para todo el mundo. Esa herramienta puede ayudar a cualquier organización a identificar, medir y gestionar las áreas claves para avanzar hacia la sostenibilidad. De hecho, nosotros también nos medimos por ella anualmente. Hay más de doscientos criterios que las empresas tienen que cumplir. Hablamos de impacto social, impacto medioambiental y una correcta gobernanza. Una vez han puesto en marcha el proceso y han hecho su propia autoevaluación, un verificador externo la verifica con nuestros estándares. Después de entrar en el movimiento BCorp, las empresas deben volver a certificarse cada tres años, y el 99% de ellas lo hacen.

Las empresas podrían perfectamente establecer sus objetivos de sostenibilidad y hacer un seguimiento por su cuenta. ¿Qué les aporta incorporarse al movimiento B Corp?

Lo que dicen las propias empresas es que para ellas B Corp es una manera de ser y de hacer las cosas. Cuando se suman, se comprometen no solamente a hacer las cosas bien, sino también a trabajar conjuntamente en las iniciativas colaborativas que llevamos a cabo para transformar la economía, desde campañas a iniciativas legislativas. También les interesa porque las empresas B Corp ven que sus ingresos se incrementan anualmente alrededor de un 28%-30%. Además, el consumidor valora cada vez más a las empresas que hacen bien las cosas. En esos casos, el 75% de los consumidores estarían dispuestos a pagar un sobreprecio del 15%.  También los inversores son más conscientes de que tienen que invertir en empresas que construyan y no destruyan. Y los empleados, especialmente los más jóvenes, buscan empresas con una buena estrategia de sostenibilidad, porque saben que allí van a poder conciliar y van a tener un desarrollo profesional y personal.

¿Cuántas compañías forman parte del movimiento aquí en España?

A día de hoy son más de 265 empresas de 63 industrias distintas.

¿Y qué tipo de empresas son? ¿Hay más grandes corporaciones o pymes?

Hay de todo y el perfil ha cambiado en estos nueve años. Al principio eran empresas más pequeñas, pero a día de hoy tenemos un mayor equilibrio que refleja el tejido empresarial español. El 70% siguen siendo pymes y el 30% son medianas y grandes empresas. Una vez han iniciado el proceso, muchas tienen que llevar a cabo transformaciones para cumplir esos criterios. A algunas, lograrlo les puede llevar un año, año y medio o tres años. En torno a la sostenibilidad todavía hay mucha confusión. Para algunos es solamente verde, para otros es solamente social. La verdad es que es algo absolutamente transversal y, además, estratégico para las empresas.

“En torno a la sostenibilidad todavía hay mucha confusión. Para algunos es solamente verde, para otros es solamente social. La verdad es que es algo absolutamente transversal y, además, estratégico para las empresas”.

¿Hay algún sector al que os esté costando llegar?

Por ejemplo, el industrial. Ahí tenemos empresas como LC Paper y Alier, pero aún tenemos mucho recorrido. Evidentemente, industrias como la armamentística u otras que vayan en contra de los derechos humanos nunca van a ser B Corp, pero casi cualquier empresa de cualquier tamaño y de casi cualquier sector se puede certificar. Incluso en aquellos en los que la gente piensa que no es viable.  En alimentación y bebidas, un sector que yo conozco bien por los veinte años que pasé trabajando en gran consumo, tenemos ejemplos como Danone, que fue una de las primeras, Capsa Food (Central Lechera Asturiana), Hijos de Rivera (Estrella Galicia) o Mantequerías Arias, que se ha incorporado recientemente. También se empiezan a incorporar bodegas, uno sector importante para nuestro país. La primera ha sido Vallformosa. Y las que vendrán después, porque tenemos más de cien empresas en proceso de certificación, entre ellas, unas cuantas bodegas. Del sector farmacéutico tenemos ejemplos magníficos de empresas que apoyan todo lo que hacemos, como ISDIN, Chiesi o Ferrer. En el mundo textil, Ecoalf fue una de las primeras, pero tenemos otras como Indi&Cold. En servicios profesionales tenemos bufetes de abogados como Gabeiras; en banca, Lombard Odier; agencias de comunicación como AppleTree o Román; en educación, SEC... En el mundo de los envases, donde la sostenibilidad parece tan difícil, encontramos otro grandísimo player de nuestro movimiento, que es Quadpack.

También trabajáis en el desarrollo de políticas públicas. ¿Qué es la iniciativa Empresas con Propósito?

En otros países como Francia, Italia, Reino Unido y algunos de Latinoamérica ya existía la figura legal de las sociedades de beneficio e interés común (SBIC), lo que comúnmente llamamos empresas con propósito. En esos países se ha demostrado que esta figura legal ayuda al desarrollo de la economía y la sociedad. Aquí, sin embargo, no la teníamos. En un país en el que se está trabajando en legislaciones y políticas tanto sociales como medioambientales, no tenía ningún sentido que las empresas que lo están haciendo bien no tuvieran un reconocimiento y un marco jurídico seguro. Era un poco contradictorio. El movimiento identificó esta necesidad y hace dos años promovió su impulso a través de la Ley Crea y Crece, movilizando a referentes sociales y empresariales y reuniendo más de 30.000 firmas. Esa ley consiguió el consenso de los grupos políticos en un momento en el que los partidos no se ponen de acuerdo para nada, y eso fue un grandísimo logro. Las SBIC ya son una figura jurídica legal, pero para que esa protección sea una realidad necesitamos un reglamento, que es la parte operativa y técnica. Ahora mismo las empresas que se consideren con propósito social y/o medioambiental se pueden registrar como tales, pero la realidad es que sin ese reglamento, lo pueden estar haciendo algunas que no lo son, porque los criterios por los que legalmente se puede considerar a una empresa con propósito no están definidos. Ahora hay otros temas a nivel económico que son prioridad para el Gobierno. Nos han dicho que el tema está en agenda, pero no es una prioridad. Nuestra labor será seguir insistiendo para que ese reglamento salga adelante lo antes posible.

¿Qué opinas sobre la Ley de Consumo Sostenible anunciada por el Gobierno para acabar con el ‘greenwashing’?

Tiene sentido, pero hay que hacerlo bien, acompasándola a las directivas europeas y conociendo la situación del tejido empresarial español. Las legislaciones tienen que hacer que las cosas sean posibles. El hecho de que existan esta ley o las SBIC indica que vamos por el buen camino. Pero creo que ahogar a las empresas tampoco ayuda.

¿Entiendes que haya mucha gente que vea los esfuerzos de las empresas en materia de sostenibilidad como un lavado de imagen?

Hay muchas empresas diciendo que son sostenibles cuando realmente no lo son o que trabajan solo una parte de un área de lo que la sostenibilidad. Esto no ayuda nada y está generando confusión en el consumidor. Pero creo que esta estrategia tiene las patas muy cortas. Las directivas y las normas que están surgiendo van a complicar mucho las cosas a estas empresas. 

“Ha llegado el momento de escalar el movimiento y conseguir mayor representatividad en los lugares en los que realmente se toman las decisiones económicas”.

¿Cuáles son vuestros principales retos de cara a futuro?

Hemos conseguido una masa crítica de empresas que demuestran día a día que la buena sostenibilidad es posible y que la fórmula de rentabilidad financiera, impacto social positivo y regeneración medioambiental funciona. Hemos demostrado que tenemos músculo y fuerza para movilizar no solamente a empresas, sino también al tejido empresarial y social. Ahora ha llegado el momento de escalar el movimiento y conseguir mayor representatividad en los lugares en los que realmente se toman las decisiones económicas. Ese es uno de nuestros grandes objetivos. Otro es que cada vez más organizaciones inicien ese camino de buena sostenibilidad y llegar a más sectores y territorios. Por último, queremos conseguir el reglamento de las SBIC. Una vez conseguido que se reconozca en España la figura legal de las empresas con propósito, tienen que tener un marco jurídico seguro en el que operar. El reglamento es el primer paso para lograrlo y luego veremos qué otras políticas públicas necesitamos para que puedan lograr mayor impacto social y medioambiental.