Ana Rujas, actriz: “No repetirme es algo que me preocupa mucho”
Rujas regresa a las tablas con ‘La otra bestia’, una obra basada en su primer libro

Actriz, guionista, escritora (aunque a ella todavía le cueste identificarse con esa etiqueta). Parece que nada se le resiste a Ana Rujas, que este mes de enero vuelve al teatro con La otra bestia, adaptación a la escena del poemario homónimo que publicó hace algo más de un año. Hablamos con ella en un hueco entre ensayos, unos días antes del estreno de la obra. “Las semanas previas siempre son muy estresantes, pero el teatro es así”, explica. “Esta es una obra muy compleja, tanto a nivel como técnico como actoral. Incluso a nivel corporal”. El montaje combina teatro, cine y poesía, para hablar del desamor, el deseo, la belleza o la búsqueda de la espiritualidad. La otra bestia relata el viaje hacia la soledad y la muerte -pero también hacia el autoconocimiento- de Sara (Rujas), una mujer que intenta sobrevivir al naufragio de su relación sentimental. Sumida en una crisis vital y de pareja, Sara ha olvidado quién era hasta que algo terrible empieza a expandirse dentro de ella. Ese algo la convertirá en el vértice de un triángulo amoroso que involucra a su marido (Joan Solé), un acomodado arquitecto, y a un joven amante, papel interpretado alternativamente por los actores Teo Planell e Itzan Escamilla.
La obra, que llega hoy a la Nave 10 de Matadero, supone el regreso de Ana Rujas a las tablas tras La mujer más fea del mundo, que la actriz escribió a cuatro manos en colaboración con Bárbara Mestanza. Después llegaron los éxitos arrolladores de Cardo, la serie que también creó junto a Claudia Costafreda (y con la se llevó los Premios Feroz a Mejor Actriz Protagonista y Mejor Serie Dramática) y de La Mesías.
La otra bestia no era una novela al uso, sino una recopilación de textos poéticos. ¿Cómo ha sido el proceso de convertirlo en una obra de teatro?
Ha sido muy complejo. Luis Duque me reunió con José Martret y Pedro Ayosa, que han hecho la dramaturgia de este proyecto. Quería que el libro sirviera de inspiración para dar un salto hacia algo distinto y que tuviera una historia con varios personajes, porque no quería estar sola en el escenario. Para mí era importante que no acabara siendo un monólogo. También quería que fuera algo poético y de época. Ellos diseccionaron mi libro de arriba abajo y vieron que había muchos temas que se repetían, como el amor, la fe, la palabra o el pertenecer o no pertenecer a cierta clase intelectual. También utilizamos como referente una película que nos gusta mucho a los tres, Posesión, de Andrzej Zulawsk. Siguiendo un poco esa estructura, y a raíz de mis textos, hicimos un encaje de bolillos. La propuesta es bastante arriesgada. Creo que el trabajo que han hecho ha sido increíble.
"Seguiré intentando levantar proyectos que me interesan, porque es algo que me gusta mucho, pero el de escritor es un arte que respeto mucho y que tiene otros ritmos y otras obligaciones. Yo soy feliz escribiendo a mi manera".
¿Te ha costado dejar la adaptación de un trabajo tan personal en manos de otras personas?
Tenía miedo, obviamente, y a ellos también les preocupaba que el resultado me gustase. Tenemos el mismo imaginario en cuanto a directores que nos gustan y a propuestas teatrales. Encontrar el referente de Zulawski, por ejemplo, fue muy importante. Si no hubiéramos hablado utilizando el mismo código habría sido imposible avanzar. También mantuvimos muchas reuniones y me preguntaron mucho por lo que quería. Mi premisa era hacer algo de otra época.

¿No te inspira el momento actual?
Me gusta mucho el cine clásico, las actrices de antes y ese estilo de actuación más clásico. Al principio hablábamos mucho de mujeres como Juana de Arco o Lady Macbeth. El resultado no ha tenido luego nada que ver, pero tenía claro que no quería hacer algo que siguiera las tendencias o lo que se lleva en este momento.
¿Es muy diferente interpretar un texto propio a interpretar un personaje creado por otra persona?
No es tan distinto. Cuando me pongo en modo actriz, soy actriz. Aquí en ningún momento hago de Ana y tampoco lo hice en Cardo o La mujer más fea del mundo. Son personajes, da igual quien los haya creado. Si es verdad que el nivel de responsabilidad cuando además eres creadora es distinto. Ahora me preocupan también cosas como que la dramaturgia tenga un sentido o que la pieza en sí funcione.
¿Cómo empezaste a escribir?
No es algo que surgiera desde ningún lugar así como dramático. Siempre me ha interesado contar historias. Desde pequeña me gustaba la literatura y he hecho cursos de escritura. Cuando estaba en Nueva York me juntaba con chicas que escribían mucho y empecé a hacerlo otra vez para ver qué pasaba. Pero tampoco me las doy de escritora. Yo soy una actriz a la que le gusta expresar cosas y contar historias, y si a la gente le gustan, genial.
Pero ya tienes a tus espaldas una trayectoria como creadora.
Y seguiré intentando levantar proyectos que me interesan, porque es algo que me gusta mucho, pero el de escritor es un arte que respeto mucho y que tiene otros ritmos y otras obligaciones. Yo soy feliz escribiendo a mi manera.

¿En qué más te vamos a ver próximamente?
Todavía se tienen que estrenar varias cosas increíbles, como la película que he hecho con Julio Medem, otra de Celia Rico y una serie para Netflix que grabé en Argentina este verano. También tengo un proyecto que se empezará a rodar en marzo y otro más pequeño para para el verano.
Parece que estás en un momento dulce.
Es verdad y estoy contenta, sobre todo, porque estoy trabajando con gente con la que siempre había querido trabajar. También estoy haciendo personajes que no tienen nada que ver unos con otros. No repetirme es algo que como actriz me preocupa mucho. Me gusta probar cosas diferentes y distintos registros. Me están llegando cosas interesantes, pero en esta profesión nunca puedes confiarte. Es muy inestable, nunca sabes si te van a llamar y siempre hay proyectos que se acaban cayendo.