Por primera vez en la historia de los Goya, cinco mujeres optan al premio en las dos categorías de dirección: Carla Simón y Pilar Palomero, gracias a sus segundas películas (Alcarràs y La maternal), y Elena López Riera (El agua), Alauda Ruiz de Azúa (Cinco lobitos) y Carlota Pereda (Cerdita), que optan al premio a la Mejor dirección novel. Es probable que tampoco exista una única causa de este boom del cine hecho por mujeres, y que el momento y el cambio en la conversación social tengan mucho que ver, aunque todo el mundo tiene claro que las políticas de cuotas en las ayudas públicas han resultado clave en este sentido.

Para corregir la histórica desigualdad que hasta ahora ha imperado en un sector tan fuertemente masculinizado como el cine, el Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales (ICAA) estableció, en colaboración con CIMA (la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales), un sistema de cuotas en las ayudas a los largometrajes que puntúa mejor a las películas que tengan a mujeres en determinados puestos de responsabilidades. Esto ha favorecido de forma importante la incorporación de directoras, pero también de directoras de fotografía, compositoras, sonidistas, etcétera. “Cuando establecimos las cuotas hace unos años, los productores nos decían que no había buenas compositoras o buenas directoras de fotografía o de sonido”, explica Cristina Andreu, presidenta de CIMA. “Es algo que me entristecía, porque yo sabía que sí las había, pero, como siempre digo, sin igualdad no se puede comprobar el talento. Ahora que hay incentivos, se busca a las mujeres y se está comprobando que efectivamente las hay. Ahora sí están pudiendo demostrar su talento, y lo están haciendo en la taquilla, en los festivales y con el público”.

No hay duda de que el actual sistema de discriminación positiva a la hora de conceder las subvenciones públicas está funcionando. “No para que las mujeres hagan películas excelentes, porque eso es otra cuestión”, matiza Manuela Ocón. “Pero sí ha funcionado para que las mujeres den un paso al frente y además se permita que lo den sin ponerles la zancadilla”. Ocón es candidata este año al Goya a la Mejor dirección de producción por Modelo 77 (por primera vez en la historia de los premios, todas las candidatas en esta categoría son mujeres). “Las cuotas están ayudando a acelerar un cambio que, de otra forma, iría mucho más despacio”, coincide María Zamora. “En mi caso, hace muchos años que me di cuenta de la falta de mujeres en la dirección y desde mi posición empecé conscientemente a producir a mujeres directoras. Ahora cada vez veo a más compañeros haciéndolo, unos por convicción y otros por cuotas, pero lo importante es que está funcionando”. Zamora produjo, por ejemplo, Verano 1993, el primer largo de Carla Simón, y ha vuelto a hacer equipo con ella para sacar adelante Alcarràs, la película que se alzó con el Oso de Oro en la última edición de la Berlinale. Clara Roquet, Nelly Reguera o Liliana Torres son otras de las cineastas a las que también ha dado una oportunidad.

Las mujeres están cambiando las historias y formas de contar del cine español.

El que ahora haya más mujeres dirigiendo, produciendo o escribiendo sin duda también está cambiando el tipo de historias y las formas de contar del cine español. “Nuestro punto de vista no se había tenido en cuenta”, indica Andreu. “Es como si al mirar el horizonte solo hubiéramos visto la mitad del cielo y ahora hemos descubierto la otra mitad”. “Hasta hace pocos años el punto de vista del 50% de la población estaba mínimamente representado salvo magníficas excepciones”, conviene Ocón. “Pienso que, gracias a que ese punto de vista ahora está más presente, se le ha dado relevancia a temas como los cuidados y la autoconciencia”.

Un buen ejemplo es Cinco Lobitos, una película sobre la maternidad y las relaciones familiares que difícilmente podría haber firmado un hombre. Su directora, Alauda Ruiz de Azúa, ganadora este año del Premio MAS en Cultura, nos contaba entonces que todo el proyecto surgió a raíz de su experiencia con el nacimiento de su primer hijo. “Entonces no había tanto relato sobre la maternidad y lo que encontraba me resultaba un poco edulcorado o tirando al cliché. A mí me parecía una experiencia compleja y eso me llevó a tomar notas y reflexionar”. La cinta se convirtió en uno de los fenómenos cinematográficos del año pasado gracias, sobre todo, al boca-oreja.

Cerdita, un thriller de terror rural sobre el bullying y la gordofobia, ha sido otro de los éxitos del cine español tanto dentro como fuera de nuestras fronteras (obtuvo excelentes críticas en su puesta de largo en el Festival de Sundance). “Los autores siempre hacemos las películas en base a nuestra experiencia y el hecho de ser mujeres marca carácter”, asegura su directora, Carlota Pereda. “No creo que exista la mirada femenina, pero sí existe una experiencia común”. Cerdita es una película de género, algo bastante poco común en España, sobre todo en el caso de una ópera prima. “Todo el mundo me decía que tenía que hacer una comedia. Que una mujer pudiera levantar un proyecto de género en España generaba un poco de incredulidad, hasta que encontré a otra mujer en Morena Films que creyó en el proyecto y después también Movistar y TVE apostaron por él”. María Zamora considera que el que ahora haya más mujeres productoras también está favoreciendo ese cambio. “Al fin y al cabo nosotras decidimos los proyectos y es lógico que elijamos historias protagonizadas por mujeres reales, con las que nos sentimos representadas porque podrían ser nuestras amigas o nuestras madres, que tienen inquietudes que muchas compartimos o con las que nos podemos sentir identificadas”. 

En cualquier caso, conviene no confiarse y pensar que ya está todo hecho. Todavía existe una fuerte masculinización en algunos cargos y una enorme diferencia de presupuestos entre las películas dirigidas por hombres y mujeres. Por eso la presidenta de CIMA celebra, por ejemplo, que buena parte del equipo de A todo tren 2, uno de los mayores éxitos recientes de la taquilla española, fueran mujeres, incluida su directora, Inés de Léon. “Las mujeres puedan hacer películas de encargo igual que siempre han hecho los hombres. Lo bueno sería que hicieran las películas que les diera la gana, sea Cinco lobitos, Cerdita o A todo tren 2”.  El objetivo del ICAA y de asociación es acercarse a la paridad para el año 2025. Desde CIMA consideran que después convendría mantener las cuotas al menos seis años para consolidar el cambio. Sea como fuere, como recuerda Manuela Odón, “el primer efecto es la aparición de referentes y eso es fundamental”.