“Desde que tengo 14 años me ha costado entender el mundo en el que vivo”
María Contreras Coll, fotógrafa y exploradora de ‘National Geographic’
Se está haciendo un nombre en el mundo del fotoperiodismo por su talento para contar historias personales desde una perspectiva íntima. María Contreras Coll entiende la fotografía como una forma de denuncia, de sacar a la luz situaciones que, a su juicio, no reciben la suficiente atención. Tras licenciarse en Bellas Artes, hizo un máster en fotoperiodismo y vivió su bautismo de fuego retratando la realidad de la crisis de refugiados en Europa, para lo que viajó por Melilla, Grecia, Francia, Alemania y Marruecos. Después se trasladó a Nepal, donde durante meses documentó cómo las mujeres se enfrentan a las restricciones que sufren cuando menstrúan. En algunas regiones de ese país, la menstruación sigue siendo, más que un tabú, un verdadero estigma. Allí las que las mujeres son obligadas a vivir aisladas durante los días que dura la regla por ser consideradas impuras. Durante el llamado chhaupadi, que es como se conoce a esta costumbre hindú, las mujeres se ven forzadas a quedarse en precarios chamizos, las llamadas ‘chozas de la menstruación’, espacios por lo general sin calefacción ni ventilación. A menudo las cabañas tampoco tienen cama, puertas o ventanas. Además, durante esos días las mujeres no puedan tocar a ningún otro ser vivo (persona, animal o planta) ni objetos como productos lácteos o libros. Aunque es una tradición prohibida por ley desde hace años, la costumbre persiste, especialmente en áreas rurales de la zona occidental de Nepal.
María Contreras ha publicado sus fotos en medios como The New York Times, The Washington Post, Vice, El País o Marie Claire, y ahora es también exploradora de National Geographic. La publicación le ha otorgado una de sus becas a storytellers para poder continuar con su proyecto sobre cómo las mujeres están transformando estructuras en diferentes contextos y lugares del mundo. “A la vez entré a formar parte de la familia National Geographic Society, desde donde me llegan oportunidades muy interesantes. Además, estoy conectada con la comunidad de explorers de distintas disciplinas, desde paleontólogos a biólogas. Y es superinspirador ver el número de personas que hay intentando hacer de esta Tierra un lugar mejor”, asegura. Ella es también una de las protagonistas de ‘Palabra de Mujer’, un documental lanzado por National Geographic coincidiendo con el 8M y en el que tres mujeres de tres generaciones diferentes (la bióloga Flora de Pablo y la atleta paralímpica Desirée Vila son las otras dos) cuentan lo que ha significado para ellas ser mujeres en sus profesiones.
¿Cómo te interesaste en la fotografía y, más concretamente, en el fotoperiodismo?
Cuando era pequeña bajaba a mi calle a hacer fotos de los coches que pasaban. Era una pasada, porque la cámara era capaz de capturar un rastro de luz que mis ojos no podían retener. Creo que la fotografía tiene ese poder, nos permite ver realidades de una manera distinta o visibilizar cosas que el ojo desnudo no puede apreciar. Posteriormente, cuando hacía Bellas Artes, me di cuenta de que podía ser mi gran aliada a la hora de denunciar realidades que consideraba que no estaban recibiendo suficiente atención.
Gran parte de tu trabajo se ha centrado en cuestiones de género y la lucha por los derechos de las mujeres. ¿Qué te llevó a fijar la mirada (en este caso, el objetivo) en las mujeres como sujeto de tu fotografía?
Desde que tengo 14 años me ha costado entender el mundo en el que vivo. Pasé una adolescencia muy complicada precisamente por esto, por mi incapacidad para entender lo que me rodeaba. Es algo que al principio me causó mucha rabia y dolor. Siendo parte activa del movimiento punk, empecé a retratar mi día a día, el de mis amigues y mi familia, y algunos viajes. Al principio la cámara servía a mi interés por dejar testimonio de una realidad que no entendía y a la vez me ayuda a encontrar la parte maravillosa que también veía en ella. Luego me di cuenta de que la cámara no solamente podía documentar una realidad, sino también denunciarla, transformarla. Esto fue para mí un descubrimiento. Y entonces pasó a ser mi gran aliada en este camino. Una de las cosas que más me cuesta entender son las cuestiones de género y las dinámicas nocivas que generan. Por el hecho de haberlo visto y vivido, me siento en el compromiso no solamente de amplificar estas realidades, si no de mostrar el cambio.
Creo que pasaste más de un año documentando el estigma de la menstruación en Nepal. ¿Cómo viven las mujeres de allí algo que en esta parte del mundo está tan normalizado?
En realidad, el motor principal de este proyecto ha sido el conflicto que mi propia menstruación me ha generado en mi propio país. Recuerdo perfectamente mis primeras reglas en la escuela. Era un secreto, un tabú, y los niños reían si sabían que una niña estaba menstruando. La menstruación en España no está normalizada, está silenciada. Journey to impurity es un proyecto sobre cómo las mujeres están luchando contra de la estigmatización menstrual en Nepal. Surge de una investigación de más de dos años que bebe de la antropología, el periodismo y de diferentes informes sobre la práctica shhaupadi partha. En Nepal viví once meses. Las mujeres de las zonas donde la menstruación está más normalizada sienten la misma extrañez que tú y yo sentiríamos si nos dijeran que tenemos que permanecer aisladas cuando menstruamos. Pero hay otra realidad. "¿Por qué tengo que estar aislada?", "no me siento impura" y "no puedo creerme que vaya a tener que practicar el chhaupadi toda mi vida" son frases de Surekha Kunwar, una niña de 14 años que menstruaba por primera vez.
Ahora eres también protagonista del documental de National Geographic ‘Palabra de Mujer’, que busca inspirar a las jóvenes a través de las historias reales. ¿Qué otras mujeres te han inspirado a ti como fotógrafa?
Precisamente los testimonios de Desiée Vila y Flora de Pablo me han inspirado muchísimo. Creo que es muy importante empezar a amplificar los trabajos de mujeres en distintos ámbitos, para que así los niños y niñas tengan cada vez más referentes femeninos. En mi caso tuve muy pocos cuando estudiaba, pero quien más me inspiró fue Sophie Calle, por su particular mirada, su manera tan bonita y especial de tratar temas que aparentemente podrían ser duros o extraños. La figura de Patti Smith también ha sido un gran referente para mí, especialmente durante mi adolescencia.
