Madres de cine que han roto moldes
Todas han aportado distintas visiones de la maternidad

La señora Robinson (‘El graduado’)

No nos engañemos, el mejor personaje de la película no es el de Dustin Hoffman, sino el de la mujer de mediana edad, aburrida de su vida y con problemas con el alcohol, que le seduce. Toda una transgresión para su época, y en vista de los comentarios provocados por el matrimonio del candidato francés Emmanuel Macron, casi también para esta.
Sarah Connor (‘Terminator’)

Una de las madres más cañeras de la historia del cine. Entre criar a su hijo, enfrentarse a los Terminator y salvar a la humanidad de las máquinas, Sarah Connor no tenía tiempo para bromas.
Nic y Jules (‘Los chicos están bien’)

Hubiera sido imposible, hace no tanto, que Hollywood contara una historia como la de Nic y Jules (Annette Bening y Julianne Moore), un matrimonio de lesbianas que han tenidos dos hijos (uno cada una) tras ser inseminadas con esperma del mismo donante. Todos llevan una vida bastante rutinaria hasta que la decisión de los chicos de buscar a su padre la trastoca.
Erin Brokovich

Julia Roberts ganó el Oscar interpretando a esta madre divorciada y sin estudios que pese a tenerlo todo en contra se enfrenta el sistema. Y gana.
Olivia Evans (‘Boyhood’)

Booyhood es, sobre todo, una radiografía de la clase media estadounidense y de la experiencia de la paternidad, desde la infancia, en la que los hijos lo ocupan casi todo (“Me encantaría tener tiempo para mí misma. Ir al maldito cine ¿Crees que no me gustaría? Salir a cenar, ir a un bar. Ni siquiera sé qué es eso. He sido la hija de alguien y luego una jodida madre”, dice Olivia) hasta que se van de casa dejando vacío ese enorme espacio.
Marge Gunderson (‘Fargo’)

Frances McDormand encontró el papel de su vida en esta policía de un pueblecito de Minnesota, enormemente amable e inteligente, que se enfrenta a la investigación de un triple asesinato embarazada de siete meses.
Eva Khatchadourian (‘Tenemos que hablar de Kevin’)

Eva es una autora de guías urbanas de éxito que decide, ya cerca de los cuarenta, tener un hijo. Kevin es, desde el principio un bebé difícil, incapaz de demostrar empatía y que atormenta a su madre hasta que en la adolescencia acaba haciendo lo impensable. Y, sin embargo, ella no puede dejarle.