Hedy Lamarr, la actriz de Hollywood que revolucionó la tecnología
Su trabajo sentó las bases del WiFi, el Bluetooth, el GPS y otros sistemas inalámbricos que usamos constantemente

Recibió el título de ‘la mujer más bella del mundo’ y protagonizó el primer desnudo en la historia del cine comercial, además del primer orgasmo que se vio en la gran pantalla (todo en la misma película), pero el verdadero legado de Hedy Lamarr fue como inventora. Su sentó las bases de tecnologías actuales como el WiFi, el GPS y el Bluetooth.
Nacida en Viena en 1914 como Hedwig Eva Maria Kiesler, empezó la carrera de Ingeniería con solo 16 años, aunque dejó los estudios de lado para perseguir su sueño de ser actriz. Saltó a la fama con Éxtasis, película checoslovaca en la que aparecía desnuda que fue condenada por el Vaticano y censurada en varios países. Para desgracia de Lamarr, también captó la atención del fabricante de armas nazi Friedrich Mandl que, fascinado por su belleza, pactó con sus padres un matrimonio que se convertiría para ella en una pesadilla. Paradójicamente Lamarr y su familia eran judíos.
Mandl, celoso y opresor, le prohibió seguir con su carrera artística e incluso intentó comprar y destruir todas las copias de Éxtasis para que nadie, salvo él, la volviera a ver desnuda. Ella misma llegó a contar después que solo podía desnudarse, incluso para bañarse, cuando él estaba presente. Lo único bueno que le dejó ese matrimonio es que aprovechó el tiempo para continuar sus estudios de Ingeniería.
En 1937, harta de la situación, urdió un plan para escapar de casa. Logró llegar a París y posteriormente a Londres, donde conoció al mítico Louis B. Mayer, el hombre que dirigía el imperio MGM. Viajó entonces a Estados Unidos, cambió su nombre (el nuevo fue un homenaje a la actriz Barbara La Marr) y firmó un contrato con MGM.
En Hollywood triunfó en películas como Argel (1938) o Sansón y Dalila (1949), pero Hedy Lamarr también demostró que era algo más que una cara bonita de la gran pantalla. Durante la Segunda Guerra Mundial, y en colaboración con el compositor George Antheil, desarrolló un sistema de comunicaciones secretas basado en la conmutación de frecuencias. Su intención era que los aliados pudieran lanzar misiles teledirigos sin riesgo de que las señales de control fueran interceptadas o interferidas por el enemigo. Aunque la patente se registró en 1942, no se usó hasta dos décadas después, durante la crisis de los misiles de Cuba. Posteriormente se incorporó a algunos de los ingenios utilizados en la guerra de Vietnam y, más adelante, al sistema estadounidense de defensa por satélite (Milstar).
El sistema de Lamarr y Antheil sentó las bases del espectro ensanchado por salto de frecuencia, esencial para las conexiones inalámbricas modernas. El WiFi, el Bluetooth y otros sistemas inalámbricos como el GPS utilizan esa misma lógica para transmitir datos de forma segura y eficiente.
Pese a su genio y brillante mente científica, Lamarr tardó años en ser reconocida por su aportación a la tecnología. Solo hacia el final de su vida comenzó a recibir homenajes. En 1997 recibió el Pioneer Award de la Electronic Frontier Foundation y en 2014, catorce años después de su muerte, fue incluida en el Salón Nacional de Inventores de Estados Unidos. Desde 2005, el Día del Inventor se celebra el 9 de noviembre, coincidiendo con el nacimiento de esta pionera de la tecnología.