Cómo organizar una sesión de yoga en familia
Descubre los beneficios de realizar esta actividad con niños

El yoga es una medicina muy poderosa que nos ayuda a conectar, cuidar y querer nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón, además de a cultivar hábitos saludables. La práctica constante de yoga nos lleva a un estado de bienestar no solo corporal, también mental y emocional. Si profundizamos en ella a través del movimiento, la respiración y la atención conscientes nos transforma por fuera y por dentro, nos despierta la mente y nos abre el corazón.
Muchos padres y madres buscamos en esta actividad un momento para desconectar del estrés del trabajo, para recolocarnos por dentro y conectar con nosotros mismos y con nuestra esencia. Porque el yoga nos trae amor y conocimiento hacia nosotros mismos, nuestro entorno y los demás. Todos estos beneficios que cada clase o práctica de yoga nos regala a los mayores queremos compartirlos con nuestros hijos, nietos o sobrinos para que ellos también se aprovechen de sus ventajas.
Desde el amor y la confianza y a través del juego, el movimiento, la música y la respiración, esta actividad en familia ayuda a nuestros retoños a su desarrollo y crecimiento físico, mental y emocional en un entorno de aceptación, amabilidad y seguridad. Como decía Rudolf Steiner, creador del método Waldorf, los niños aprenden con la cabeza, las manos y el corazón. “Practicar yoga en familia es crear un tiempo de conexión con tus niños y contigo mismo, de relajación y diversión, donde los niños se muestran como son sin intentar cambiar nada. Compartir tiempo de calidad y amor es el mejor regalo que podemos dar a los niños”, explica Marta Rodríguez Bravo, profesora, enamorada del yoga y creadora de MindfuLife e Imaginayoga.
Desde mi experiencia en uno de los talleres que organiza te puedo decir que practicar y sentir el yoga en familia se puede convertir en un momento creativo, divertido e inolvidable para todos vosotros. Lo más importante – por si quieres improvisar una sesión en casa- es que sea algo dinámico donde no falten los juegos, la música, el baile y, por supuesto, yogas asanas. Ya sabes que ellos lo pillan todo al vuelo, así que no les costará nada interiorizar algunas de las pautas básicas como que respiramos (inhalamos) por la nariz en tres veces y soltamos (exhalamos) por la boca en cinco toques.

En el yoga, además, no hay competición ni prisas. Todo se hace de manera natural y al ritmo de cada uno, así que si en el momento de dibujar con nuestro cuerpo la figura del cocodrilo, el perro o el gato no nos sale a la primera, no pasa nada, se vuelve a intentar las veces que sean necesarias.
Por cierto, por lo que yo he vivido con mis hijas, te diré que decirles a los niños que el yoga está basado en posturas de animales les resulta de lo más atractivo y estimulante. Pero no son las únicas posiciones, también está la de la bailarina o la del guerrero en sus distintas modalidades y dificultades según el nivel de cada uno.
Una sugerencia que por aquí te dejo es que una vez que hayan aprendido algunas de las principales asanas organicéis una partida al ‘Escondite yoga’, que no es más que una versión del clásico escondite inglés. El que se tapa los ojos debe decir una asana y, en el momento de darse la vuelta, los participantes, en lugar de quedarse quietos de pie, tienen que hacer esa figura, eso sí, sin moverse. ¿Quién aguantará más?

Y muy importante, que no te he dicho al principio, busca tu ropa más cómoda, quítate las zapatillas, selecciona música relajante y apaga el móvil o cualquier otro elemento distractor. ¡Aquí el tiempo no existe! ¡Solo importáis vosotros!
