“Una joya es un producto de lujo, pero intentamos que también sea sostenible”
Cristina Aristoy es la fundadora de Singularu

Singularu es una firma valenciana que se ha propuesto democratizar el mundo de la joyería, ofreciendo accesorios de calidad, sostenibles y fabricados en España. Al frente del proyecto se encuentra Cristina Aristoy, CEO y fundadora de la compañía junto a Paco Tormo. En sus ocho años de trayectoria, la marca ha experimentado un crecimiento exponencial: cerró el pasado ejercicio con una facturación cercana a los 10 millones de euros y espera superar los 16 millones este año.
Aunque, en realidad, Singularu empezó siendo algo muy distinto. Al principio, era una marketplace, una plataforma online que hacía de puente entre artesanos y compradores. Ofrecía joyas, pero también muebles, objetos de decoración, etcétera. Ese modelo no cuajó, así que sus fundadores decidieron rápidamente girar el negocio para centrarse en el mercado de las joyas. “Siempre nos preguntan qué consejo daríamos a otros emprendedores y yo siempre respondo que dos: uno, ser valientes y dos, ser flexibles. Muchas veces pensamos que tenemos grandes ideas, y puede que lo sean, pero a lo mejor el mercado no está preparado para ellas en ese momento o no sabemos transmitirlas bien”, explica Cristina Aristoy.
Ella ya tenía experiencia en este ámbito. Había estudiado diseño Industrial y se había especializado en joyería, un mundo que descubrió durante el año que estudió en Londres. “En Valencia la formación era más técnica, pero en Londres todo era más creativo. Una parte de la formación que elegí allí estaba relacionada con el sector de la joyería y la verdad es que me encantó. Cuando volví a Valencia había un ciclo de joyería y decidí seguir formándome”.
Aristoy diseñó una primera colección cápsula con ocho piezas que los clientes podían personalizar. “Fabricábamos a demanda y lo hacíamos en tiempo récord, en solo cinco o siete días, pero no éramos competitivos”, reconoce. “La gente quiere llevarse la joya en el momento o tenerla en un plazo de veinticuatro horas, así que empezamos a hacer pequeñas tiradas, muy cortitas, adaptándonos a las necesidades de las clientes y entendiendo muy bien lo que querían”. Actualmente, Singularu trabaja con más de 180 proveedores locales, así como con centros ocupacionales que se encargan principalmente de las fases de estuchado del producto y de empaquetado final. “Seguimos sin producir grandes cantidades. Tener la producción muy localizada hace que nuestros procesos de fabricación no sean muy largos, así que podemos hacer pequeñas tiradas, validar con las clientas, ver lo que funciona y lo que no, y seguir trabajando a partir de esos aprendizajes”.

Según su fundadora, Singularu hace lo que denomina lujo sostenible: “Vendemos algo que no es necesario para vivir. Al final, una joya no deja de ser un producto de lujo, pero intentamos que también sea sostenible. Trabajamos con marcas muy locales e intentando reducir al máximo nuestro impacto medioambiental”. La producción de las joyas se hace completamente en España y con un 99,9% de plata reciclada. Todas llegan en un saquito de algodón reutilizable en vez de en la tradicional cajita negra y uno de sus propósitos para este 2022 es hacer que sus envíos sean 100% plastic free. La empresa también cuida especialmente la atención al cliente. “Hacemos joyas de calidad a un precio muy asequible, pero también intentamos dar el mejor servicio antes, durante y después de la compra. Porque no pretendemos venderle una joya a una persona, sino muchas, y poca gente te va a comprar de nuevo si tiene una mala experiencia. Así que si se te rompe un cierre, tienes algún problema o te surge alguna duda después de la compra, también estamos ahí”.
Singularu empezó vendiendo solo en internet, pero, en la actualidad, cuenta con veintisiete establecimientos físicos (seis de ellos inaugurados este 2022) en mercados estratégicos como Valencia, su ciudad natal, Madrid, Barcelona, Bilbao o Málaga. Y su plan es inaugurar quince más antes de que acabe el año. “Ahora estamos muy centrados en abrir el canal retail”, explica Cristina Aristoy. “Las tiendas y el negocio online son complementarios. Las tiendas te permiten una mayor cercanía con el cliente y generan más confianza. Puedes tocar la pieza, probártela y llevártela puesta si quieres”. En la actualidad, sus ventas se reparten casi al 50% entre ambos canales.

Aunque no produzcan grandes stocks, sí lanzan novedades de forma constante. “Nuestras clientes no tienen un estilo único. Singularu quiere ser un referente al que acudan en busca de una joya, no de un estilo”. A la hora de estar al tanto de las modas o buscar inspiración para sus diseños, Aristoy recurre a fuentes diferentes. “Hay una parte muy creativa y otra muy analítica. Trabajamos con herramientas que predicen las tendencias y también contamos con nuestro histórico de ventas. Al final puedes estar muy al tanto de las tendencias, pero si no conoces a quien te está comprando, sirve de poco. Las tiendas nos permiten tener un contacto más personal con las clientas y también nos da información muy valiosa”. Para los próximos meses, la fundadora de Singaluru pronostica que se llevarán las joyas coloridas. “Estamos viendo una explosión del color y la alegría. Y luego hay ciertas cosas que a mí personalmente me encantan y que siempre están de moda, como los aros o las perlas en verano”.
