“A veces voy a tiendas y me encuentro mirando la ropa de mujer pensando y que es increíble. Es como todo, cada vez que te pones barreras en tu propia vida, te estás limitando a ti mismo”, reconoce el músico británico en la entrevista que acompaña a las fotos. "La gente que admiraba del mundo la música - Prince y David Bowie y Elvis y Freddie Mercury y Elton John - eran tan showmen. De niño, me parecía completamente alucinante. Ahora me pongo cosas que son realmente extravagantes, y no me siento loco llevándolas. Creo que si tienes algo con lo que te sientes increíble, es como un traje de superhéroe”.

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La portada de Vogue ha convertido a Styles en el blanco favorito de los trolls esta semana. Abrió fuego la autora conservadora Candace Owens, que llegó a afirmar que tanto la "feminización constante" de los hombres occidentales como el regreso del marxismo (¿?) forman parte de un complot para acabar con nuestro estilo de vida. “No hay sociedad que pueda sobrevivir sin hombres fuertes”, ha escrito en Twitter. “Que vuelvan los hombres varoniles”. El mensaje lleva más de 111.000 likes. Casi más surrealista ha resultado el intento del senador Ted Cruz de vincular a Harry Styles con Jeffrey Epstein.

No es la primera vez que el  músico británico ve puesta en duda su masculinidad o su sexualidad por su ropa. En los últimos años, especialmente desde que se convirtiera en imagen de Gucci y musa del irreverente Alessandro Michele, ha desafiado abiertamente los códigos de género de este ámbito. Así, se ha dejado ver a menudo con prendas tradicionalmente asociadas al género femenino (faldas, blusas de organza, tacones…), luciendo cuidadas manicuras con las uñas pintadas y llevando llamativas joyas. Hasta se ha vestido de bailarina, demostrando que los tatuajes y los tutús rosas no son cosas reñidas.

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Su atrevimiento y su gusto por el vintage, las mezclas y las perlas han hecho de él uno de los hombres mejor vestidos de la década. Todo lo que se pone se convierte en tendencias. Hace unos meses llevó un cárdigan patchwork de llamativos colores de JW Anderson durante el ensayo de un programa de televisión e inmediatamente se organizó el #harrystylescardigan, un reto que consistía en que la gente recreara por sus medios la chaqueta en casa  y mostrara el resultado en Tik Tok. Las búsquedas de la prenda llegaron a dispararse un 166%, según la plataforma de búsquedas de moda Lyst.  

Para el vídeo de Watermelon Sugar, el single de lanzamiento de su último disco (repleto, por cierto, de referencias al sexo oral), Styles recuperó la estética de los setenta e internet se llenó de artículos sobre cómo conseguir ese estilo a base de prendas de ganchillo, bikinis de colores y gafas de sol con forma de corazón.  

Veinticuatro horas después del lanzamiento de Golden, su siguiente videoclip, las visualizaciones de páginas de americanas azules y turquesas aumentaron un 52 % en Lyst, y las búsquedas de gorros amarillos de pescador se dispararon un 92 %.

Como ya hicieran sus adorados Bowie o Prince, Harry Styles ha entendido que la moda es, al igual que la música, otra forma de expresarse. “La ropa está ahí para divertirse, experimentar y jugar con ella. Lo realmente emocionante es que todas estas líneas se están desdibujando. Cuando eliminas el ‘hay ropa para hombres y ropa para mujeres’, una vez que quitas toda barrera, obviamente se amplía el campo de juego”. Ya lo cantaba en su primer éxito en solitario: es el signo de los tiempos.

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