Adiós a Man Repeller, el blog de moda feminista que no supo adaptarse a los nuevos tiempos

Su propuesta de moda como ‘repelente de hombres’ fue en su momento vista como una provocación

Leandra Medina. Foto: Repeller.

El pasado jueves se hizo público el cierre definitivo de Man Repeller, el blog que hace una década convirtió a su creadora, Leandre Medine, en icono de la moda. La noticia no ha cogido por sorpresa ni sus seguidores ni a casi nadie en la industria. Se veía venir desde que, a principios de verano, Medine diese un paso atrás y comunicara que se desvinculaba de las operaciones diarias de la empresa que ella misma fundó después de que antiguos empleados la acusasen de racista y clasista, y denunciaran la falta de diversidad de su plantilla, compuesta casi exclusivamente por periodistas blancas.

Man Repeller no es el único medio al que el Black Lives Matter ha pasado factura. Otros títulos dirigidos a mujeres como Refinery29, Cosmopolitan o Who What Wear se han visto envueltos en polémicas similares, pero el de Leandra Medine es el único que no ha conseguido levantar cabeza, pese al lavado de cara que han intentado hacerle y que incluía una nueva política de contratación, un cambio de nombre (que se quedó en Repeller a secas) y un nuevo diseño, estrenado en septiembre.

De poco ha servido el esfuerzo. A finales de la semana pasada la empresa comunicaba el cierre, primero a sus trabajadores y después al público. "Confirmo que Repeller, anteriormente Man Repeller, terminará sus operaciones ofreciendo a los empleados una indemnización por despido", explicó Medine en un comunicado remitido a The Cut. "La empresa ha sido autofinanciada por sus operaciones desde su lanzamiento como blog personal hace diez años, pero debido a limitaciones financieras, ya no podemos mantener el negocio".

La excusa de los problemas económicos no sirve para ocultar que Man Repeller había perdido en los últimos tiempos  buena parte del gancho y la relevancia que le hicieron triunfar hace ahora justo una década. Internet y el mundo han cambiado mucho en este tiempo. Cuando, en 2010, Leandra Medine fundó su bitácora, tenía 21 años, todavía estudiaba y vivía con sus padres en el Upper East Side de Nueva York. Por aquel entonces, eran los sites personales de chicas como Olivia Palermo, Miroslava Duma,  Chiara Ferragni o Aimee Song, y no Instagram, los que marcaban tendencia.

Lo que distinguía al blog de Medine no eran tanto sus mezclas arriesgadas o su particular sentido de la moda (que también), sino, sobre todo, la actitud irreverente, desafiante y con un punto de ironía que tanto ella como sus publicaciones exudaban, y que se resume en la idea de que las mujeres no deberían vestirse para los hombres, ni siquiera para otras mujeres, sino únicamente para sí mismas. La propia Leandra Medine defendía como nadie ese principio. Su estilo, basado en prendas que ella describió una vez en The New York Times como “anticonceptivos sartoriales”, incluía faldas de plumas, blusas con grandes hombreras, blazers con estampados florales, ponchos, zuecos, abrigos de pelo o pantalones de traje deportivos. Paradójicamente, muchas de esas cosas que entonces se veían como apuestas arriesgadas han acabado, con el paso de los años, viéndose de forma habitual en la calle.

    Ver esta publicación en Instagram         I think spring is my seasonUna publicación compartida por Leandra (Medine) Cohen (@leandramcohen) el

Esa idea de que la moda no tiene por qué ser sexy y de que las mujeres debían ponerse lo que quisieran, aun si con ello ahuyentaban a los hombres, hizo que algunos leyeran las publicaciones de Man Repeller como si de un manifiesto feminista se tratase. Por supuesto, Medine también contó desde el principio con sus detractores, que no se cansaban de señalar que ella era, como tantas otras influencers, una niña bien que podía permitirse combinar prendas de Zara con otras de Celine o Isabel Marant, y que su estilo se parecía más a lo que una puede encontrar en Vogue que al street style real.

Sea como fuere, la marca Man Repeller despegó como un cohete y lo que empezó siendo un blog personal sobre consejos de moda y tendencias, desde su particular punto de vista, acabó convirtiéndose en una web de estilo de vida. Al igual que muchas de sus compañeras, Medine amplió equipo, montó una tienda y empezó a colaborar con marcas. Algunas lectoras se lamentaban de que la profesionalización, el mayor peso del contenido comercial y el giro de su contenido editorial, cada vez más orientado hacia las relaciones, el matrimonio y la maternidad, le había hecho perder la frescura que tenía en sus orígenes.

    Ver esta publicación en Instagram         Same mirror! Different bedroom.Una publicación compartida por Leandra (Medine) Cohen (@leandramcohen) el

Esa es una prueba por la que todos los medios que nacieron como blogs personales han tenido que pasar. A estas alturas, nadie espera encontrar contenido creado por Gwyneth Paltrow o Chiara Ferragni cuando entra en Goop o The Blonde Salad, aunque ellas sigan siendo el reclamo de cara a los lectores/consumidores. Los periodistas pueden intentar mantener el tono y el estilo de las fundadoras, pero parece inevitable que en ese proceso de transición se pierda parte del carácter original. Sin embargo, otros parecen haber conseguido adaptarse con más éxito al nuevo contexto. Los citados Goop o The Blonde Salad son dos buenos ejemplos de ello. Pese a las constantes polémicas que le acompañan, la marca de estilo de vida de Gwyneth Paltrow es hoy un imperio multiplataforma con presencia en Sephora y Netflix. Y Chiara Ferragni se está planteando sacar a Bolsa su millonaria empresa (su valor se estima en unos 80 millones de euros), en lo que sería la primera OPV de una influencer.

    Ver esta publicación en Instagram         You’re only fully dressed without your pants. Never fully dressed without a @thevolon bag tho!!!!! #thevolon #seewhatididthere #lolUna publicación compartida por Leandra (Medine) Cohen (@leandramcohen) el

 

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