De cómo el bañador pasó de ser cosa de abuelas a ‘instagrammers’
Varios motivos explican que se haya vuelto a poner de moda
¿Bikini o bañador? Ese dilema al que muchas se enfrentan al llegar la época estival se resolvió durante muchos años mayoritariamente a favor del primero. El bañador era la opción recatada, básicamente lo que se ponían las madres o las abuelas para ir a la playa...o las mujeres que querían tapar alguna parte de su cuerpo. Pero de un tiempo a este parte el traje de baño de una pieza ha vuelto y con mucha fuerza.
La avanzadilla fueron las celebrities e influencers, que han contribuido mucho a su renovada popularidad. “Se han convertido en auténticas líderes de opinión y referentes de compra, y en el momento de elegir entre bañador o bikini la mayoría suelen decantarse por la primera opción”, asegura Marcos Pizarro, director general de Venus, una firma de baño española de las de toda la vida. Nació hace más ochenta años, aunque al principio hacían corsetería. En la década de los sesenta empezaron a comercializar sus primeros trajes de baño. Ahora se han relanzado, buscando, además, recuperar “la creatividad de los años ochenta”, indica su responsable. Porque también han vuelto los diseños retro. Esta temporada se llevan de tiro bien alto, como los que lucía Pamela Anderson en Los vigilantes de la playa.
“Tendemos a mirar más al pasado, nos fijamos en estilos ‘vintage’. El bañador nos recuerda un poco a otras épocas con mucho glamur", explica María Badules, de la Escuela de Moda IED. Aunque lo cierto es que los primeros bañadores tenían poquísimo de glamurosos. Hasta mediados del siglo XIX los médicos no empezaron a recomendar los baños en el mar. Ellas podían meterse en el agua, pero en plan rápido, para darse un baño, no para nadar, y siempre cubiertas de ropa para no atraer las miradas masculinas. Unos carros (de verdad, unos carros) las llevaban hasta la orilla con el mismo propósito. El atuendo para la playa consistía por entonces en pantalones largos y un vestido corto encima. Existía la figura de los medidores de bañadores, unos señores que se aseguraban, cinta métrica en mano, de que cumpliesen con las medidas establecidas.
El bikini, creado por el ingeniero Louis Réard, se presentó en París el 11 de julio de 1946, aunque en realidad tardó un tiempo en popularizarse. No se empezó a ver masivamente en las playas hasta los sesenta y los setenta, gracias en parte al movimiento feminista y a su defensa de la libertad de la mujer para mostrar su cuerpo. En bañador volvió a ponerse momentáneamente de moda en los ochenta o los noventa, y a principios de este siglo surgió el trikini, una especie de bikini con las partes de arriba y abajo unidas o de bañador con orificios (se puede interpretar de las dos maneras), que también vivió su momento de gloria.
En opinión de Badules, la vuelta del bañador tiene que ver con la nostaliga por el pasado y el fervor vintage, pero también con los cambios sociales. Tras años en los que la ropa de baño se iba recortando, que tape un poco más ya no es visto como una opción necesariamente puritana. “El hecho de que personas destacadas ya no exhiban tanto su cuerpo, aunque sea impresionante, y lo cubran con otro tipo de prendas que realcen el estilo y no tanto el cuerpo es una tendencia”, explica. La lista de personajes conocidos que prefieren el bañador al bikini es interminable: desde el clan Kardashian a las hermanas Hadid, pasando por it girls como Chiara Ferragni o Dulceida.
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Por supuesto, las grandes cadenas de moda también se han subido al carrro del bañador. Si antes era misión casi imposible encontrar uno en Zara, H&M o Mango, ahora hay casi tantos como bikinis. Y los editoriales de moda proponen usarlos también en la calle, combinados con shorts, vaqueros o faldas.
Artículo actualizado el 20 de julio a las 11.00 horas.
